TÚ Y YO SOMOS TRES

Matices sobre 'el triunfo' en 'Telecinque'

Homenaje a Jorge Javier Vázquez en forma de entrevista

Ferran Monegal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si algo tiene de innegable Paolo Vasile, gran padrino de Tele5, es el cuidado que dispensa a sus gladiadores estrella que sirven con acierto y sin rechistar a su industria televisiva. Jorge Javier Vázquez, Jordi González y Jesús Vázquez –Carlos Sobera todavía no ha llegado a ese status, pero va de camino– son tres presentadores que llevan más de una década siendo el gran tridente, la gran aristocracia de los platós de este imperio. Y de ellos, Jorge Javier es el más principal.  El indiscutible. Por eso le han dicho a Bertín Osborne (Mi casa es la tuya) que le haga un homenaje, en forma de entrevista. El obsequio tuvo lugar antes del afortunadamente superado problema de salud que tuvo hace unos días.

Dos planos paralelos de Jorge Javier hemos visto en esta conversación. Primero, su evocación a la infancia y adolescencia, en el barrio de San Roque de Badalona. Cuando era «el marica del bloque». Cuando su padre, «persona muy estricta», decía «antes un hijo muerto que maricón». Cuando estuvo a punto de entrar de numerario en el Opus Dei, una plataforma desde la que se podìa prosperar, sin duda, estas evocaciones las contaba sin acritud. Recuerdo que en agosto del 2013 también se las contó, con el mismo detalle, a Albert Om en un capítulo de El convidat (TV3). O sea, que más que un pesar, se le nota un orgullo por haber triunfado en el método telecinque partiendo de orígenes tan humildes.

A mí me interesó más el segundo Jorge Javier que emergió en la entrevista. Las consideraciónes de un presentador estrella analizando su triunfo. Habló de Aquí hay tomate, por ejemplo. En efecto, fue su primer gran trampolín. Decía, con delectación: «¡Duró 5 años! ¡Audiencias estratosféricas! La gente se acostumbró a eso, ¡y nosotros teníamos que darles cada vez más!».

¡Ah! Podríamos matizar: una cosa es acostumbrarse y otra que te acostumbren. O sea, entrar en cerebros y domicilios como el caballo de Atila. Es curioso, dijo que de pronto descubrió una cosa que no sabía: «que aunque te vean muchos, a lo mejor muchos te odian» y añadió que dejó de salir por las noches porque hay lugares donde no es bien recibido. ¡Ah! Interesante introspección. Quizá le sería de ayuda analizar el método telecinque desde otra perspectiva. Al margen de las audiencias estratosféricas, examinar qué clase, qué tipo de producto fabrican para el consumo.