¿Adiós al London Bar y a la cerería Codina?

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CARLES COLS / BARCELONA

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Barcelona se enfrenta a la desaparición del London Bar y de la cerería Codina, dos establecimientos únicos, de los que dan personalidad a una ciudad. El cierre en cadena de tiendas con historia fue noticia reiterada hace poco más de un año, porque un terremoto legislativo propició brutales aumentos en los alquileres. En aquella epidemia sucumbieron, por ejemplo, los almacenes El Indio, la sastrería Deulofeu o la tienda de partituras Musical Emporium. Por otras causas, pero al mismo tiempo, cerró Vinçon. Otros negocios tuvieron que traladarse y con ello perdieron la arquitectura que les caracterizaba, como la Filatelia Monge o el Colmado Quílez. Lo del London Bar y la cerería Lluis Codina parece una metástasis de aquel mal, un mazazo para el Raval y el Gòtic.

La dueña del London Bar, Eli Bertran, falleció el pasado mes de mayo. Regentaba el local desde 1976. Era la nieta del fundador del establecimiento, Josep Roca, que tuvo el acierto de no reparar en gastos en carpintería modernista y pronto recogió los frutos. El London Bar se convirtió muy pronto en lugar habitual de reunión de la gente del circo, pues algunos de los agentes que contrataban sus servicios tenían el despacho en la misma calle Nou de la Rambla. La lista de famosos que allí pasaron horas es muy larga. Puestos a destacar uno, que sea del mundo del circo, y que sea Willy Frediani, el miembro más célebre de una familia italiana que se afincó en Barcelona y que en su día batió una marca del más difícil todavía, tres personas cabalgando de pie a lomos de un caballo.

Cuando murió Bertran, se abrió un periodo de incertidumbre. Nadie en el barrio acertaba a decir cuántos días pasarían antes de que el London Bar levantara de nuevo la persiana. Es cierto que el público ya no era el mismo. Tras la gente del circo, llegó la etapa de la bohemia y los artistas, y después la del batiburrillo de procedencias, de los ‘pijos’ de la zona alta que se entremezclaban con los vecinos del Raval. Últimamente había más turistas que clientes vocacionales. Pero la cuestión es que pasados tres meses, el negocio sigue cerrado. Los comercios cercanos, en algunos casos amigos que lloraron el fallecimiento de Eli, no saben qué ocurrirá.

CASI DOS SIGLOS

El caso de la cerería Luis Codina lo ha dado a conocer el periódico digital 'Crónica Global', que se ha hecho eco del concurso de acreedores que gestiona el juzgado mercantil número 7 de Barcelona. En el escaparate de la tienda, en el número 2 bis de la calle del Bisbe, solo hay estos días un cartel que informa de que el establecimiento está cerrado por vacaciones. Si ya no reabre o lo hace solo para echar el cierre definitivo más adelante, la pérdida será enorme, pues se trata de una tienda cuyo parto se remonta a 1825.

La especialidad de la cerería eran originalmente las velas y cirios de misa, un negocio que en el siglo XIX podía parecer eterno, pero como explicaba en una ocasión uno de los responsables de la tienda, Josep Maria Carreras, los tiempos cambian, y no solo es cuestión de una caída de la fe. Contaba Carerras que el Concilio Vaticano II ya les hizo mucho daño. Menos procesiones, las parroquias ya no estaban abiertas todo el día…. Y después llegó la orden de reducir el uso de velas por el daño que el humo hacía a las paredes. La reconervsión del negocio a la venta de velas decorativas no ha sido suficiente como para afrontar la subida de los alquileres.