En Aragón
Una joven evita una agresión sexual al pulsar un llavero espanta violadores
La Guardia Civil logró arrestar al sospechoso al día siguiente, tras huir a la carrera del lugar
No está especialmente extendido su uso, pero son una alternativa al espray de gas lacrimógeno. Se trata de los llaveros espanta-violadores y uno de estos pequeños dispositivos evitó el pasado fin de semana que una joven vecina de Caspe, Aragón, fuera víctima de una agresión sexual. El sospechoso fue detenido al día siguiente tras una intensa búsqueda por parte de la Guardia Civil.
La víctima estaba en el interior de un bar de la localidad zaragozana junto a unas amigas en la noche del sábado cuando un hombre, K. M. U., de origen paquistaní, comenzó a molestarlas. Estaba, al parecer, bajo los efectos de las bebidas alcohólicas. Cayó la madrugada y las mujeres abandonaron el establecimiento sin saber que este hombre iba detrás de ellas.
No fue hasta que la víctima estaba sola cuando decidió actuar cual depredador sexual. Se escondió detrás de unos contenedores y cuando la joven estaba en el portal de su vivienda se abalanzó sobre ella.
Según pudo saber El Periódico de Aragón, llegó a forcejear con él para evitar ser violada, si bien al ver que este hombre le superaba en fuerza decidió echar mano de la alarma personal y la activó. Ante el ensordecedor ruido, K. M. U. salió corriendo.
La víctima acudió al puesto de la Guardia Civil en Caspe para interponer una denuncia en la que aportó una descripción física, ya que no le conocía de nada. Inmediatamente, los agentes pusieron en marcha un dispositivo de identificación y localización el sospechoso que dio frutos al día siguiente. K.. M. U. fue puesto a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Único de Caspe cuyo magistrado acordó la libertad provisional al entender que el delito de agresión sexual no llegó a consumarse.
Como el reactor de un avión al despegar
Estas alarmas tienen un nivel sonoro de 120 decibelios audibles a 180 metros, que equivale al ruido que hace un avión a reacción al despegar o un martillo neumático, y los oídos solo pueden resistir este nivel durante unos ocho segundos. Con esta idea aparecieron en el mercado las conocidas como alarmas de pánico, que emiten entre 120 y 130 decibelios y cuyo formato es un pequeño dispositivo en forma de llavero.
Cuestan entre 10 y 15 euros en el mercado y se pueden llevar colgando del bolso, en la correa del perro o en las llaves. Nacho Roa, que está al frente de Distripol Zaragoza, señala que se accionan pulsando un botón o estirando de una cuerda. Algunos modelos llevan integrada una luz brillante, que puede servir para cegar a los atacantes.
Este vendedor destaca que es "reutilizable. Tan solo tienes que volverlo a armar para que vuelva a estar listo para actuar". "No requiere ejercer excesiva fuerza para retirar la anilla y que actúe, se diseñó con la resistencia justa para que cualquiera pueda utilizarlo, pero no se suelte por accidente fácilmente", afirma.
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