Catalunya quiere liderar la revolución industrial del 3D

La fabricación aditiva empieza a cambiar los modelos de producción en todo el mundo por las numerosas ventajas que implica esta tecnología para la industria. Catalunya busca convertirse en un referente mundial para el sector

FERIA. Pabellón italiano en la feria  In(3D)ustry, celebrada en junio.

FERIA. Pabellón italiano en la feria In(3D)ustry, celebrada en junio.

Josep M.
BERENGUERAS

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«Las fábricas que conocemos nunca más volverán. Las que vienen son más pequeñas, más ágiles, más rápidas. Y es aquí donde la impresión en 3D jugará un papel clave». Así explica en pocas palabras lo que supondrá la impresión 3D (o fabricación aditiva) para un sector clave como la industria el vicepresidente mundial del área 3D de HP y director del centro de Sant Cugat del Vallès, Ramon Pastor. Este directivo lidera el equipo de la multinacional estadounidense que busca capitanear la cuarta revolución industrial, y lo hace desde Catalunya. En un mercado que no tiene líderes claros, colocarse como referente mundial de esta tecnología puede ser una ventaja competitiva para sacar partido de un negocio que ya mueve 7.000 millones de euros al año y que prevé haber triplicado el volumen en el 2020. Y Catalunya quiere jugar fuerte en este ámbito.

Las posibilidades del 3D son inmensas. De hecho, es un mercado que casi acaba de nacer pese a que su historia se remonta a hace unos 30 años. No es hasta ahora cuando sus aplicaciones empiezan a tener un impacto real tanto a pequeña como a gran escala, y que empresas de todo tipo (pequeñas, medianas y gigantes) se vuelcan en dar la bienvenida a esta tecnología.

Primero porque la impresión 3D se está expandiendo tanto a pequeña (consumidor) como a gran escala (industria). En el primer segmento, por la proliferación de impresoras 3D low cost: desde las que vienen ya preparadas para su uso como las que se fabrican por el propio usuario. En el segundo campo, por la evolución de la propia tecnología: baja el coste, se están implantando nuevas tecnologías y empieza a ser realmente rentable usar estos aparatos.

El mejor ejemplo es la máquina diseñada en Sant Cugat, la HP Jet Fusion 3D. Este aparato se lanzará al mercado en otoño, y puede fabricar cualquier pieza voxel (el equivalente a un píxel en 3D) a voxel. Además del ahorro (produce 10 veces más rápido y a mitad de precio que la competencia), la máquina puede imprimir en plástico y cerámica. En el futuro, en el mismo proceso se podrá incorporar a cualquier pieza no solo colores, sino también sensores que envíen información o códigos de información, todo integrado y sin pasos extra. La cantidad de materiales sobre los que se podrá imprimir seguirá aumentando: desde conductivos a orgánicos y metales, incluso combinados en una sola pieza.

Ventajas del sistema

La fabricación en 3D presenta numerosas ventajas respecto de la tradicional. Pastor lo resumía con un ejemplo: «El 3D y la fabricación tradicional convivirán», decía el directivo, que invitaba a imaginar una fábrica que tiene que invertir para producir un gran número de piezas. Con la tecnología habitual y moldes, quizá le sea rentable usar ese sistema «a partir de 10.000 piezas». «En cambio, el 3D es perfecto para entre 1 y 9.999 piezas», señalaba.

Entre las ventajas de la impresión industrial 3D están precisamente la fabricación de series cortas de productos, da la opción de prescindir del almacenaje: se puede producir cuando se necesite y solo el número realmente que se necesite. Además, se está cerca del centro de producción, y también se pueden personalizar las piezas de forma mucho más sencilla que con los moldes, es decir, casi hacer artículos a medida de las necesidades. «La reducción de costes que representa la impresión 3D reduce las barreras de entrada a nuevos competidores», señala también el trabajo Estado actual y perspectivas de la impresión en 3D de Jordi Fontrodona y Raül Blanco, publicado por el departamento de Empresa y Ocupació (2014). También hay ventajas medioambientales, pues se elimina el transporte de los productos.

La importancia del 3D no solo radica en quién diseñe el futuro de esta tecnología, sino en la oportunidad que representa para la industria local. «El coste marginal de imprimir la pieza enésima será igual a cero, puesto que sólo costará el material a partir del cual se fabrique. Una pieza costará lo mismo en Europa, América o China. Su valor lo capturará quien la diseñe», destacan Fontrodona y Blanco. Muchas de las industrias que en los 90 se deslocalizaron por razón de costes pueden volver a producir.

Mientras, Catalunya busca su lugar en el mapa de la impresión 3D. A la elección de Sant Cugat como lugar desde donde HP capitanea la impresión 3D a nivel mundial se le ha sumado una de las primeras ferias del sector, la In(3D)ustry, que se celebró en junio. También hay ya un tejido de empresas específicas de este sector (Comher, Ineo Prototipos, Natural Robotics...), centros tecnológicos que la investigan (Eurecat, Leitat), una completa red de Fab labs para fabricación de productos a pequeña escala e incluso un programa de preaceleración dirigido a empresas del sector 3D Printing de la mano de Conector y La Salle Campus Barcelona-URL. El tiempo dirá si se ha sabido aprovechar la oportunidad.