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Pekín condena el ataque y lamenta la tibieza internacional con el asalto

El Gobierno chino aspira a aplicar la máxima dureza contra los alborotadores pero teme que una mayor represión incremente los disturbios

Activistas frente el Consejo Legislativo de Hong Kong

Activistas frente el Consejo Legislativo de Hong Kong / periodico

Adrián Foncillas

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Desde Pekín, las oficinas gubernamentales en Hong Kong y los principales órganos de propaganda, China no desayuna cada día con un Parlamento arrasado y los hechos merecieron un coro condenatorio masivo. Esas imágenes vandálicas que han monopolizado las portadas globales dinamitan el mantra de la estabilidad social y cuestionan la capacidad china para controlar a las turbamultas. Es un precedente peligroso para la reputación del Gobierno central.

"Algunos elementos extremistas usaron una violencia excesiva para atacar el edificio del Legislativo y ejecutaron una serie de asaltos a gran escala. Esto es impactante, sobrecogedor y enojante", reza el comunicado de la Oficina de Relaciones en Hong Kong, el principal órgano del interior en la isla. "Totalmente intolerable", termina. El Consejo de Estado abundó en la gravedad del asalto, repitió su apoyo al Gobierno local y exigió el castigo de los responsables.

El Ministerio de Exteriores lamentó los comunicados llegados desde Europa y Estados Unidos, que incluían peticiones de paz y diálogo y carecían de condenas rotundas al vandalismo. "Supone una doble vara de medir que exijan el derecho a la protesta pacífica… Todos sabemos cómo la policía en Europa y Estados Unidos gestiona la violencia y hace cumplir la ley", ha dicho Geng Shuang, el portavoz ministerial. Ha añadido que "son extremadamente hipócritas" y no es el más discutible juicio que se le ha escuchado.

La caja de Pandora

El mensaje más afilado llegaba otra vez del 'Global Times'. "La sociedad china es consciente de que una política de tolerancia cero es el único remedio contra estos comportamientos destructivos. Si no la utilizáramos, se abriría la caja de Pandora". El medio, bajo el paraguas del 'Diario del Pueblo', acusaba a los jóvenes de "estar cegados por la arrogancia y la rabia" y de mostrar un "desprecio absoluto por la ley y el orden".

Es una novedad que el editorial haya sido publicado en las ediciones en inglés y mandarín. Revela la voluntad de que el mensaje también llegue a una audiencia interna a la que hasta ahora se la había escatimado la información de las protestas para evitar el efecto contagio. La prensa oficial se había ventilado el aniversario del regreso de Hong Kong a la madre patria, que se celebraba ayer, aludiendo a las concentraciones de júbilo de sus compatriotas isleños.

El dilema

Con su población al tanto de la gravedad de los disturbios, a Pekín se le plantea un dilema shakesperiano. Por un lado, el inédito desafío de los jóvenes hongkoneses demanda una respuesta severa para desincentivar a emuladores en el interior. Por el otro, el Partido Comunista es consciente de que cualquier presión en Hong Kong incrementa los recelos hacia la China continental y estimula sin remedio nuevas y mayores protestas.

No es improbable que el Partido Comunista continúe con una violencia más verbal que factual porque le sobra pragmatismo. Pekín ha gestionado su peor crisis social desde Tiananmén reafirmando su apoyo a Carrie Lam, la jefa ejecutiva, y aclarando que no se inmiscuirá en la justicia local para castigar a los culpables.