EFECTOS COLATERALES DE SER LA CIUDAD DE MODA
El autobús favorito de los carteristas
El conductor baja del bus, en el que apenas quedan un par de vecinos, ya ningún turista. Están en la empinada y zigzagueante calle del Doctor Jové, en el extremo montaña de la línea. "Lo que da más pena es cuando te encuentras tirada por el suelo del bus la documentación de personas mayores. Ya saben a quién roban, ya...", explica. Además de por la aglomeración turística, la 24 es famosa por ser una de las líneas preferidas por los carteristas, justo por lo primero. "Antes teníamos detectados a todos los carteristas; ahora hay tantos que es imposible. Además, van combinando bus y metro", apunta Mario de Pablo delegado sindical Sindicato Independiente del Transporte (SIT) en el comité de empresa de autobuses de TMB. "Uno de los problemas con los que nos encontramos es que hasta aquí no pueden subir buses articulados, con mucha más capacidad, por la dificultad del giro", añade.
Manuel Campo tiene 92 años y es uno de los pocos que bajan en la última parada. Vive en la parte alta del Carmel, Gran Vista arriba. Calle, la de la Gran Vista, que hace honor a su nombre. Pero, reglas de la naturaleza, para obtener una gran vista hay que subir, y a los 92 años, por muy bien que se lleven, como es el caso de Manuel -"¿el secreto? No haber probado el vino en mi vida", presume- hacerlo a pie es casi un imposible, así que el 24 es su medio de transporte de cabecera. "Como yo me subo al principio, me puedo sentar, y aún. La marabunta sube luego, en el parque Güell", relata.
TAMBIÉN en el 92
Aparcado junto a la parada del 24, Manuel Martínez, taxista fuera de servicio, se suma de forma espontánea a la conversación. "A mí también me robaron en el 24. Lo de esta línea es una pasada entre turistas y carteristas, aunque al 92, que también sube al parque Güell, le pasa prácticamente lo mismo", señala.
El caso del 92 es también comentado por un grupo de vecinos en otro 24 de bajada, a la altura de la plaza de Sanlley. El recorrido de esta otra línea es casi tan goloso como el del 24: del paseo Marítim a La Rotonda, pasando por la Sagrada Família y el parque Güell. Los guías japoneses que hacen rutas 'low cost' conocen también esta línea y la frecuentan.
Las vecinos han alzado la voz en varias ocasiones. En diciembre, Ramon Masagué publicó una carta en este diario en la que relataba el infierno en el que se convirtió el trayecto en el 24 hacia su comida navideña. La semana pasada fue Francesc Sabater, otro lector, quien denunciaba en este diario cómo la ciudad había hipotecado sus servicios públicos al turismo, también tras un viaje en el 24.
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