TÚ Y YO SOMOS TRES

Es lúcido saberse perdedor, lo otro es patético

monegal

monegal

Ferran Monegal

Ferran Monegal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aunque ya no es noticia el papel propagandístico y malabarista de TV-3 en todo lo que atañe al ‘procés’, no deja de ser espatarrante cómo nos vendían en ‘Tot es mou’ la votación de la Eurocámara.

Resulta que han retirado la inmunidad a Puigdemont, Comín y Ponsatí, pero viendo la misa que oficiaban en TV-3 parecía que habían ganado de calle el veredicto. Resaltaban con enorme alegría, en letras enormes, que el 42% había votado en contra, pero se olvidaban de dibujar la otra cifra: que el 58% había votado que sí, que su inmunidad debía ser retirada.

O sea, en el ‘Tot es mou’ impulsaban un clima de victoria la mar de surrealista. Eso es como celebrar, pongamos por caso, que el Barça le ha metido dos goles al Real Madrid, en un partido que se ha perdido por 2 a 5. Que esa ceremonia, esa ilusión, esa fantasía, la hagan y la impulsen los afectados, es natural. Es muy humano incluso. Cada uno es libre de elegir la forma de disimular sus heridas. Lo triste, informativamente hablando, es que en TV-3 sigan instalados en el antiperiodismo, transformándose en ‘cheerleaders’ a sueldo de este espejismo.

Creerse vencedor, sentirse estrella, cuando la realidad te desmiente, es una enternecedora ensoñación. Es una forma de impostura para intentar sobrevivir. Pero es peor el papel de los ‘fidèles servants’ que alimentan tan tragicómica y sombría ficción. Ese asunto lo acaba de retratar muy bien el actor Pepe Sacristán en ‘Palo y astilla’ (La Sexta). Mamen Mendizábal le preguntó: «Tú te sientes un ganador total, una estrella ¿verdad?». ¡Ah! Mamen se lo preguntaba desde la admiración más absoluta. Pero Sacristán la miró con una delicada intensidad, profunda, y moviendo la cabeza en sentido negativo contestó: «No, no, qué va... ¿Qué ganador? ¿Ganador de qué? Es la lucidez del perdedor lo que hace a un personaje grande. Eso de creerse un vencedor, eso de creerse una estrella, ¡es patético!».

¡Ah! Decía Simón Bolívar que el arte de vencer se aprende siendo derrotado sistemáticamente. Pepe Sacristán sabe muy bien de lo que habla cuando reflexiona sobre el ganar y el perder. A su padre, el Venancio, el franquismo lo arrancó de cuajo de su humilde casa de Chinchón y lo encerró en el penal de Ocaña. Fue un perdedor. Pero nunca un fracasado. «La lucidez del que se sabe perdedor es lo que hace a un personaje grande». Y lo contrario es patético. Deberían tomar nota en TV-3.

Suscríbete para seguir leyendo