La transición

Los rebeldes cederán el poder a un Gobierno interino en un mes

Un combatiente rebelde patea un grafito con la cara de Gadafi bajo la inscripción 'Dios es grande', ayer.

Un combatiente rebelde patea un grafito con la cara de Gadafi bajo la inscripción 'Dios es grande', ayer.

BEATRIZ MESA
TÚNEZ

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En Sirte se encendieron ayer las llamas de la última hoguera en la que se arrojaron las banderas del derrotado régimen y los libros verdes que recogían el retorcido pensamiento de Muamar Gadafi, del que nadie se escapaba, ni siquiera desde el exilio. En el fuego se ahogó la ira acumulada durante los últimos nueve meses de una guerra que los rebeldes no buscaban y más de cuatro décadas de sistema autócrata.

De Trípoli a Bengasi, donde el 17 de febrero nació la revuelta que ha acabado derrotando a 42 años de dictadura, las celebraciones por la muerte de Gadafi se sucedían ayer. «Ahora empieza nuestra libertad y la primera batalla que hemos ganado es la pérdida del miedo», aseguraron a EL PERIÓDICO los libios revolucionarios que desde las redes sociales celebraron el triunfo de la insurrección. Son muchos, sin embargo, los que hubieran preferido ver al coronel sentado en un banquillo y respondiendo ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) por los crímenes de guerra que se le imputan.

LA LIBERACIÓN / El Consejo Nacional de Transición (CNT) tiene previsto declarar hoy o mañana en Bengasi la «liberación total» de Libia, lo que significará poner fin de forma oficial a un conflicto que ha durado ocho meses y que ha costado, según las nuevas autoridades del país, la vida a más de 30.000 personas. Reconocido por la ONU y por más de 60 países como representante legítimo del pueblo libio, el CNT publicó en septiembre una «declaración constitucional» hacia la nueva «Libia libre». Según esta hoja de ruta, a partir de que se declare la «liberación de Libia», el CNT tiene un mes como máximo para disolverse y formar un Gobierno de transición que debe organizar en ocho meses unas elecciones libres. Una comisión, al margen del Gobierno provisional, se ocupará de la redacción de una Constitución que será sometida a referendo.

El Gobierno interino tendrá como prioridad trabajar sobre la unidad nacional y la cohesión social, siempre amenazada por las diferencias tribales durante los años de Gadafi. «Eso se ha terminado. Sin renunciar a nuestra pertenencia tribal, hemos de pensar en que somos un único pueblo con un único corazón. No habrá discriminación por razones ideológicas, étnicas o religiosas», explicó a este diario Ahmed Bani, portavoz del Ejército de la Revolución, para quien la segunda prioridad durante el desarrollo del proceso de cambio es iniciar el desarme de los rebeldes. A partir de este momento, la andadura política caminará hacia la creación de una República Democrática en la que el islam será la religión oficial del Estado y la sharia (ley islámica) fuente principal de legislación.

La labor es ingente para un país sin instituciones democráticas y escasa cultura política. Pero tras 42 años de dictadura, los libios comparten el deseo de avanzar en la senda de la libertad. «Espero democracia, total libertad y seguridad», comentaba a la agencia Efe ayer en Trípoli un funcionario, feliz de poder celebrar «la muerte del dictador».