Nueva tendencia en la capital catalana

Barcelona, ciudad de cerveza

David Pié, en Rosses i Torrades, ayer.

David Pié, en Rosses i Torrades, ayer. / periodico

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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basta con una mera prueba visual. Si uno echa un vistazo curioso a lo que se bebe en las terrazas de Barcelona, constatará que cafés y cervezas son los reyes. En verano y a determinadas horas, la rubia arrasa. Más que nunca, además, porque un cúmulo de circunstancias la catapulta al paladar. A nivel de macroconsumo, las ofertas y ajustes de precios realizados por los grandes productores han animado las ventas en los bares y restaurantes. Pero cualitativamente, el sector también sube peldaños, por una parte con la irrupción en escena en los últimos dos años de las cervezas artesanales (y la creciente presencia catalana), y en paralelo por la apuesta de las primeras marcas por cervezas Premium o de mayor calidad y precio. Son dos estilos diferentes, pero ambos amplían el perfil de aficionados a la bebida de malta y lúpulo. Como guinda, Barcelona acogerá su primera feria de cerveza artesanal el próximo 21 de julio.

Imposible comparar a David y Goliat en materia cervecera. Quien se come el gran mercado son las supermarcas, y la artesanía no alcanza en Catalunya (su cuna a nivel español) ni el 1% de las ventas. Pero esta cifra ya es toda una declaración de intenciones, teniendo en cuenta la falta de tradición. Como explica Angie Gesteira, al mando de La Cervecita Nuestra de Cada Día, en el Poblenou, y también de la primera feria que se celebrará el próximo mes, «las marcas artesanas empiezan con alguien que las produce en casa y finalmente contrata a una fábrica para su elaboración», pasa controles sanitarios y así empezar su circuito comercial.

EN FAMILIA / Su bar, donde vende más de 200 marcas, incluida la suya propia, Julia's, se nutre de treintañeros y jóvenes familias. De gente que sucumbe al sabor artesanal. Aunque ello suponga reducir cantidad en pos de la calidad, porque una caña cuesta unos tres euros. La feria que ahora preparan se celebrará en plena calle de Llull (de la rambla del Poblenou a Roc Boronat), para mantener un cierto sabor de barrio, de 10.00 a 24.00 horas. Participarán más de 30 elaboradores (que tendrán que estar en persona en su estand, puesto que el encuentro tiene un claro aire pedagógico, a la par que lúdico) y el cliente comprará un vaso pequeño (0,2 centilitros) para ir catando (a precio uniforme) las que desee conocer. «Queremos sensibilizar sobre la cultura cervecera», insiste la empresaria. Conseguir el permiso municipal para este tipo de actividad no es fácil, pero más que el concepto alcohol, prima esta cultura y la labor artesanal, con apoyo municipal.

David Pié también montó a finales del 2010 la bodega Rosses i Torrades, en el Eixample izquierdo, con formato de tienda y alguna degustación. Despacha unas 400 referencias de todo el mundo con una creciente presencia catalana. Algún cliente busca esta denominación de origen, los más piden sencillamente descubrir nuevas calidades. «Esto no es un refresco y el precio solo tira atrás hasta que pruebas la primera», mantiene. Tanto él como Angie montan catas y cursos. «Decimos que estamos evangelizando el mundo cervecero», bromea.

La Cerveteca es otro bar, en Ciutat Vella, con tienda y actividades centradas en el cosmos de esta bebida, en sus versiones sin aditivos ni conservantes. Otro ejemplo exitoso, en Sants, lo brinda Homo Sibaris, con bar y tienda especializada, donde también se está popularizando como «placer hedonista».

Del auge barcelonés del tema da fe también La Cervesera Artesana, un pionerobrewpubque despacha los cuatro tipos de cerveza que elabora en su microcervecería, donde el proceso queda a la vista. Y cómo no, también hay una marca de cerveza barcelonesa que se fabrica en la ciudad y se distribuye en bares y tiendas, la Zero Vuit. Y otra, muy reciente, en L'Hospitalet, la Six a Pils, antes casi doméstica y que ya tiene registro sanitario y acaba de dar el salto a la distribución.

A nivel de macromarcas, la apertura del espacio Fàbrica Moritz (con bar, gastronomía y otros servicios) en el barrio de Sant Antoni ha sido un auténtico éxito, donde despachan la friolera de 4.000 litros semanales de la cerveza que elaboran allí, sin pasteurizar.

En paralelo, tanto esta firma (versión industrial) como San Miguel y Damm han ajustado precios, en distinta medida, para vender más en bares y restaurantes (ver página siguiente). Damm pisa a fondo el sector Premium con Inèdit, para paladear, en colaboración con Ferran Adrià.