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Perros más cívicos que las personas

Dos mujeres conversan junto a sus perros en un banco de paseo de Gràcia, en una imagen de archivo. / JORDI COTRINA

Después de leer tantas críticas contra los perros que pasean por nuestras ciudades, tengo que dar la razón a los que las suscriben.

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Por mucho que uno se esfuerce, siempre se lleva enganchados en las suelas de los zapatos los chicles, colillas, restos de comida y hasta algún resto de vómito que los perros van dejando por las aceras de nuestra querida Barcelona. No hay más que fijarse un poco para ver la cantidad de plásticos, envoltorios y basura de todo tipo que es esparcida por esos mismos animales. A lo que hay que sumar que muchas veces son incapaces de separar y reciclar sus residuos con la consiguiente perdida económica y daño al medio ambiente.

Por si eso fuera poco, también nos dejan un aire contaminado por el humo de sus vehículos y nos tienen viciado el ambiente con el ruido de los mismos.

Ironías aparte, es una pena que volquemos en los perros la culpabilidad que deberían asumir las personas.

Barcelona es una gran ciudad y necesita del civismo de todos para ser más habitable, ya tengamos perro o no.

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