tú y yo somos tres
Teresa de Calcuta y el 'look' de Raffaella
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
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El tema de la requisa indumentaria a la entrada del Wanda Metropolitano colea. En las matinées de Cuatro y La Sexta se tiraban de los pelos. Nadie lo entiende. A nadie le entra en la cabeza que se puedan requisar todas las prendas amarillas y los carteles rotulados con la palabra «libertad». O sea, que si alguien llevase la palabra libertad delicadamente tatuada en una mano, por ejemplo, quizá le habrían cortado la muñeca. La indumentaria, tatoos incluidos, forman parte de la libertad de expresión. En la historia de la tele hay un caso de indumentaria discutible muy famoso. Nos lo recordó Carlos Sobera, el viernes, en <i>Volverte a ver</i> (T-5). Tenía de invitada a Raffaella Carrá. En un momento dado, le sacó imágenes del año 1984, cuando hacía el programa Pronto Raffaella en la RAI y entrevistó a la madre Teresa de Calcuta. ¡Ah! Los que tenemos años lo recordamos perfectamente. Aquello fue tremendo. No por la entrevista en sí, que fue virtuosa. El latigazo vino por el atuendo que llevaba Raffaella. Aun siendo en horario de mediodía, ella decidió ponerse lo que los cursis de la época llamaban traje cóctel o seminoche. Unas gasas, unas transparencias, un frufrú de tules calados y encajes evanescentes, y en el cuello un broche inmenso, ostentoso, relleno de brillantes -da lo mismo que fuera circonitas o culitos de botella- que deslumbraban hirientemente. A su lado la humilde madre Teresa, con su hábito de algodón desgastado y modesto. ¡Ahh! Raffella alegó que no le dio tiempo a cambiarse. Y añadió con sinceridad: «Ella debió pensar que estaba loca. Yo pasé vergüenza», Fue una indumentaria inapropiada, estamos de acuerdo. Pero bien mirado fue su libertad. Es curioso, contó Raffaella que la madre Teresa no se quejó. Ni una mueca. Ni un mal gesto. Dice que la miró a los ojos y le dijo simplemente: «Vamos a rezar, Raffaella». ¡Ahh! Sutil y sabio golpe el de la madre Teresa: visto el atuendo de su entrevistadora, solo cabía rezar, efectivamente.
VENENO EN LA LENGUA .- Cada vez se pervierte más el idioma. Construyen filigranas para enmascarar la vergüenza. El exministro Margallo, preguntado en La Sexta noche por el caso <b>Cifuentes</b>, se escabulló del trance diciendo: «Habrá que ver si ella ha hecho economías con la verdad, o no». ¡Ah! Economías con la verdad. A la mentira la llaman así ahora.
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