LA LIGA DE CAMPEONES

Una genialidad de Messi tumba al bullicioso Shakhtar

El Barça silenció el terrible ambiente de Donetsk con un majestuoso Valdés

Valdés, justo antes de rechazar el disparo de Mkhitaryan, en una de las grandes paradas que realizó ayer.

Valdés, justo antes de rechazar el disparo de Mkhitaryan, en una de las grandes paradas que realizó ayer.

MARCOS LÓPEZ
DONETSK

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En el gol de Messi, genial por la rapidez con que halló un espacio donde antes había una mini marea naranja, quedó retratado el fútbol del Barça. Había empezado mal el equipo de Guardiola. Iba al ralentí, consciente de que tenía la puerta abierta de las semifinales. Pero tras una media hora de tomarle las medidas al imponente Donbass Arena, sostenido, como siempre, por las majestuosas manos de Valdés, llegó el Barça a Ucrania. ¿Cómo? A través de la pelota, como siempre. Dando, eso sí, un paso al frente, presionando a la endeble e inofensiva zaga del Shakthar -le faltaban Chigrinskiy, Rat, Srna, tres de sus cuatro titulares- para adueñarse del encuentro.

Marcó Messi, pero la jugada nació en la clarividencia ofensiva de Sergio Busquets, un tipo que vale una verdadera fortuna. Conectó Busi, ya recuperada su posición de pivote defensivo, con Alves, tumbado en la banda derecha, mientras Villa abría un espacio para que Messi, que venía desde la otra punta, se colara con una prodigiosa rapidez. Lo prodigioso, sin embargo, resultó la manera en que definió. Allí donde a tantos otros delanteros se les apaga la luz -en el área rival, rodeado de varios defensas-, Messi siempre encuentra el interruptor. Jamás se equivoca. Puso ayer en marcha el foco y batió a Pyatov, el sorprendido guardameta ucraniano. Cuando miró hacia atrás, la pelota ya estaba en la red.

BUSQUETS DEVUELVE LA CALMA / Y eso que Messi no empezó nada bien el partido, con dos extrañas e infantiles pérdidas de balón en zonas peligrosas para un equipo, el Shakthar, que es una bala. A toda velocidad sometió al Barça a una tortura inicial, aunque siempre quedaba Valdés, protegido anoche por Mascherano, que ejerció de central. Si Guardiola quiso probarlo de cara a la final de la Copa, no le salió nada mal, entre otras razones porque con el Jefecito atrás, Busquets vuelve a donde siempre tiene que estar. Al cruce de caminos, allí donde aclara el fútbol del Barça, allí donde es el mejor aliado para los centrales, allí dondeBusi vale por tres. Roba balones, reparte juego y, además, calma a todos.

MASCHE BRILLÓ DE CENTRAL / Una vez se despertó el Barça de la siesta, y sin daños colaterales gracias a Valdés, se quedó con la pelota y silenció ese modernísimo Donbass Arena. Tuvo primero las manos del portero, después la solvencia defensiva de Mascherano demostrando que no se roban más balones por correr más sino por estar en el sitio adecuado. Y mezcló bien con Piqué, mucho más seguro cuando tiene a alguien como elJefecito a su lado. De esa manera, el Barça rescata su dibujo más lógico y eso que anoche no tenía a Iniesta, sancionado y descansando para el próximo doble duelo ante el Madrid (el sábado en el Bernabéu y el miércoles en la final de Mestalla). Tan bien hizo las cosas el equipo azulgrana tras el gol de Messi, que le dio tiempo a darle incluso una media hora de relax tanto a Xavi primero como luego al propio Piqué.

Fue entonces, con el partido ya resuelto -la eliminatoria se liquidó hace una semana en Barcelona- cuando Guardiola comenzó a hacer más ensayos. Retrasó al activo Afellay hasta el centro del campo tras dejar algunas jugadas para la esperanza en la banda izquierda, dio minutos a Pedro para coger ritmo y hasta tuvo su momento Jeffren sustituyendo a Villa, que encadenó su noveno partido sin marcar. ¿Lo mejor delGuaje? Su juego sin el balón, su excepcional desmarque en el gol de Messi.

LEO, 90 MINUTOS / Villa no acabó el partido, algo que ya ha dejado de ser noticia porque Guardiola tiene la costumbre de enviarlo antes a la ducha, algo que no hace, sin embargo, con Messi. Con el billete para las semifinales en la mano, el delantero argentino completó los 90 minutos. Otra vez. No lo cambia Guardiola ni en los entrenamientos, no sea que se vaya a enfadar Leo. Con él en el campo, y con Valdés volando de punta a punta, sin que nadie sea capaz de doblar sus manos, el Barça también ganó en Donetsk demostrando que su fortaleza no tiene límites. Y, además, todos acabaron sanos.