Un punto de impotencia del Barça ante el Villarreal

Un golazo de Messi atenúa otro tropiezo de los azulgranas, que suman su segundo partido del año sin ganar y caen al tercer puesto

Messi marca magistralmente de falta el empate en el Villarreal-Barça.

Messi marca magistralmente de falta el empate en el Villarreal-Barça. / periodico

JOAN DOMÈNECH / VILA-REAL

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Como en los viejos tiempos, reclamando penaltis no pitados, lamentándose de las ocasiones perdidas y llorando por la mala suerte por un disparo al poste. Jugando a la desesperada, sin cabeza, con el central (Piqué) de delantero centro y con otro delantero centro de 30 millones en el banquillo (Alcácer). Así ha acabado el Barça en Vila-real. Llevándose un punto que vale poco. O nada. Mucho menos que el del año pasado. Entonces le sobraban.

Aquel 2-2 abrió una mala racha a la que le siguieron tres derrotas que puso en peligro la Liga. Esta vez el Barça se presentó con tantos tropiezos acumulados que el 1-1 de este domingo no hace más que socavar las cada vez más débiles esperanzas azulgranas de revalidar el título.

EL GENIO, OTRA VEZ

Pudo haber sido peor, como pudo haber sido peor el resultado de Bilbao, de no ser por Messi. Una deidad impagable, un genio inhumano por los títulos que ha dado y por los títulos que ha evitado que se perdieran por el camino. Marcó en San Mamés para conservar las esperanzas en la Copa y ha marcado en Vila-real para impedir, o retrasar, la despedida anticipada de la Liga.

Mal ha comenzado el año el campeón de todo, con dos partidos sin ganar, lo nunca visto en la era Luis Enrique, que blandió los títulos conquistados para recalcar lo anecdótico del negativo estreno de su equipo en los tres años. Con una losa encima de cinco puntos de distancia sobre el Madrid (y un partido más jugado) se marcha del Estadio de la Cerámica, colaborando en colorear la inauguración ante Javier Tebas, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, que ha acopiado motivos para defender la ayuda del videoarbitraje que palíe (o evite) errores arbitrales. Que no injusticias, porque el Barça mereció tanto como el Villarreal quedarse con un punto.

Con tres novedades respecto a la Copa reinició el Barça la Liga (entraron Mascherano, Digne y André Gomes por Umtiti, Alba y Rakitic), y se encontró a otro rival igual de exigente pero muy distinto: el Athletic fue a buscarle hasta su casa y el Villarreal, por el contrario, le esperó en la calle a que saliera. Una diferencia tan sustancial como que a Iniesta le vigile Raúl García o Dos Santos. El capitán quedó anulado en Bilbao y esta noche se ha desplegado como él sabe. Messi se le acercó y entre los dos cambiaron la cara al equipo. Y un poco el resultado.

LOS PEORES CAMPOS

Dos de los peores campos aguardaban al Barça en la vuelta de las vacaciones, por más que hubiera encadenado 14 partidos sin perder ante el Villarreal (ya son 15) y Fran Escribá, el entrenador de los amarillos, nunca hubiera vencido a los azulgranas. Tampoco lo logró por culpa de un rabioso tiro a la escuadra de Messi, uno de los pocos que no está desperezándose del regreso de las vacaciones. 

La buena pinta del Barça, a diferencia de la angustia que insinuó en San Mamés, se detectó desde un principio. Dominó el juego (el rival también se lo permitió) y pudo crear oportunidades, aunque Sansone Dos Santos obligaron a Ter Stegen a mancharse. Con apenas dos o tres combinaciones verticales, se presentaba el Villarreal ante las narices del alemán, y, por el contrario, el afanoso trabajo azulgrana nunca obtuvo recompensa.

Las señales que emitió el equipo fueron positivas por cuanto sus mejores hombres se involucraron en el juego. Si Messi interviene, si Iniesta trasiega con el balón, si Neymar recibe el balón con espacios, se ve al Barça más reconocible, aunque otros jugadores estén en peldaños inferiores. Como Digne Gomes, aún en fase de aprendizaje de algo más complicado de lo que conocieron como fútbol. Medir tiempo, espacio y velocidad nunca fue fácil, por más que exista una fórmula para calcularlo.

CULPA COLECTIVA

Digne falló el pase que originó el gol de Sansone, pero nadie estaba en su sitio y nadie opuso la agresividad necesaria para abortar ese contrataque. Un ejemplo perfecto de la responsabilidad compartida del fútbol. Messi expuso otro ejemplo de una tesis igual de sólida: a veces basta con el talento. 

Si ya era difícil meterle un gol al Villarreal –el menos batido de la Liga–, meterle dos en media hora complicaba el panorama. El empate no servía más que de alivio efímero. Luis Enrique adoptó una medida drástica: retiró un defensa (Digne) para introducir un delantero (Arda) y lanzó a su equipo a juigar sin red, desesperado al ver que la temporada se le escurre de las manos.

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