Flaco homenaje a Cruyff

La noche, por desgracia, nos ha demostrado que somos mortales

Benzema remata acrobáticamente el gol del empate del Madrid

Benzema remata acrobáticamente el gol del empate del Madrid / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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Flaco homenaje Cruyff resultó ser el clásico una vez hubo acabado el impecable 'pack' afectivo de los prolegómenos. Luego empezó el partido, pintaba bien, Keylor era el mejor del Madrid y el 14 de ellos lo llevaba Casemiro, un tronco ordenado; pasó un rato, apuntó Messi, marcó Piqué, nos las prometíamos felicísimas con un Periscope suyo que iba a ser para la historia y, finalmente, es como si la enorme congestión emocional de la velada hubiese pesado en las piernas de los azulgranas, en vez de propulsarlas directamente hacia la Liga.

Ahora nos daremos cuenta de lo que cuesta ganar siempre. El embrujo de una noche especial quedó estropeado por quien nunca falla: el equipo. La abulia, el desplome físico y la falta de dientes necesitarán un microscopio muy analítico de Luis Enrique. Que el miércoles viene el Atlético, campeón mundial del pelmacismo. Es curioso este Barça que, habiendo convertido lo sublime en algo cotidiano, es un equipo que no sabe marcar penaltis, que no sabe jugar contra 10 y que no sabe aprovechar los empujones del reglamento en momentos oportunos: ciertamente, Sergio Ramos nunca debió llegar al minuto 84, pero el gol de Bale era gol aquí y en Pekín.

Al culé que hace años no cenaba en noches así, y que había olvidado ya el sabor del disgusto constante, la rabieta como modo de vida, le habrá dolido mucho más perder en una ocasión como esta. Era una noche en la que todos perseguían que las cosas salieran perfectamente, una última ofrenda para Johan Cruyff, incluso -gente verdaderamente atrevida- que se cumpliera el sueño inverosímil de que Mascherano, el 14, el sansón de San Lorenzo, marcase el primer gol de su vida como barcelonista. Que nadie se ponga nervioso. Hagamos todos como Busquets, que en el 'Titanic' no perdería los papeles ni cuando se hubiese ahogado el último violinista.

Salid y disfrutad. Cruyff lo veía todo muy fácil, es un rasgo propio de los genios, pero a veces la realidad levanta una alambrada entre tú y tu fantasía, y te da la tarde. ¿Quién iba a pensar que ese Madrid tan ordinario de la primera hora de partido acabaría ganando? ¿Quién habría dicho que Messi llegaría al quinto clásico consecutivo sin marcar? La noche, por desgracia, nos ha demostrado que somos mortales.