SE QUEJARON DE LAS CONDICIONES
Buzos de la Guardia Civil buscan los cadáveres de los dos temporeros desaparecidos tras discutir con su patrón
Especialistas de los GEAS rastrean las piscinas naturales de Mogón (Jaén) para intentar localizar a los dos inmigrantes cuyo rastro se perdió en Villacarrillo
Vanesa Lozano
Redactora
Periodista de Sucesos. Actualmente, en Prensa Ibérica. Antes, trabajó en la revista Interviú y El Periódico de Catalunya. También colabora en varios programas de televisión, como La Hora, de TVE, y Ya es mediodía, en Telecinco.
Agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil están inspeccionando este jueves las piscinas naturales de Mogón (Jaén) en busca de los cuerpos de Ibrahima Diouf y Tidiany Coulibaly, según ha sabido
CASO ABIERTO
, el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
Los dos temporeros africanos desaparecieron en 2021 y 2013, respectivamente, cuando trabajaban recogiendo aceituna para el mismo patrón en Villacarrillo, a solo 10 kilómetros del lugar que ahora se está registrando.
No cogió el autobús
Un
amigo de Ibrahima denunció en enero de 2021
que el joven senegalés, de 32 años, había desaparecido en extrañas circunstancias después de haber estado con Ginés Vicente, el empresario que lo tenía empleado en su olivar aquella temporada. Según explicó a la Guardia Civil, Ibrahima acababa de anunciar a sus compatriotas que quería dejar su trabajo e iba a marcharse con su compañero a Cartaya (Huelva), donde ya había recolectado naranjas en años anteriores, pero nunca cogió el autobús ni llegó a su nuevo destino.
La última persona que estuvo con él antes de que se le perdiera la pista, en la casa que Ibrahima compartía en Villacarrillo con otros jornaleros, fue su jefe, Ginés Vicente, según explicaron los compañeros del senegalés. Se trata de un empresario de 53 años con antecedentes por explotar a otro joven africano que desapareció en 2013 mientras trabajaba para el mismo patrón y después de discutir con él por sus condiciones laborales. Su familia no ha vuelto a saber de él.
Registros con georradar
Como adelantó CASO ABIERTO, la Unidad Central Operativa y el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil
registraron en septiembre varias propiedades del empresario
que tuvo empleados a los temporeros. Entre ellas, un garaje en el que, según las pesquisas, se pierde la pista de Ibrahima. También buscaron con georradar en la casa donde se alojaban los inmigrantes y un pozo que hay en el patio de esa vivienda.
Ocho años antes de que a Ibrahima se lo tragara la tierra, Tidiany Coulibaly, otro inmigrante llegado de Mali para hacer la temporada de la aceituna en las tierras de Ginés Vicente, desapareció de la misma vivienda que el senegalés. Aquel 17 de diciembre de 2013, Coulibaly, de 22 años, había discutido con el empresario después de reclamarle un salario digno para él y para su cuadrilla, al igual que haría Ibrahima antes de desaparecer, ocho años más tarde.
Según daría por probado luego la Audiencia de Jaén, el patrón pagaba a Coulibaly y a sus compatriotas entre 20 y 30 euros diarios, es decir, muy por debajo del salario mínimo, establecido entonces en 50,36 euros. Además, el hombre, que descontaba del sueldo de sus empleados el precio del material que rompían durante su jornada laboral, tenía a varios empleados en situación irregular y sin dar de alta.
Unas orejeras
Después de aquella discusión con el patrón, la familia y los amigos de Coulibaly no volvieron a saber de él y denunciaron su desaparición. La Guardia Civil detuvo a Ginés Vicente después de encontrar unas orejeras del jornalero con su ADN en 'La Moratilla', una finca de olivos de unas cuatro hectáreas que el empresario gestionaba a las afueras de la localidad jienense de Villanueva del Arzobispo y donde el temporero nunca había estado trabajando.
El teléfono móvil del patrón lo situaba en aquel terreno la mañana en que Coulibaly desapareció. Además, Elton, el perro de la Guardia Civil que participó en numerosas búsquedas de personas desaparecidas, como la de Diana Quer, marcó restos biológicos en un olivo de la finca que se encontraba a escasos metros del lugar donde hallaron las orejeras del joven africano.
El empresario se sentó en el banquillo acusado de desaparición forzosa, dos delitos continuados contra los derechos de los trabajadores, dos delitos contra la Administración de Justicia, un delito de desobediencia a la autoridad, otro contra la salud pública (los agentes encontraron 330 gramos de marihuana en una de sus propiedades) y una falta por defraudación del fluido eléctrico en la casa donde alojaba a los temporeros.
Coaccionó a dos testigos
Antes de que se celebrara el juicio, en el que el fiscal pidió para Vicente 16 años de cárcel, mientras que la familia de Coulibaly solicitó una condena de 29 años, el empresario trató de coaccionar a dos testigos para que mintieran en su declaración ante la Guardia Civil. Les pidió que dijeran que lo habían visto el día que desapareció su empleado, a la hora en que precisamente no tenía coartada. A cambio, según la sentencia de la Audiencia de Jaén, Vicente les prometió perdonarles una deuda.
Finalmente, fue condenado a dos años y medio de cárcel por "explotar" a sus trabajadores. El tribunal consideró acreditado que los "engañó y abusó de ellos" aprovechando que se trataba de "inmigrantes extranjeros, algunos de ellos sin papeles, y que no conocían apenas nuestro idioma". La Audiencia de Jaén también consideró culpable a Ginés Vicente de un delito de obstrucción a la Justicia, pero lo absolvió del delito secuestro por falta de pruebas.
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