Opinión |
Independentismo
Sergi Sol

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Periodista

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"Ponme otra", president

Enrocarse, seguir dando leña a ERC y ganar tiempo son las constantes vitales de Puigdemont

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / DAVID BORRAT / EFE

Hay posaderos que no quieren echar el cierre y siguen sirviendo copas hasta que amanece. Cuando las fiestas se alargan más de lo debido, ya se sabe cómo acaban. Esa es la división que se ha dado en el seno del independentismo. Entre los que clamaban barra libre y ‘ponme otra’, y los que señalaban que había que reprogramar la fiesta porque la existente llevaba al naufragio. 

El resultado es que el independentismo, como la izquierda a la izquierda del PSOE, están en la UVI. Por eso ERC y CUP se han llevado el peor palo, sufren en ambos ejes. Los Comuns tampoco están para tirar cohetes, siguen dando bandazos, tras su pulso a Aragonès y su apuesta de investidura en Barcelona (ahora con el PP) que de momento les ha dejado en el banquillo.

La situación de Puigdemont tampoco es nada halagüeña pese a su insistencia en ser President con un pacto a la barcelonesa. De ahí también su tacticismo, pues es el más interesado en que se repita la cita electoral. Por dos motivos: tentar la suerte y crujir a ERC. Más lo segundo que lo primero, tales son sus prioridades. Aunque no es descartable un intento de investidura a lo Feijóo si la futura Mesa del Parlament se lo permite. Aunque bien es cierto que Feijóo fue el más votado y que Illa le saca nada menos que 200.000 votos. 

Pero tampoco lo tiene fácil Illa -por lo menos no a estas alturas- por mucho que haya ganado con holgura unas elecciones muy polarizadas. Y no lo tiene fácil porque necesita pactar o con ERC o con Junts de no mediar una resolución a la barcelonesa. Mal para ERC si pacta y mal también si no lo hace. Los republicanos se sienten entre el fuego y las brasas. Están en una encrucijada diabólica. Y Puigdemont tampoco se puede permitir apoyar a Illa. Si tras el vodevil que lleva años interpretando, ahora inviste a Illa, quedaría retratado a ojos de los más aguerridos de sus fieles. Se permitió ese pacto en la Diputación y Xavier Trias estaba en esa tesitura. Pero ahora lo que está en juego es su futuro personal y el personaje que se ha creado. Enrocarse, seguir dando leña a ERC y ganar tiempo son sus constantes vitales. Otra cuestión es que ocurriría si empuja a nuevas elecciones y los resultados, diputado arriba o abajo, son parejos. Que se acuerde de Pedro y Pablo, en 24 horas resolvieron el desencuentro de meses. 

Illa va a tener que arremangarse de verdad si quiere su investidura. Con la jerga de la ‘concordia’ no le da ni para intentarlo. El problema es su escaso margen y la ausencia de propuestas seductoras más allá de vaguedades. Todos enzarzados y la casa por barrer.

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