crónica

BAM, un domingo dedicado al baile

Ritmos urbanos y 'techno' orgánico en una jornada marcada por la revelación de Roseau

Roseau, durante su actuación del domingo en el BAM.

Roseau, durante su actuación del domingo en el BAM.

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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La del domingo fue noche electrónico-urbana en el BAM. El rapero vallisoletano Erik Urano (de la crew Urano Players) y su DJ Zar1 abrieron fastos en Joan Coromines: rimas cabreadas pero reflexivas sobre bases oníricas. Over, uno de los aciertos, contó con Juan Solo de los míticos Sólo Los Solo. «Os quejaréis, cabrones», dijo Urano. «Por el mismo precio: cero pavos».

Buenos temas y mejores speeches. Cerca del final, el MC describió al exalcalde del PP Francisco Javier León de la Riva como su «puta musa»; «desde que salió no he hecho ningún tema». Combatividad no exenta de humor.

Ya en la plaza dels Àngels -y en sustitución de Georgia- la prometedora Roseau exhibió la temprana madurez de su pop-soul futurista. ¿Cómo puede un proyecto, según dijo allí mismo, «todavía verde», dar la sensación de ser el resultado de una vida de búsqueda y depuración?

En formato de trío, la londinense Kerry Leatham (ese es su verdadero nombre) llegó, vio y emocionó, sobre todo a la altura de una ultrapop Kids and drunks y esa Accelerate en el cruce de The xx con Beach House; es decir, palabras mayores.

De nuevo en Joan Coromines, Le Parody no sonaron tan depurados: el proyecto de Sole Parody, en el que convergen pop, folclore de todas partes y argamasa electrónica, no siempre solidificó como debiera. A veces, el sonido podía convertirse en una masa poco grácil: algunos samples rítmicos incomodaban, parecía que sobraban, en lugar de actuar como esqueleto legítimo de la canción. O quizá solo sea que algunas de las canciones -como Hondo agujero y la orientalista Saetas en el aire- todavía deben trabajarse del todo en directo; el disco al que pertenecen, Hondo, no sale hasta el próximo 2 de octubre.

Cerraron la noche los alemanes Brandt Brauer Frick, cuyo techno orgánico, construido en vivo con batería real y sonidos disparados y modificados in situ, quizá habría encajado mejor en la franja ocupada por Vetiver el sábado, en plena madrugada.

Nadie habría dicho que ayer, lunes, era día laborable: el público reunido en la plaza dels Àngels siguió el pulso irresistible de este trío electro-acústico como si al día siguiente no fuera lunes, casi como si no hubiera mañana.