Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: Sin imágenes de la boda de Tamara, ponen la de un militar en Valencia
Tamara Falcó e Íñigo Onieva se despiden de sus invitados con un almuerzo en el Hotel Ritz'
Anti-wedding' o anti-bodas: la tendencia de casarse huyendo de bodorrios a lo Tamara Falcó
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
En vista de que no tenía ni una sola imagen de la boda de Tamara Falcó –porque la exclusiva estaba toda vendida a una revista– Sonsoles Ónega (A-3 TV) mandó cámaras a Valencia a enseñarnos la boda de un militar que se casaba también a esa misma hora, y ese mismo día.
Y nos ofrecieron el clásico ‘pasillo de sables’ que sus compañeros de batallón le dedicaron a esta pareja, Laura y Rafa, que se besaron con mucha pasión y cariño. ¡Ah! Es un recurso comprensible. Tiene que ser muy frustrante dedicar toda una tarde televisiva a una boda llamada ‘¡La boda del año!’, y no poder enseñar ni una sola estampa de la novia y el novio dándose el ‘Sí’. Este programa ‘especial’ que tuvo que hacer Sonsoles el sábado, supongo que obedecía a que Tamara forma parte del elenco de colaboradores del programa estrella de A-3 TV, ‘El hormiguero’.
Allí ejerce de tertuliana de cositas. De actualidad, de cotilleo, y también, si se tercia, opinadora sobre política. Tiene la enorme ventaja que, cuando habla, vocaliza de esa forma tan particular que se la entiende poquito. Pero en el imperio Atresmedia había que llenar la tarde y dar al menos la llegada a la finca de los ilustres invitados, en particular la de los propietarios de ‘El hormiguero’, Jorge Salvador y Pablo Motos, y otras insignes criaturas, todas vestidas de domingo. El instante más tremendo fue a las 20:23 cuando una Sonsoles muy emocionada exclamó: «¡Podemos comunicar que Tamara se ha casado!» pero no pudo poner ni una imagen de tan glorioso momento televisivo. En ‘Fiesta’ (T-5) pasó lo mismo: Emma García dedicó su programa al enlace, sin imágenes del mismo.
La estrategia mediática que le han diseñado Tamara es curiosa. Vende la exclusiva a una revista pero dilata, ralentiza, el evento durante tres días. El viernes fiesta de preboda en el Ritz. El sábado por la tarde, la boda en sí. Por la noche, fiesta de postboda. Y el domingo, ya casados, ‘fiesta brunch’ otra vez en el Ritz. Es una forma de asegurarse horas de fremética atención. En realidad Tamara imita lo que ya inventaron hace muchos años los de la NBA con los ‘play off’ a siete partidos. No interesa una final a un solo partido. El ‘show’ tiene que durar lo más posible. Hay que mantener la excitación del público. Y las casas de apuestas, contentas y felices. Aquí la única apuesta posible es si el matrimonio de Tamara va a durar menos, o más, que la del militar en la capital del Turia.
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