ABUSOS SEXUALES

El drama de las víctimas de 'Toba', el frutero pederasta de Madrid: "Mi hijo tiene miedo y me pregunta si sigue por la calle"

Los chicos, todos menores de 15 años, han tenido que recibir tratamiento psiquiátrico

Condena de 19 años al frutero 'depredador sexual' que agredía a niños en un pueblo de Madrid

El frutero 'depredador sexual' entra en prisión

El 'Toba', cuando regentaba la frutería de Valdeavero (Madrid).

El 'Toba', cuando regentaba la frutería de Valdeavero (Madrid).

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"El día que detuvieron al 'Toba', mi hijo me dijo que se había enterado en el colegio y me preguntó por qué se lo habían llevado. Yo le conté que por abusos sexuales. Pero mi hijo, que entonces tenía 8 años, no entendía nada. Fue al entrar a explicarle qué son los abusos sexuales cuando él me contestó que a él le hacía lo mismo. Así nos enteramos de que mi hijo era una víctima más de ese tipo".

Lo cuenta la madre de uno de los menores de edad que denunció haber sido agredido sexualmente por Cristóbal L.C., alias 'Toba', el que fuese frutero del municipio madrileño de Valdeavero hasta que lo detuvieron como presunto autor de numerosas agresiones sexuales a más de una decena de menores de 15 años residentes en el pueblo.

Cristóbal, que ahora y tiene 50 años de edad, acaba de entrar en prisión. Cuenta con más de una decena de causas pendientes, siempre por el mismo motivo: agredir sexualmente a niños, siempre varones y todos ellos menores de 16 años. El pasado 4 de octubre, la Sección 30 de la Audiencia Provincial de Madrid le condenó a 19 años de prisión. 12 por agresión sexual a un chico de 15 años y 7 más por dos delitos de corrupción de menores, tal como adelantó este periódico. Unas causas separadas de las que se juzgarán en octubre de 2024, pero de la misma naturaleza: agresión sexual a menores.

Cárcel y libertad

El pederasta de Valdeavero ingresó en prisión en diciembre de 2020, pero fue puesto en libertad con cargos en octubre de 2021. La misma jueza de Alcalá de Henares que decretó su ingreso en prisión, firmó su auto de libertad porque consideraba que no existía riesgo de fuga. Una decisión que las familias protestaron y por las que organizaron manifestaciones en Valdeavero.

Nueve días después de la mencionada sentencia, la Audiencia Provincial de Madrid ha vuelto a decretar su ingreso en prisión, para alivio parcial de las víctimas y sus familias. Los chicos agredidos, que todavía siguen siendo menores de edad, aún residen en el pueblo y tienen miedo de cruzarse por la calle con la persona que abusó de ellos hace tres años.

Ahora, El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, habla con dos familiares directas de dos de los chicos que fueron presuntamente abusado por el frutero del pueblo: la madre y la abuela respectivamente de dos varones que en el momento de los hechos contaban con 8 y 10 años y cuyas identidades este periódico omite para preservar la identidad de ambas víctimas, aún menores de edad. Ambas se alegran de la entrada en prisión del agresor sexual condenado, pero recuerdan las secuelas que ha dejado en sus chicos.

Se ganaba la confianza

"Todo comenzó porque Cristóbal puso una frutería en el pueblo y bajábamos a tomar el fresco a los pinos de su puerta", cuenta la abuela de uno de los jóvenes al que define como "un niño muy abierto, muy necesitado de cariño, porque tenía TDH y hacía tiempo que no veía a su padre. Y bueno, el Toba jugaba mucho con él y tomó mucha confianza", relata a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en una terraza de Valdeavero.

Un 'modus operandi' que repetía con el resto de chicos del pueblo, más de una decena, que se acercaban al entorno de la frutería para jugar a fútbol con el hijo del ahora condenado. O los introducía en la tienda, o les invitaba a la piscina de su vivienda. Era ahí cuando el Toba les forzaba, les metía la mano en los genitales, les quitaba la ropa o les practicaba felaciones, a pesar d la negativa de los chicos.

"Yo confiaba en él. Incluso hay audios donde me llama y me dice que se lleva a mi nieto a la piscina; que le deje, que se va con sus hijos y tal. Mi nieto le ayudaba a colocar la fruta en la tienda y ya se quedaba con él. Yo en ningún momento desconfié, porque no era el único que se iba con él a la piscina", prosigue esta mujer.

Obsesionado

La obsesión del Toba por los niños era tal, que entraban en su radar aunque no formasen parte del círculo de amistades de su hijo. Lo explica la madre de otra de las víctimas: "Mi hijo tenía nada que ver con el grupo de amigos del hijo de Toba. Se conocían de vista, pero no por la edad. No coincidían. No salían juntos a jugar, ni a dar una vuelta por el pueblo. Este personaje [Cristóbal] era muy amigo de de mi marido, que es el que estuvo haciéndole la obra en su casa".

Ella no se enteró de que su hijo era una de las víctimas hasta que el agresor fue detenido. Y ello contribuyó a levantar la liebre, tal como recuerda la abuela del otro menor: "Yo me enteré de todo porque después de estar encerrados por el covid, un día vino ella a mi casa y me explicó que una de nuestras amigas había sido citada a declarar porque estaba ocurriendo en el pueblo algo inaudito. Que el Toba había sido denunciado y habían llamado a una mamá como testigo de todo esto. Luego resultó que su hijo también era víctima.", relata a este diario.

"Yo, incrédula, se lo comenté a mi hija. Ella le preguntó a mi nieto y, efectivamente, mi niño se echó a llorar porque él también había sido víctima. Mi hija previamente fue a su psiquiatra porque el niño estaba siendo tratado por TDH. El psiquiatra corroboró que no eran alucinaciones ni exageraciones del niño", explica recordando el momento exacto en el que se dieron cuenta de que el pequeño de su casa también era uno de los agredidos sexualmente por el frutero. Ahí arrancó el caudal de denuncias porque la madre "fue inmediatamente a denunciarlo" a la Guardia Civil.

En sede policial, el niño "testificó por primera vez y luego para él ha sido un periplo de psiquiatras y psicólogos". Un infierno que no cesa: "La verdad es que el niño está muy mal. Sigue en tratamiento psiquiátrico y pedagógico. Se ha intentado suicidar en varias ocasiones. Ahora tiene 15 años, pero continúa en tratamiento porque ha tenido alteraciones de la conducta. Y bueno, poco a poco", se resigna la abuela.

Traumas

Un "poco a poco" que está durando más de lo deseado. "Ahora parece que va remontando estos últimos meses. Pero sigue teniendo muchísimo miedo. Él nos contaba que le veía entrar, que no nos durmiéramos antes que él. Una vez mi hija le vio subido al alféizar de la ventana. La verdad es que nos ha estigmatizado a todos", concluye.

El hijo de su amiga y vecina también pasó por ese trance: "Mi hijo estuvo en tratamiento psicológico en un centro. Ahora, de momento, él está bien. De vez en cuando pregunta que si el Toba sigue por aquí, que si está por la calle. Y nosotros intentamos no darle importancia, porque no quiero que mi hijo pase ese mal rato", resume su madre.

Ambas quieren, al igual que el resto de familias afectadas, "que a este señor le caigan los 105 años que les pide nuestro abogado". Se trata de Juan Manuel Medina, que lleva el caso de cinco de los chicos. La Asociación Clara Campoamor se ha hecho cargo desinteresadamente de la acusación popular. Poco a poco intentan volver a la normalidad, pero algunos de esos chicos no han superado todavía el trauma de haber sido agredidos sexualmente por una persona de confianza.