Entrevista a Florian Mueck

"Barcelona tiene esta chispa de imperfección que es lo que me engancha"

EL PERIÓDICO realiza, en colaboración con Barcelona Global, una serie de entrevistas a profesionales internacionales que han escogido vivir y trabajar en Barcelona. Se trata de personas nacidas y formadas en el extranjero que por su experiencia, formación, capacidad emprendedora y creatividad aportan valor añadido a la economía global y pueden ofrecernos otra visión de la ciudad.

Este experto en retórica y coaching empresarial considera que la ciudad debería tener más confianza en sí misma y menos coches

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NACHO SÁNCHEZ VALDIVIA / BARCELONA

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Tiene 42 años y un hijo de 10. De origen alemán, Florian Mueck vivió en Múnich antes de mudarse a Barcelona, hace 13 años. Actualmente reside con su pareja y dos perros en una casa en las afueras de la ciudad. Es autónomo y trabaja como 'coach' de oratoria y retórica para empresas. Además es colaborador habitual de la escuela de negocios IESE.

-¿Por qué escogió Barcelona? Soy víctima del programa Erasmus. Aterricé en la capital catalana en 1997 y pasé un año aquí. Fue entonces cuando me enamoré de Barcelona y de sus habitantes. Volví en el 2003 para establecerme y trabajar, cuando mi antigua empresa, KPMG, me ofreció la oportunidad de trasladarme a Barcelona como "expatriado". Me gusta la ciudad, porque considero que ofrece una excelente calidad de vida, tanto en el ámbito privado como en el profesional.

-¿Qué aspectos de la ciudad hay que mejorar? En mi mundo, hay dos aspectos mejorables. En primer lugar, una ciudad global debe tener una actitud y mente global. Si quieres ser global, tienes que mezclarte con globales. Si únicamente te relaciones con amigos de toda la vida, nunca vas a ser una persona con mente global. En segundo lugar, la gente de Barcelona debe ser capaz de reírse de sí misma. Es muy importante conocer los propios defectos para poder construir exitosamente. Por otro lado, Barcelona es una ciudad muy compacta, donde se concentra mucha gente, pero tienen que haber menos vehículos. De hecho, yo no tengo coche y estoy convencido de que el futuro de las ciudades es sin coches.

-¿Cuál siente que es tu ciudad? Desde que participé en el programa Erasmus me siento europeo. En total tengo siete identidades: yo soy de Weidach, Coburg, Baviera, Alemania... y ahora de Barcelona, Catalunya y España. No tengo ningún problema, porque siempre me he sentido en casa allí donde he estado. Para mí es más un tema de aceptar tus diferentes identidades y adaptarte a cualquier ciudad donde estés.

-¿En qué aspecto de su sector destaca positivamente la ciudad? ¿En que hay que mejorar? En el futuro me gustaría poder crear una escuela de retórica en Barcelona, como en la antigua Grecia. Barcelona es una ciudad perfecta en el mundo de la formación, porque tenemos grandes escuelas de negocios, universidades y profesionales. El futuro del trabajo humano está en la comunicación, y Barcelona es una ciudad con un gran potencial en este sector: el Mobile World Congress, las 'startups', 14 clubs de Toastmasters.org, que es una organización mundial de oratoria... Para poder explotar este potencial comunicativo, hay que tener más autoestima, más autoconfianza y creer en uno mismo. Si se apuesta por ello, en Barcelona hay futuro para la oratoria. Sin embargo, como formador profesional me he dado cuenta de que a la gente le encanta la "perfección imperfecta", es decir, que no gusta que todo esté perfecto. Barcelona tiene esta chispa de imperfección, que es lo que me engancha a ella.

-¿Recomendaría a un amigo venir a vivir a Barcelona? Cada dos por tres tengo que ayudar a amigos a instalarse en la ciudad. Y todos son felices en Barcelona. Sin embargo, no es sencillo mudarse a esta ciudad. El precio del alquiler y el sueldo son un problema. En Alemania ganas hasta el doble pero pagas el mismo alquiler que en Barcelona. Hoy mi vida es una maravilla, pero Barcelona no es fácil, no todo es sol y playa. Cuando en el 2008 dejé KPMG para crear un proyecto internacional, no tenía dinero y pasé momentos difíciles. Pude salir adelante gracias a grandes consejeros que encontré en mis asociaciones. Lo primero que le digo a mis amigos que vienen a Barcelona es que busquen asociaciones y mentores que les puedan ayudar cuando pasen malos tiempos.