El turismo se resiente

Las reservas de última hora, que suponen una parte importante del negocio hotelero, han experimentado una caída de más del 20%

Un grupo de turistas se fotografían frente al Partenón.

Un grupo de turistas se fotografían frente al Partenón. / CHM/YJ/

CLARA PALMA HERMANN / ATENAS

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«Sí, las reservas han caído. Pero de momento lo tenemos todo bajo control». Konstandinos y su padre han sacado dos sillas a la acera. Delante del hotel Mitropoleos, en el corazón de Atenas, intentan evadir un calor que no remite ni a última hora de la tarde. «El mayor problema, hasta ahora -explica el joven - es conseguir pagar al personal en efectivo. Sería una pena que tuvieran que hacer cola en los cajeros para sacar el sueldo de 60 en 60 euros».

Cuando el pasado día 28 se impuso el control de capitales en Grecia, el sector turístico se echó a temblar ante un desplome a corto plazo. En los primeros días, de hecho, las reservas de última hora -que suponen un 20% del volumen total de negocio para los hoteleros- cayeron hasta en un 40%. Unas 50.000 reservas menos cada día, subrayaba entonces Andreas Andreadis, de la Asociación de Empresas Helénicas de Turismo. También algunos touroperadores de países nórdicos se decantaban a última hora por otros destinos mediterráneos rivales, como España, Turquía o Montenegro.

Según las aguas volvían a su cauce y los turistas se aseguraban de que podrían hacer uso de sus tarjetas sin restricciones, la cifra se ha estabilizado en una caída del 20%. «Tenemos algunas cancelaciones, por lo menos un 10% o 15% del total. Pero sobre todo han parado esas reservas de última hora». lamenta Konstandinos.

Efectivo

La mayoría de los viajeros prefieren venir bien pertrechados de efectivo para cualquier eventualidad antes que cambiar de destino en el último momento. Muchos, incluso, tienen curiosidad por conocer la realidad del país de primera mano. «Tenía interés por la cultura clásica, pero también quería ver con mis propios ojos cuál es la situación que viven los griegos», cuenta la francesa Angelique.

«Para nosostros no hay corralito», exclama jovial una familia norteamericana que chorrea sudor. «Nuestras tarjetas no tienen límite, así que todo está perfecto. Todo funciona bien y podemos gastarnos el dinero». A pesar de la satisfacción de los turistas, desde el sector estiman que, aunque el corralito terminase de inmediato, el influjo negativo se hará notar por lo menos a lo largo de un trimestre.

Los hoteleros se enfrentan, además, a otras dificultades, sobre todo las islas, como Santorini, Mikonos o Rodas, que dependen también de un turismo interior, el de los propios griegos, que sí ha caído de forma drástica. En estas zonas existe una mayor dependencia de proveedores concretos que transportan los bienes desde tierra firme; algunos hoteleros se quejan de que dentro de poco les podrían restringir el suministro de productos como los de limpieza. En cuanto a los alimentos frescos producidos en las propias islas por pequeños agricultores, es costumbre que se paguen en efectivo, por lo que algunos hoteles han pasado por dificultades para organizar el abastecimiento.

«El problema con el suministro no ha sido el control de capitales en sí, sino que no nos lo esperábamos», explica por teléfono Matilda, que regenta un hotel en Santorini y confiesa que han habido cancelaciones. «Al principio nos costó un poco organizarnos. Pero cuando los clientes nos pagan en efectivo no tenemos ningún problema en pagar a nuestros proveedores».

En la capital, las transacciones electrónicas están más implantadas, al menos en el sector turístico. «El 90% de los clientes nos envía emails pidiendo pagar con tarjeta por adelantado porque no quieren depender del efectivo. Para nosotros no es un problema porque casi todos los pagos, como a proveedores, los hacemos por la web del banco», relata Konstandinos.