ANÁLISIS TÁCTICO

Sergi Roberto, algo más que un lateral

El defensa firmó en Gijón una prodigiosa actuación participando en tres de los cinco goles azulgranas

Lora derriba Sergi Roberto en una escapada del defensa azulgrana.

Lora derriba Sergi Roberto en una escapada del defensa azulgrana. / periodico

MARCOS LÓPEZ / GIJÓN

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NO SOLO LLEGA BIEN; CENTRA AÚN MEJOR

No basta con llegar bien a la línea de fondo. No basta tampoco con cabalgar con belleza por la banda derecha. Hay que correr y llegar. Pero, sobre todo, una vez ejecutados a la perfección los dos primeros asuntos toca centrar después como corresponde. A veces, suave; en otras con veneno. Subió en cinco ocasiones Sergi Roberto por su carril del Molinón. Y en tres tuvo éxito. Su éxito fue el del Barcelona. En el 0-2 entendió mejor que nadie la lectura del juego que le ofrecía Neymar.

Atrajo el brasileño hasta tres defensas del Sporting para que el lateral invadiera con astucia su banda. Su centro a Rafinha fue el prólogo de otro que sirvió a Paco Alcácer en el 0-3 que, curiosamente, remató Neymar y anticipó del delicado balón que puso en la cabeza de Arda en el 0-4.

Participó Sergi Roberto en tres de los cinco goles, dejando un rastro de potencia y precisión en su paso por Gijón. Lleva ya cuatro asistencias de gol en la Liga, las mismas que hizo Alves en los 29 partidos de la pasada temporada. La grandeza de Sergi radica en su inteligencia futbolística. 

EL 4-4-2 Y LUEGO DELANTEROS POR DENTRO

No estaba Messi Luis Enrique diseñó un Barça singular. Poco habitual en su dibujo táctico. Estaba Rafinha ocupando, en teoría, el lugar del astro argentino. Pero, en realidad, no tenía nada que ver.

Como no existe otro Messi en el mundo, el técnico ordenó al joven brasileño reunirse en la línea de cuatro centrocampistas cuando tocaba desplegar el repliegue defensivo. Entonces, era un 4-4-2, con Suárez y Neymar iniciando la presión defensiva. Tenía Ney toda la libertad del mundo para moverse por el frente de ataque.

Cuando el Barça tenía la pelota, Rafinha se olvidaba de ese rol, corriendo rápidamente al balcón del área para unirse a sus dos socios de ataque. El insólito tridente se reunía en el centro, mientras los laterales (Sergi Roberto y Lucas Digne) tomaban todo el protagonismo ofensivo. Eran laterales de largo recorrido, encontrando espacios que provocaba la reunión de los tres delanteros en el centro. Empezó por fuera y acabó por dentro.

PIQUÉ NO SE RELAJA Y SOSTIENE AL EQUIPO

El marcador hace pensar que todo fue muy fácil. El partido, sin embargo, demuestra que no. Luis Enrique fue el primero que estaba enfadado con la actitud de su equipo, sobre todo en los primeros 20 minutos de la segunda parte. Donde no llegó el Barcelona, emergió Piqué. Un central que no se relaja nunca, ni siquiera cuando sus compañeros habían decidido tomarse la tarde libre.

Hay momentos en que parece que todo está bajo control. Pero ni Luis Enrique creía tener asegurada esa sensación. Por si acaso ahí andaba Piqué, conectado al partido en esos momentos fatales. Tan conectado que tuvo tres minutos esplendorosos evitando contrataques del Sporting tirándose al suelo como si fuera Puyol, su amigo del alma.

Lo hizo Piqué con elegancia, a pesar de que se tuvo que manchar la camiseta varias veces cuando iba a ras de césped. No cometió ni una sola falta, recuperó con autoridad cinco balones y ganó dos de los tres duelos aéreos que peleó. Además, completó 56 pases buenos de 62 intentos, con un asombroso 90% de acierto. Fiable y tranquilo.