exposición DOCUMENTAL FOTOGRÁFICO

Memorias de la Perona

Esteve Lucerón reúne en 'La Perona 1980-1989' 47 instantáneas de los últimos años de vida de uno de los barrios chabolistas más emblemáticos de Barcelona.

Imágenes de tres momentos cotidianos de los gitanos de la Perona.

Imágenes de tres momentos cotidianos de los gitanos de la Perona.

MIREIA MOYA
BARCELONA

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Diez años fueron los que Esteve Lucerón, fotógrafo catalán, dedicó a conocer el extinto barrio de la Perona, antiguamente ubicado en la Ronda de Sant Martí de Provençals, en la Verneda. Fue uno de los últimos reductos chabolistas de la ciudad, donde llegaron a refugiarse alrededor de 200 familias con escasos recursos. El resultado final se materializó en forma de un exhaustivo y minucioso documental fotográfico que ha acabado convirtiéndose en un retrato social de uno de los momentos más importantes de la historia contemporánea de la capital. Y ahora, la sala Barcelona Visions ha decidido rescatar parte del legado del fotógrafo con la exposición La Perona 1980-1989, una muestra que reúne 47 imágenes tomadas por Lucerón y recuperadas por Jordi Gratacós.

La retrospectiva, inaugurada el pasado día 13, permanecerá abierta al público hasta el próximo 11 de julio, coincidiendo con el Festival de Fotografía Documental de Barcelona, un ciclo dedicado al fotoperiodismo que contará con una oferta de hasta 40 exposiciones gratuitas repartidas por toda la ciudad.

Precisamente se trata del mismo espíritu que en su día llevó a Lucerón a emprender su labor de investigación: «Cuando cursé mis estudios fotográficos, me interesé mucho por la escuela documentalista americana y de ahí nació mi fascinación por la Perona. Quise retratar en profundidad la marginalidad que acompañaba al colectivo gitano en aquella época, mostrar la vida paupérrima que tenían, y guardarla para la posteridad», argumenta el fotógrafo.

EL PROCESO CREATIVO // En 1980, aprovechando que había reunido una razonable suma de dinero, Lucerón decidió empezar su ambicioso proyecto. Conoció la Perona porque trabajó en un programa especial para la erradicación del chabolismo. Así empezó a pasear por la zona marginal y a hacer fotografías de escenas cotidianas que presenciaba. Los primeros en aparecer fueron los ancianos y los niños. Poco a poco se fue introduciendo en el barrio hasta llegar a ser uno más de la comunidad. Pese a la dureza de sus vidas, los protagonistas de las imágenes siempre muestran orgullo, dignidad y fuerza, y también revelan la gran complicidad que tenían con Lucerón.