Delito en auge

Los ladrones de casas vuelven a robar en Catalunya pero sin la actividad de 2019

Así marcan los ladrones las puertas de los domicilios

Así marcan los ladrones las puertas de los domicilios / MOSSOS D'ESQUADRA

Guillem Sánchez

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Las horas de teletrabajo se van reduciendo y la movilidad por Europa se asemeja a la que existía antes de que un pangolín chino pusiera el mundo patas arriba, a finales de 2019. Ambas cosas significan que las casas vuelven a estar más horas vacías y que las baterías de ladrones procedentes del extranjero –de Chile o de Albania, preferentemente– han vuelto a acosarlas. Los delitos por robos con fuera en domicilio suben en Catalunya y en Barcelona, pero no alcanzan las cifras de denuncias de años anteriores a la pandemia, cuando se llegaron a producir unos 80 allanamientos diariamente.

Trepadores

La amenaza de los ladrones 'trepadores', aquellos que escalan fachadas para colarse por ventanas abiertas, inquieta en una ciudad como Barcelona. Pero los datos de los Mossos d'Esquadra aclaran que no se trata del robo más relevante, ni mucho menos. Además, es un tipo de asalto a domicilios, el de los descuideros más ágiles, que ha ocurrido desde siempre, recuerda el jefe del área central de delitos contra el patrimonio, el subinspector Jonatan Herrera. Pero no es un problema en Barcelona.

Sí lo es quizá en domicilios de urbanizaciones de comarcas del Maresme, Osona o del Vallès Oriental u Occidental. Porque en esas casas los dueños acostumbran a invertir en medidas de seguridad para reforzar las cerraduras de la puerta o en sujeciones de las ventanas correderas de la planta baja. Pero, en cambio, en las de la segunda planta no toman esas medidas. E incluso en ocasiones se han marchado dejando una ventana abierta. En esas casas aisladas, lejos de las miradas de terceros, sí tiene sentido trepar. Pero a plena luz del día, cuando actúan, en Barcelona, no lo tiene en absoluto.

Pisos vacíos

La principal característica que comparten casi todos los pisos que han sido asaltados por ladrones en Catalunya es que estaban vacíos, subraya Herrera. Si los ladrones entraran cuando hay gente en el interior, el delito de robo con fuerza en domicilio se convertiría en un delito de robo con violencia e intimidación. No les interesa por su propia integridad, razona el subinspector, porque la huida se complica y corren el riesgo de ser detenidos o identificados y, sobre todo, porque los cargos que afrontan son más duros. Un juez los meterá preventivamente en la cárcel y, de la otra manera, si no hay violencia contra las personas, es posible que se libren de medidas de reclusión cautelares.

En Barcelona, durante los primeros cinco meses de 2022, ha habido 11 robos violentos en domicilios. Algunos, además, podrían estar relacionados con ajustes de cuentas. Supone un porcentaje ínfimo del total de robos en domicilios. Los ladrones no quieren problemas, quieren casas vacías.

Para asegurarse de que no hay nadie en el piso, estudian el terreno previamente. Tocan el timbre directamente o colocan marcadores: hilos de cola en las puertas, papelitos en la cerradura o cuñas de plástico diminutas en la rendija de apertura. Se trata de cosas que indican que la puerta se ha abierto sin que los dueños se hayan dado cuenta: se rompe el hilo de cola, se introduce el trozo de papel o cae el plástico diminuto. 

Repunte tras la pandemia

En Catalunya se registraban anualmente unos 28.000 robos con fuerza en domicilios antes de la pandemia. Unos 76 cada día. Pero con el estallido de la pandemia, la cifra de 2020 y 2021 se desplomó hasta situarse sobre los 17.000, un 37% menos, con una ratio de 46 al día. Como los ladrones buscan pisos vacíos, con el confinamiento y las costumbres de teletrabajo o educación online, se redujeron sus oportunidades. 

Las restricciones de movilidad, además, complicaron mucho la vida a las baterías, grupos de ladrones extranjeros itinerantes. Se multiplicaron los controles policiales y enseguida los descubrían porque ni viajaban con el certificado obligatorio ni tampoco sabían explicar a dónde iban ni a qué. Desde los primeros meses de la pandemia la mayoría de ladrones detenidos comenzaron a ser residentes en España. Y la cifra de arrestos de miembros de baterías extranjeras decreció, hasta bajar un 52%. 

Este 2022 la cosa ha cambiado y la actividad delincuencial de los ladrones de los itinerantes, también de los autóctonos, se recupera. De seguir como hasta ahora la tendencia, algo de difícil predicción dado que durante los meses de verano –cuando los pisos vacíos en Barcelona, por ejemplo, son muchos– está por ver qué ocurrirá, el balance anual se cerraría sobre los 22.000, unos 60 robos diarios

Delincuentes profesionales

Los grupos integrados por delincuentes extranjeros también han regresado poco a poco. Son profesionales, hasta el extremo de que en algunas de las operaciones que han hecho los Mossos en sus domicilios para apresarlos han hallado decenas de cerraduras que habían comprado para practicar el modo de forzarlas. Y nunca dejan huellas dactilares porque usan guantes.

En la capital catalana se registraban anualmente unas 2.500 denuncias por robos con fuerza en domicilios antes de la pandemia. Pero en 2020 y 2021 ese dato se desplomó hasta los 1.600. En 2022, según las predicciones, se situarán sobre los 2000. Más que durante la pandemia pero todavía bastante menos que antes de la propagación del virus. 

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