El partido del Camp Nou

El Barça destroza al Málaga en media hora

Tres goles de Iniesta, Villa y Pedro convierten el partido en otro episodio de recital azulgrana

Duda supera magistralmente la barrera azulgrana en la falta que supuso el único gol del Málaga.

Duda supera magistralmente la barrera azulgrana en la falta que supuso el único gol del Málaga.

JOAN DOMÈNECH
BARCELONA

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N o pasará a la historia la victoria del Barça que le dio el récord de puntos en la primera vuelta y el inútil título de campeón de invierno. Quedará olvidada en la cada vez más amplia colección de exhibiciones futbolísticas de este equipo. Ya son muchos los partidos que merecen recordarse del once de Pep Guardiola, más de los que la memoria humana es capaz de conservar.

No pasará a la historia porque la primorosa media hora de los azulgranas ya se ha visto repetidas veces. Los tres goles con que liquidó al Málaga nada más salir convirtieron el encuentro en un trámite, uno más, en la espectacular carrera del Barça hacia la Liga, inalcanzable para el Madrid, al que ya aventaja en cuatro puntos y al que ha dejado a años luz en juego. Un recital que fue breve para una hinchada que intuía otra noche apoteósica.

UN JUGUETE / Fue un juguete el Málaga para el cuadro barcelonista, al que manipuló como quiso. Por momentos le ridiculizó haciéndole correr detrás del balón igual que corre el perro cuando su amo le lanza objetos para que vaya a buscarlos. Fue tal la superioridad local y tan débil la oposición visitante que, con el partido resuelto, unos y otros se pusieron a pensar en otros asuntos ajenos al juego. Hasta el árbitro, que no quiso penalizar algunas entradas de los malaguistas viendo que ni siquiera así dejaba el Barça de mover el balón, se distrajo.

Solo faltaba el tropiezo del Madrid en Almería para incentivar aún más a los azulgranas en su salida al campo. Les sobraban los alicientes y, encima, podían ensanchar la ventaja sobre el único rival que les queda. El Barça se encuentra en un estado de gracia tal que pudo prescindir de los goles de Messi para encarrilar el triunfo, con Iniesta en su plenitud (seis goles, su mejor cifra en el campeonato), con Villa siempre con la caña a punto y con un Pedro enrachado que ha coleccionado seis tantos en las últimas cuatro jornadas.

EL EQUIPO QUE GOLEA / Cabía esperar una diferencia abismal entre el

Barça y su convidado, como se vio. Por muchas razones. Guardiola alineó al once de las manitas (Panathinaikos, Sevilla, Madrid, Espanyol...), que ya juega con los ojos cerrados y el Málaga está en construcción en el ecuador del campeonato. Su presidente qatarí va firmando talones para comprar futbolistas que saquen al cuadro andaluz -un juguete también para el dirigente- de la cola. Solo dos jugadores repitieron desde la alineación de la primera jornada, tres desde la 10ª y solo uno de la 16ª.

No es de extrañar que en el envite entre el campeón y un adversario confeccionado de retales, Valdés no tuviera que hacer su primera parada hasta el minuto 64. El gol de Duda, tres más tarde, llegó con el Barça desconectado. Muy poco costó que volviera a coger el hilo. Ese tanto le hirió en su amor propio y Villa firmó a continuación su cuarto doblete liguero, tras pillar una bella asistencia de Messi.

RIZAR EL RIZO / Visto el transcurso del duelo, cabe sospechar que el Barça no tenía en mente que el récord de goles en 19 partidos estaba en 63 (del Madrid) hace justamente 50 años. Los azulgranas se quedaron en 61. Habría caído ese registro también. Ocasiones no faltaron. Pero necesitado de dificultades que incentiven su prolífica imaginación, los azulgranas parecen desdeñar las jugadas fáciles. Buscan el más difícil todavía para explorar sus propios límites en cuanto han resuelto cada uno de sus compromisos. Iniesta disparó sin pensar, Villa apeló a su instinto y Pedro cazó un rechace de Asenjo en los remates que encarrilaron el resultado. De las jugadas elaboradas no se culminó ni una porque buscaron rizar el rizo.

Un ejemplo es Messi, que ya no se conforma con goles vulgares. Hace un año Guardiola le liberó de la banda derecha, precisamente ante el Málaga, para que jugara donde le diera la gana y ayer se movió más fuera del área que dentro. Le regaló una asistencia a Villa y luego intentó algunas acciones individuales que no se consumaron. Tuvo dos mano a mano con Asenjo. No necesitó el Barça el brillo de su estrella, lo que prueba la progresión del bicampeón. Pellegrini lo volvió a comprobar, esta vez desde un banquillo más modesto.