EL CLÁSICO DE LA LIGA

El campeón brilla por su ausencia

Barça y Madrid libraron un pobre partido del que se aprovecharon los blancos en una mala noche azulgrana

Puyol trata de proteger el balón mientras Khedira  se acerca por detrás para marcar el 0-1.

Puyol trata de proteger el balón mientras Khedira se acerca por detrás para marcar el 0-1.

JOAN DOMÈNECH
BARCELONA

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El mayor castigo del Barça no fue, o será, perder la Liga, sino perderla ante un equipo vulgar, peor que él, a pesar de lo que diga, y dirá, la clasificación. El cupo de errores permisibles quedó definitivamente rebasado ante un Madrid pobrísimo en el juego y feo en las maneras, pero eficaz en grado sumo: un córner y un contrataque ejecutaron a un Barça desconocido y desnortado como nunca se había visto en la más alta exigencia.

No fue un Barça que superara ni el aprobado y eso tiró el listón futbolístico al suelo, porque al Madrid no le importa nada la imagen. Al contrario, se gusta en la estética más macarra, sobre todo ante un Barça que pasa por ser el paradigma de lo angelical, y se exhibió ayer en una noche redonda: récord de goles en la Liga, primera victoria de Mourinho en el Camp Nou y Liga en el saco.

Si anoche debía verse al futuro campeón, nadie debería ir a recoger el trofeo. Lo hará el Madrid por su regularidad y gracias a ese colchón de puntos con el que pudo acudir al Camp Nou sin miedo a perder el liderato. Las credenciales de líder aspirante las olvidó el casa; el papelón que hizo no se corresponden con las del futuro ganador. Pero tampoco las presentó el Barça, que sucumbió ante los suyos en uno de los peores partidos de la era Guardiola, que cambió el dibujo táctico y desorientó a los suyos. No se encontraron hasta que se reunieron en el vestuario.

NI XAVI, NI MESSI, NI INIESTA / Mal el Barça y mal el Madrid, el clásico defraudó. En particular los azulgranas, que jugaban la última carta y acabó siendo un farol. Ni Xavi, ni Messi, ni Iniesta. Desaparecidos los tres pilares, a los blancos les bastó con mantenerse abrigaditos detrás. Defendieron de maravilla ante un Barça que nunca intimidó; es que ni siquiera dispuso de tres ocasiones mal contadas. El gol de Alexis duró un suspiro antes de que Ronaldo culminara un contrataque.

En el fondo, no cabía esperar nada de un equipo entrenado por Mourinho, vistos los precedentes que mostró con el Chelsea y el Inter. Utilizó el abecé básico del estilo inglés para construir desde los zapatazos de Casillas o los centrales (el portero sacó casi todas las faltas de su campo) y el italiano para amontonar hombres atrás, especular con el juego y esperar el fallo ajeno. Iniciativas, ninguna, más allá de las que pudiera imaginar Ronaldo. Y fueron pocas.

UN BARÇA SIN IDEAS / No anduvo precisamente sobrado de ideas el Barça. Al contrario. En el caso azulgrana no se debió a una renuncia, ni siquiera a las órdenes de su entrenador, sino al modelo que usó el técnico. Guardiola plantó al al equipo de una forma jamás vista en cuatro años, y sus hombres tuvieron que pasar la imprescindible adaptación en el partido. El extravío del Barça fue antológico.

Se plantó con tres defensas (algo nunca visto hasta ahora en un clásico), dos mediocentros (Busquets y Thiago), dos interiores por delante (Xavi e Iniesta) y tres puntas. Thiago y Tello fueron los grandes agraciados de la fórmula al desplazar a Cesc y Alexis respecto al partido ante el Chelsea. El Barça no tuvo nada que ver con el de Londres. El día y la noche. En el momento menos indicado perdió su identidad.

SIN JUEGO Y SIN OCASIONES / Busquets no se sintió cómodo con la presencia de Thiago, ni este supo ayudar atrás o dar más velocidad al juego. Xavi no conectó con Iniesta ni con Messi. Demasiadas desconexiones. Con fatales consecuencias, más allá de la obligación de remontar el tanto de Khedira, nacido de un córner. Resultó imposible sin crear juego generar ocasiones. En el primer tiempo solo hubo una de Xavi a pase de Messi (m. 26) que desvió Casillas; luego una de Tello y la de Alexis.

El Barça estaba parido para atacar por dentro y solo lo intentó por dentro. Alves no aportó nada como extremo derecho y las intervenciones de Tello fueron anecdóticas por escasas. El pobre extremo no acertó ni una. En absoluto fue responsable de la derrota ni del desaguisado, general, y más atribuible a los titulares habituales, espectros rodeados todos ellos por las sábanas blancas.

Tan mal estuvo el Barça que el Madrid no tuvo necesidad de repartir patadas. Quedó claro, sin embargo, que daría cuantas fueran menester. Guardiola no cambió el dibujo, tozudo, convencido de que estaba razonado y surtiría efecto. Aunque entraron Alexis y Pedro, y luego Cesc, nada mejoró. Cerrada la Liga, habrá que cambiar en la Champions.