Análisis

¿Londres, Nueva York, Hong Kong? No, Barcelona

PAU ARENÓS

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Es muy difícil determinar cuándo algo se convierte en un clásico. ¿Al cabo de cuánto tiempo? ¿Cuántos años tienen que pasar para que el Sopar de l'Any sea considerado un encuentro con historia? Son ya ocho, los suficientes para reclamar antigüedad en días de moscas, en los que las modas mueren al poco de nacer. La buena noticia es que esa cena inseparable del Català de l'Any, y que comenzó en el 2007, es un clásico barcelonés desde el primer día, tal  fue el impacto entre los invitados a la celebración original.

Repetimos que es una festividad irrepetible: en la agenda de Ferran Adrià, por ejemplo, hay cinco cenas señaladas en rojo. Una es el Sopar de l'Any; las otras cuatro, las que soplan los 20 años de Financial Times en cuatro ciudades, Londres, Ginebra, Nueva York y Hong Kong, cocinadas por chefs célebres y de las que Ferran es anfitrión. Así están las cosas. Ejem, dos diarios, dos estilos.

Alguien pensó que tras el cierre de El Bulli, Ferran sería un jubilado de la petanca esferificada. ¡Qué error!  En lugar de contraerse, se expande: acaba de abrir la Bullipedia Lab y se calza el casco de obrero para El Bulli Foundation.

¿Londres, Nueva York, Ginebra, Hong Kong? No, Barcelona y sus héroes, aunque sean de Girona: los hermanos Roca, Joan, Josep y Jordi. El último es el primero: el mejor pastelero del mundo, según ese título hiperbólico de la revista Restaurant, que tanto los quiere, sí, pero que los ha bajado al segundo puesto. Da igual: para nosotros El Celler de Can Roca es... el número 1. En abril del 2015 volverán. Ver la complicidad de los tres es convencerse de que los buenos hermanos existen.

Más hitos internacionales. El empuje de Tickets y 41º en la lista The World's Best Restaurants (¿y cuando Pakta?) con un Albert Adrià pletórico y metido en aperturas y mudanzas, con la República Dominicana en el catalejo. La quinta estrella Michelin de Paco Pérez, conseguida en Berlín para mayor gloria de Catalunya. La recuperación de la segunda de Carme Ruscalleda en Tokio, por lo que vuelve a tener siete como siete soles nacientes. Un premio de arquitectura en Fráncfort para la carpa que Fina Puigdevall hizo levantar en Les Cols para celebraciones ligeras. La negociación de Mey Hofmann para abrir una escuela de cocina en Shanghái. Las inmediatas aventuras asiáticas, aún no publicables, de Nandu Jubany (chef ejecutivo del Sopar con Jaume Vera). Y el pollo, o pastel de varios pisos, que Christian Escribà prepara en Singapur, con un parque temático del que manará chocolate.

Viejos amigos, buenos compadres, aliados todos que dan la bienvenida al grupo de los Magníficos a los gemelos TorresSergio y Javier, que vendieron en Brasil para concentrarse en esta ciudad y sus alturas,  y a Sergio Humada, el joven chef encargado de mantener vivo el fuego de Via Veneto, casa inmortal como la de Carles Gaig, alcalde gastro.

Escribía sobre Financial Times y las cenas de autohomenaje en capitales planetarias cocinadas por chefs célebres. Hay muchas cosas que envidiarles, pero no eso.