La crítica de Monegal: Tres debates, un protagonista y otro que va de pícnic

Estoy de acuerdo con los muchos analistas políticos que han advertido la relevancia que le ha sobrevenido a Salvador Illa en los debates de TVE Catalunya, de La Sexta y de TV3. En los tres, Illa fue la diana principal del resto de candidatos. Todos le eligieron como el adversario a batir.

«Usted va de perfil: ni una mala palabra, pero ni una buena acción (...) Usted siempre se quita las pulgas de encima (...) Usted ya da por hechos los resultados y se le va a quedar cara de Núñez Feijóo (...) Usted no le dice la verdad ni al médico (...) Usted tiene un plan que es seguir atracando a los catalanes (...) Usted es cómplice de la red de delatores que espían a los niños que no hablan catalán», y así, en bucle, en los tres encuentros televisivos.

O sea, que a Illa la suerte le ha sonreído. En la tele no hay mayor bendición que te sitúen en el centro de una perdigonada colectiva. Si no te pones nervioso, solo hay que ir dejando que te vayan transformando en protagonista. Con razón en la última sesión, la de TV3, y aun faltando cinco días para las elecciones, Illa se encontraba tan animado por el tratamiento recibido que le sobrevino un rapto de euforia íntima, se puso en ‘modo president’ sobre la marcha, y nombró directamente desde su atril a Núria Parlon como futura consellera de Interior, y al 'major' Trapero, director general de los Mossos. ¡Ah! La tele proporciona a veces golpes de ilusión muy bonitos.

Gemma Nierga y Xabier Fortes, en TVE; Ana Pastor en La Sexta y Ariadna Oltra, en TV3, han hecho un trabajo impecable. Estas criaturas de la tele atesoran gran experiencia en debates televisivos. Ellos quedan. Los debatientes, en cambio, pasan como fugaces meteoritos. El momento de la llegada de los políticos siempre es muy entretenido. Es un instante de alta comedia. Los directivos salen a recibirles. En TVE, el jefe de informativos, Pep Vilar. En La Sexta, el presidente de Atresmedia, Josep Creuheras. En TV3, su director, Sigfrid Gras. Les dan la bienvenida con aparente campechanía. Simulan que son amigos de toda la vida. Es muy divertido, porque todo es postizo. A mí me gustó el golpe indumentario de Carlos Carrizosa. Debe de tener asumido que Ciutadans lo más cerca que estará del Parlament será en el Zoo de Barcelona, y se presentó con atuendo ‘sportivo’, como quien va a coger un tren de cercanías para irse de pícnic. El domingo por la noche sabremos cómo queda la tortilla.

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