Desaparecen dos equipos fotográficos, de 50.000 euros, del césped del Camp Nou

El Barça muestra su "preocupación" por el hecho y se pone a disposición de los Mossos para resolver los dos hurtos

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EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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El terreno de juego del Camp Nou ha sido escenario, en los dos últimos meses, de dos robos importantes y muy cuantiosos de material fotográfico (cada equipo está valorado en unos 25.000 euros) siempre en las mismas circunstancias, una vez concluido el partido y mientras sus propietarios y resto de fotógrafos iban recogiendo sus enseres. Mossos y Barça tienen abiertas dos investigaciones para averiguar los autores de los robos aunque, en ambos casos, intuyen que será imposible recuperar el material.

El primer robo se produjo en el último clásico Barça-Real Madrid (1-1), disputado el pasado mes de diciembre en el Camp Nou, y el último ayer mismo, al finalizar el Barça-Atlético (1-1) de semifinales de Copa del Rey. Tanto en una como en otra ocasión, el material robado fue el mismo, una sofisticada cámara Canon 1 D-X, valorada en unos 5.000 euros, y un sofisticado objetivo Canon 400mm 2.8 de diafragma, que cuesta 11.000 euros, además de otros diversos accesorios como transmisores, baterías, tarjetas de imágenes…

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ROBO MEDITADO

"Sabían perfectamente lo que se llevaban", ha explicado Albert Gea, fotógrafo de la agencia Reuters, a quien pertenecía el material robado ayer, muy parecido, o idéntico, al que poseía su compañero, que prefiere mantenerse en el anonimato, la noche del clásico. “Y digo que sabían lo que hacían, porque frente a tanto material escogieron la cámara más sofisticada y el objetivo más caro, difíciles de colocar en el mercado, evidentemente, pero los más costosos”.

Tanto el primer fotoperiodista como Gea cuentan que, cuando estaban recogiendo todo el material, en cuestión de dos minutos, les desapareció la cámara, con el 400. "No estaba al acceso del público, de la grada, de la tribuna, ya que se encontraba, como poco, a tres o cuatro metros", cuenta Gea. "Es decir, que no se puede coger estirando el brazo. O saltas o es alguien que ya está en el césped, que tiene permiso para estar ahí". Ninguno de los dos fotógrafos quiere señalar a nadie, aunque a los dos les hubiese encantado poder visionar, de inmediato, las grabaciones que posee el club de todo lo ocurrido durante el partido, pero ese visionado es imposible de hacer al momento, ya que las grabaciones son de los Mossos, debe preservarse, en principio, la intimidad de los espectadores y, por tanto, su visionado forma parte del proceso investigador, que arranca de la presentación de la denuncia.

Tanto los Mossos como el Barça reconocen estar "seriamente preocupados" por los dos hurtos, ya que se trata de un material profesional y, sobre todo, como indicó una fuente oficial del club "de la intranquilidad de los fotógrafos que trabajan sobre el césped y que deben seguir haciéndolo sin temer a volver a ser robados".

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INVESTIGACIÓN EN MARCHA

“Es evidente que, además de tomar declaraciones a la gente que se encontraba en aquellos momentos en ese punto, que es muy variada, aunque todos están acreditados, se acabarán visionando las imágenes, pues todo forma parte de la investigación que se ha puesto en marcha”, señala una fuente de los Mossos, que siguen en contacto con el departamento de seguridad del Barça, que insiste en que “las imágenes son de la policía, no nuestras y la máxima responsabilidad, en día de partido, es de la policia”. El proceso, por tanto, es primero presentar la denuncia, que provoca una investigación de los Mossos, que, en efecto, en el proceso acabarán visionando las imágenes.

Lo cierto es que la mayoría de los fotógrafos que se sitúan a ambos lados de las porterías trabajan con diversas cámaras, pues en cada una de ellas tienen colocado un objetivo de diferente tamaño y campo de cobertura. En el caso de Gea, además, el ladrón aprovechó que se había levantado, una vez concluido el partido, para recoger la cámara que, con un pequeño trípode, tenía colocada, tras las redes de Moyá, y que disparaba por control remoto desde la posición en la que trabajaba con su gran teleobjetivo. “Fueron uno o dos minutos, no más, levantarme, ir, cogerla y volver. Y ya no estaba la cámara ni el 400”, señala Gea.