'ELS BOSCOS', un camino prometedor

NÚRIA SÀBAT

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AUTOR David Mamet

DIRECCIÓN Julio Manrique

INTERPRETACIÓN Cristina Genebat y Marc Rodríguez

LUGAR Sala Beckett

FECHA DE ESTRENO 13 de septiembre

Después de acreditar como actor una profesionalidad que va consolidándose día a día, Julio Manrique amplía horizontes y estrena su segundo montaje como director; un trabajo que revela las ganas de empezar con buen pie y la intención de tomárselo en serio. El equipo que le rodea y el apoyo de la Sala Beckett son, en este sentido, un claro signo de confianza a la que Manrique ha sabido responder con una propuesta sincera y correcta, enmarcada en un riguroso realismo que ahoga un poco el aire de cuento y sueño que debería envolverla.

Els boscos nos traslada a una cabaña junto al lago donde una joven pareja espera pasar un idílico fin de semana. El paisaje y su atmósfera tienen una gran importancia, ya que a través de ellos ha de verse la oposición entre la naturaleza y el alma humana, reflejada en la evolución emocional de los personajes Ruth y Nick, que de una plácida relación inicial van derivando hacia una refrenada tensión que insinúa ya la divergencia de intereses y necesidades hasta eclosionar tempestuosamente, vomitando los miedos y deseos más recónditos.

Pero el texto de Mamet, de modélica progresión dramática, presenta, además de las habituales dificultades, un reto particularmente complejo: superar ese primer momento de total y absoluta comunión cosmológica sin caer en la cursilería, algo que en este montaje se ha evitado aunque no logre ahuyentar del todo un palpable aire adolescente que, afortunadamente va diluyéndose a medida que la obra avanza y aparecen las primeras grietas, bien insinuadas a través de determinadas inflexiones de la voz, pequeños gestos o reveladoras miradas que ambos intérpretes resuelven con convicción.

El clímax se produce en los instantes de máxima crispación, en los que la palabra y el gesto amables son sustituidos por la vulgaridad, el exabrupto y la agresión; momentos que permiten a Marc Rodríguez y a una Cristina Genebat a ratos verdaderamente conmovedora, sacar lo mejor de sí.