TÚ Y YO SOMOS TRES

Cuando te llaman facha, ¿qué sientes?

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Ferran Monegal

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Ha sido entrevistado en 'El hormiguero' (Antena 3 TV) el presentador y director del informativo actualmente con mayor audiencia del telehipódromo estatal, Vicente Vallés (Antena 3 Noticias, 21 horas). Y Pablo Motos le ha lanzado esta pregunta: «¿Qué sientes cuando algún sector te dice que eres un facha? Bien mirado es una pregunta que también me la podría hacer a mi mismo». Y Vallés contestó: «No siento nada en especial. Cuando haces un trabajo en público hay gente que hoy les gusta porque escuchan lo que quieren oír, y mañana les disgusta porque han escuchado lo que no les gusta oír».

¡Ah! Es interesante que se hable abiertamente del apelativo facha. Se ha usado tantas veces, y desde hace tanto tiempo, para agredir al que no piensa como tú que ya en 1944 George Orwell advertía: «Tal y como se usa la palabra fascista, ha llegado un momento en que ha quedado prácticamente desprovista de sentido». ¡Ahh! Han pasado más de 70 años de esta advertencia 'orwelliana', y el abuso de la palabra facha o fascista como insulto, la han trivializado. La han dejado a la altura de cuando resulta que tu madre es una santa pero te llaman hijo de puta.

La tele ha ayudado mucho a la trivialización de este apelativo. En los soliloquios supuestamente informativos, en los debates, y en las tertulias, es constante. Se usa sobre todo cuando faltan argumentos y se quiere liquidar rápidamente a los que sustentan ideas distintas de las tuyas. Lanzas un ¡fachas!, o un ¡fascistas!, si puede ser con gestualidad teatral añadida, y queda el asunto listo. También hay mucho de odio en este apelativo. Hay quien ha hecho, y hace, del odio, un argumentario y una construcción política. Bien impulsado desde un medio tan potente como la televisión, se consigue que el odio cuaje en la ciudadanía.

Ha sido una conversación interesante. Con alguna ingenuidad comprensible, como cuando advertía Motos que hay ahora una ‘nueva corriente’ que consiste en perseguir a cualquiera que sea crítico con el Gobierno. Hombre, existe, sí, esta corriente. Pero no es nueva. Viene galopando desbocada con el actual y con todos los que le han precedido.

Aquí lo meditable es que con la trivialización del apelativo ‘facha’ se desvirtúa la gravedad de su contenido. Y los fachas de verdad, los auténticos fascistas, quedan camuflados en esta supina o malévola ignorancia conceptual, semántica y lingüística.

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