tú y yo somos tres

El niño que no quería ganar

FERRAN MONEGAL

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En un momento dado de la entrevista que le estaba practicandoJaume BarberàaJoan Antoni Melé, subdirector general de la banca ética Triodos Bank (Singulars, El 33), en un instante determinado de la conversación, cuando este interesantísimo y heterodoxo banquero contaba que la codicia no tiene límites; que el beneficio debería ser simplemente un resultado, pero nunca un objetivo; que es urgentísimo que se globalice la conciencia; que la economía no tiene que crecer sino madurar, y que debería reivindicarse a escala planetaria la frase deMachado«es de necios confundir valor y precio».¡Ah! En mitad de esta colosal clarividencia sobre lo que está pasando,Jaume Barberàadvirtió de pronto:«Pues hemos encontrado en Youtube un trocito de la película Stalin, hecha en Bollywood, que retrata, condensa, resume perfectamente el espíritu de lo que estamos hablando». Y efectivamente nos pasó ese corte, que tienen ustedes colgado en las edicioneson linede este diario. Merece ser visionado. Asistimos a una carrera de niños con disminuciones físicas graves, la mayoría con muletas, con prótesis en las piernas, con alguna extremidad cercenada, con dificultades sensoriales. Y todos ellos se lanzan a correr hacia una larga y brillante cinta roja que está al otro lado del campo. Quien la cruce primero será el triunfador, o sea, habrá ganado. Y cuando uno de los muchachos está a punto de rozar la cinta roja con sus manos, advierte -advierten todos- que otro corredor, más rezagado, más impedido, con mayores problemas de movilidad, ha caído estrepitosamente al suelo y se queja de dolor, y seguramente también de rabia, con la boca pegada a la arenisca del campo, y sin capacidad para levantarse. ¡Ah! Se produce entonces un milagro, una rareza fantástica. El niño que iba a cortar con su mano la cinta roja y proclamarse vencedor, se para. El resto de los renqueantes corredores, también. Y todos van a socorrer al caído. Y entre todos le levantan. Y todos juntos cruzan la meta cogidos de la mano. O sea, no acabamos viendo a un vencedor: la historia acaba enseñando que todos ganan.

¡Ah! Le gustó ese corte al banqueroMelé, a quien vimos también luego conBuenafuenteen La Sexta. Le gustó y advirtió:«En este mundo, todos vamos con muletas. Y todos nos necesitamos. No se trata de llegar el primero: se trata de que lleguen todos». Hombre, banqueros así, francamente, es lo que necesitamos.