EL VIERNES, 1, EN MOVISTAR+

Retrato del hambre que no se ve

El monstruo invisible

El monstruo invisible / periodico

Sònia Parladé

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Mostrar la peligrosidad de la nutrición, pero también que la felicidad se da donde menos te lo esperas. Esta es la intención del cortometraje 'El monstruo invisible’, realizado por los hermanos Guillermo y Javier Fesser y Luis Manso, en colaboración con Acción contra el Hambre, que estrena este viernes (19.30), Movistar+.

El audiovisual narra la historia de Aminodin, el mejor recogedor de basura del vertedero de Papandayan, en Filipinas. En él se muestra la realidad tras la desnutrición crónica, ese ‘hambre invisible’ que afecta al desarrollo físico y cognitivo de 149 millones de niños en el mundo.

"Les explicamos que íbamos allí a demostrar que la felicidad se da donde menos te la esperas"

Desde que su primo Alimán dejó de sonreír por las bombas con las que tomó ISIS Marawi, Aminodin se promete hacer lo posible para que su primo, que ahora vive en un campo de refugiados, vuelva a ser feliz. Y es que, como dice su padre, las personas felices viven más.

La sonrisa de Aminodin

“Quisimos a Aminodin como protagonista, porque tenía una sonrisa que queríamos en pantalla: cada vez que sonríe nos hace sonreír a nosotros”, recuerda Fesser. “Estos niños, por muy dura que sea su situación, no pierden la capacidad de sonreír, amoldarse y jugar”, apunta Manso.

Aunque se trata de un corto de ficción, lo que retratan es real. “Hicimos ‘El Monstruo Invisible’ desde el punto de vista de escuchar, no de contar”, explica Guillermo Fesser. “La fórmula que encontramos y que funcionó es observar. A partir de ahí, nos inventamos un hilo conductor que le añadió a la película ese elemento de ficción”, coinciden Manso y Fesser.

El rodaje en Filipinas

El equipo capitaneado por los hermanos Guillermo y Javier Fesser y Luis Manso grabó el corto en poco más de dos semanas, después de haber visitado Marawi y la zona del vertedero, en la isla de Mindanao, para familiarizarse con los locales.

Directores y productor tuvieron que hacer una labor muy importante de explicar todo y hacer que los locales se acostumbraran, sobre todo los niños. “Cuando entendieron que no íbamos allí para mostrar al mundo lo miserables que eran, sino para demostrar que la felicidad se produce donde menos te lo esperas, empezamos a grabar”, dice el periodista, que se dio a conocer por el programa 'Gomaespuma'.

“Es impresionante su capacidad de adaptación y generosidad a la hora de adaptarse a las locuras del rodaje. Su capacidad de transmitir es increíble. Todo fue sencillo teniendo en cuenta las dificultades del lugar”, añade Manso, productor de las películas de Fesser.

Y es que la zona de Marawi tuvo un foco de ISIS, que la tomó en el 2017 y actualmente es una ciudad fantasma en ruinas. “Hay 200.000 personas en campos de refugiados. El vertedero está fuera de los límites de la ciudad bombardeada y su gente sobrevive como puede”, explica Fesser.

El vertedero de Papandayan

Miles de niños trabajan en el vertedero recogiendo basura para comer y para intentar vender cualquier cosa que encuentren. Y es que “para ellos es como Amazon: de allí sacan su comida, su ropa y lo que usan para hacer sus casas”, dice. Los niños, pacientes, esperan a que llegue el camión que cada día vierte miles de quilos de basura al vertedero.

"El camión de basura es para esos niños como Amazon: de allí sacan su comida y su ropa"

Lo que mostraron del vertedero es la realidad, en la que intentaron intervenir lo menos posible. “Como mucho, cuando venían los camiones los entreteníamos diez minutos hasta que llegáramos todo el equipo”, cuenta Manso, que admite que, aunque no fueran actores profesionales, repitieron menos tomas que cuando trabajan con profesionales: “Realmente fue tremendo lo bien que lo hicieron y su generosidad, poniendo siempre lo máximo de su parte”.

Acceder al vertedero con todo el equipo de rodaje no fue fácil. Desde que llegó el ISIS, hay un toque de queda a las 18.00 horas. “Desde nuestro hotel hasta el vertedero debíamos pasar seis controles policiales”, cuenta Fesser.

La educación como salvavidas

¿Cómo ayudar a esos niños? “Deben ayudarles las autoridades de su país eliminando la corrupción, haciendo que haya justicia y tengan acceso a la educación, que es la manera de salir de la pobreza", asegura.

Y es que hay poca educación y mucha desinformación en Marawi. En un momento del corto, el hermano pequeño de Aminodin llora porque está hambriento, pero su madre no le quiere dar el pecho. “En un país como Filipinas con tanta incultura, las multinacionales se están aprovechando para vender leche maternizada. Hay un estigma con la leche materna”, explica Fesser.

"Una de las cosas que tiene el hambre es la fala de autoestima"

Está todo relacionado con una falta de autoestima, aclara Fesser: “no tener autoestima hace que te dé vergüenza darle leche materna a tu hijo porque los demás van a pensar que eres pobre y te van a señalar por no poder permitirte la leche maternizada”.

Una anécdota en especial emocionó a Fesser: “La hermana de Aminodin tenía que grabar en un colegio, aunque nunca había ido a uno. Se quedó en 'shock' al verse con uniforme y con un libro en mano. Meses después supimos que pidió a sus padres que la llevaran ala escuela. Al final, accedieron. Solo por eso, la película ha merecido lapena”.

El documental también tiene toques de humor que hacen más fácil que la audiencia empatice con los protagonistas. “Si pones a niños que corren, saltan y que te caen en gracia rompes el estereotipo de lo que es pasar hambre, y esa es la mejor manera de empezar el debate de qué es el hambre y cómo podemos combatirla”, asegura.

Cometas contra monstruos

Con esta pandemia ha surgido una idea: como Aminodin y Aliman, muchos niños disfrutan con una simple cometa. Cometas contra monstruos es una iniciativa que propone a los niños confinados que hagan una cometa en su casa y que suban una foto en Instagram con el ‘hashtag’ #cometascontramonstruos. Todas estas imágenes se guardarán y se enviarán a los niños de esta zona de Filipinas.

“Quiero pensar en una metáfora: cuando en el corto levantan las cometas hasta al cielo están haciendo como en clase, cuando levantamos la mano. Están diciendo ‘¡Oye, existimos, mirad arriba, que estamos aquí!’ Que los niños de España levanten las cometas es como decirles: 'Tranquilos, que os hemos escuchado y estamos aquí para vosotros'”, concluye Fesse.