Plaga

Un hombre muere en una reyerta en un narcopiso del Raval

La víctima, de nacionalidad italiana, fue trasladada a un centro hospitalario, donde falleció a primera hora de la tarde del jueves

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Guillem Sànchez

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Los narcopisos matan no solo porque en ellos se vende heroína sino también porque causan reyertas. El hombre de 34 años que murió apuñalado en la noche del miércoles al jueves en la calle del Príncep de Viana del barrio del Raval de Barcelona fue atacado durante una pelea originada en un narcopiso, según denuncian los vecinos. Se trata de una vivienda de la droga regentada por ciudadanos de origen dominicano e italiano que se han instalado recientemente en los bajos del número 14.

Los vecinos detallan que sobre las 04.30 horas de la madrugada del jueves escucharon gritos de "¡Policía!" y "¡Ambulancia!". Se trata de un edificio de puerta granate cuyas viviendas están todas ocupadas ilegalmente. Lionel, un inquilino originario de Senegal, aclara que en las plantas superiores residen inmigrantes africanos que se ganan la vida con la chatarra. Él se la gana, explica, "reparando bicicletas" y, junto a su mujer, esperan un hijo "para el mes que viene". "No todos son malos", subraya. Los problemas están en "la planta baja", sitúa.

En los bajos de este edificio se han instalado desde hace poco tiempo, un par de meses, ocupas de nacionalidad dominicana. Junto a ellos, viven también últimamente algunos hombres procedentes de Italia. Los vecinos de otras fincas lo han observado desde lejos y no saben detallar con más exactitud quiénes son los recién llegados. De lo que sí están seguros es de que los ocupas africanos chatarreros llevan más de dos años allí y no han generado ningún problema. Desde que los dominicanos y los italianos se metieron en los bajos, sin embargo, la calle del Príncep de Viana se ha llenado de heroína.

"Mi hija juega en esta esquina y aquí desde hace semanas se ven jeringuillas usadas", avisa un vecino. ¿Y si se clava una, qué?", pregunta. El vaivén nocturno de toxicómanos en el número 14 es constante. Parecen italianos, indican los vecinos, con aspecto deteriorado. "Tanto los compradores como los traficantes", subraya un camarero de un bar cercano.

Bajo el radar

Este narcopiso había escapado al radar vecinal organizado para luchar contra esta plaga que sigue castigando el Raval. Carlos, uno de los vecinos más movilizados, asegura que para ellos ha sido "una sorpresa" descubrir que esta muerte guardaba relación con el fenómeno de los pisos de la droga. En esta calle, ubicada cerca del cruce entre Parlament y Ronda de Sant Pau, la apertura de un narcopiso dentro de un bloque ocupado todavía no había levantado ninguna protesta vecinal.

Desde que a finales del 2016 comenzara la ola de ocupaciones de pisos por parte de traficantes de heroína en pisos vacíos de este vecindario, las peleas que se generan en estos supermercados de la droga son constantes. También lo han sido los heridos por navajazos. En este caso, sin embargo, la puñalada ha sido mortal. Un homicidio que sigue agravando la crisis desencadenada por las decenas de narcopisos que están destrozando el Raval. 

Una plaga enquistada en el corazón de Barcelona  

La plaga de narcopisos que está sufriendo el Raval ha devuelto la heroína a sus calles. Los traficantes, amparados en el principio de inviolabilidad del domicilio, ocupan residencias vacías, a causa del proceso de gentrificación que ha sufrido este vecindario durante los últimos años, y las convierten en puntos de venta de esta droga. Cada narcopiso atrae a numerosos toxicómanos, que destrozan la convivencia de los bloques de viviendas y también de la calle, un espacio que se llena de jeringuillas usadas. Los traficantes venden heroína muy adulterada, a unos 10 euros cada unidad, y ofrecen a los consumidores todos los utensilios para pincharse dentro del