TÚ Y YO SOMOS TRES
TV-3: cada palabra prohibida es un arma
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Ferran Monegal
Colocado delante de una gran pantalla, Toni Cruanyes, el presentador del TN vespre (TV-3), nos mostró el martes las palabras y frases que la Junta Electoral ha prohibido a TV-3 que las utilice de ahora en adelante y hasta el 10 de noviembre entrante. «Ni ‘presos polítics’, ni ‘exili’, ni 'consell de la república’, ni ‘onsell de la repúblicaassemblea de càrrecs electes. ¡Ah! Esto de prohibir expresiones y palabras merece analizarse. Muchas veces produce el efecto contrario al deseado. Una manera ingeniosa de contrarrestar la prohibición, y al mismo tiempo ciscarse, es comenzar cada día, en cada informativo, repitiendo la orden de la Junta Electoral. O sea, ir repitiendo de manera sistemática las palabras que les impiden pronunciar. De hecho, en TV-3 ya lo están practicando: en el TN migdia del día siguiente, el miércoles, ya nos dibujaron en la pantalla, otra vez, las palabras condenadas. ¡Ah! Es de una efectividad colosal. Se transforma la prohibición en un arma. Un boomerang.
Recuerdo que en los años 90 se prohibió a los periodistas del Canal 9 (Televisió Valenciana) usar palabras consideradas «excesivamente catalanistas», muy mal vistas por los sectores de la entonces llamada derecha regional. Se llegó incluso a confeccionar un diccionario de vocablos censurados. Por ejemplo, no se podía decir segell, ni vacances, ni esport, ni argent, ni promès. Se obligaba a decir sello, vacacions, deport, plata y nuvi o novio. Y así hasta, exactamente, 543 palabras. Aquello provocó un recochineo general. Y el canal acabó mal.
En la propia TV-3, sobre todo desde que la han transformado en cheerleader del procés, se ha generalizado una subversión lingüística –y conceptual– muy curiosa. Por ejemplo, cuando se produce alguna catástrofe que afecta a todo el Estado, analizan el efecto en Catalunya y luego utilizan siempre la expresión: «I a la resta de la península...». Usan la palabra ‘península’ para evitar decir «i a la resta d’Espanya», porque sería reconocer que Catalunya forma parte de España, y eso para ellos es fatal. Otro truco muy particular es la adjetivación ante un evento de masas. Cuando la manifestación es proindepe, siempre «¡és un clam!». Una cosa encoratjadora i vibrant. Cuando es de signo constitucionalista, ni es clam, ni encoratja, ni nada. ¡Ahh!
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