Operativo nocturno

Botellones menos masivos en Barcelona por la intervención policial más temprana

El dispositivo detectó una presencia notable de turistas, sobre todo de Francia, una variable que inquieta a las autoridades antes del verano. 

Operativo policial contra el botellón en Barcelona

Operativo policial contra el botellón en Barcelona / Manu Mitru

Guillem Sánchez

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El fenómeno de los botellones resucitado en Barcelona por el final del toque de queda ha perdido fuerza en el tercer fin de semana. Pero ha seducido a los turistas, sobre todo a los procedentes de Francia. Y el interés de los visitantes por juergas a la intemperie contrarias a la salud pública se produce a las puertas del verano y justo antes de que España haya abierto la veda a los visitantes británicos. A la espera de confirmar en los próximos días festivos si habrá cóctel de turistas y botellón, este último asalto ha caído del lado del dispositivo policial diseñado para regularlo. 

Las concentraciones de jóvenes que han consumido alcohol de supermercado en plazas de la ciudad fueron menores este viernes que el anterior. Según datos de la Guardia Urbana y de los Mossos d’Esquadra, los agentes desalojado a 3.900 personas que se aglomeraban en 38 puntos distintos del territorio catalán. El viernes 14 de mayo fueron 7.000. Esto supone una afluencia sensiblemente inferior a unas celebraciones que inquietan a las autoridades sanitarias que temen que puedan comportarse como encuentros facilitadores de un repunte de contagios ahora que la pandemia, finalmente, parece que se deja doblegar al son de la vacunación: casi 2.700.000 catalanes ya tienen la primera dosis. 

El balance facilitado este sábado por ambos cuerpos, a cargo de un dispositivo conjunto, confirmó el análisis que el intendente Diego Calero, a los mandos de la sala de control de la noche del viernes, avanzó para este diario poco antes de las 02.00 horas de la madrugada y que ya estimó que la asistencia había caído en picado, casi un 50%. El mando policial relacionaba el descenso con un operativo que ha aprendido la lección de los dos fines de semana anteriores y también con el horario de las terrazas, que ahora pueden funcionar hasta la medianoche. "A medida que el ocio nocturno pueda ir recuperando terreno, la gente tendrá menos necesidad de formar botellones", razonaba.

Operativo policial contra el botellón en Barcelona

Operativo policial contra el botellón en Barcelona / Manu Mitru

Tercer asalto

Para el tercer fin de semana de botellón en Barcelona, el operativo de la Guardia Urbana y de los Mossos ha reforzado la dotación de agentes antidisturbios y también ha optado por mostrarlos antes a los jóvenes que bebían en la vía pública. “Trataremos de evitar que se produzcan aglomeraciones tan llamativas”, explicaban fuentes de la Conselleria de Interior horas antes de que diera comienzo la partida. Durante el pasado fin de semana se desalojaron un total de 16.000 personas: 7.000 la noche del viernes, 9.000 la del sábado y 1.000 más durante la del domingo.

Operativo policial contra el botellón en Barcelona

Operativo policial contra el botellón en Barcelona / Manu Mitru

Hay grupos de jóvenes que beben en la calle por rincones de toda la ciudad desde que se decretó el final del estado de alarma con las extrañas dos últimas horas del 8 de mayo. Tras seis meses de encierro nocturno obligatorio para detener el avance de la pandemia, la ciudad tenía ganas de fiesta y la expresión más contundente de sus habitantes –a pesar de que un porcentaje casi mayoritario es turista extranjero y francés para más señas– se ha encarnado en forma de botellones que reúnen a centenares de personas de madrugada. Las multitudes se han hecho especialmente incómodas para las autoridades sanitarias, que insisten en que la pandemia aún no ha terminado, en tres enclaves: El paseo del Born, el paseo Lluís Companys y, sobre todo, en la playa de Sant Miquel, “junto a la estructura de los cubos”, remarca un subinspector de la Urbana. 

El operativo policial de este fin de semana ha dispuesto agentes de los dos cuerpos policiales desde de las nueve de la noche. En el paseo del Born, a las 22.00 horas había ya una unidad de antidisturbios ARRO junto a la puerta del mercado y otra de policías municipales en el extremo opuesto, al lado de la basílica de Santa Mari del Mar. Los funcionarios recordaban a los despistados que se subieran la mascarilla y a los que se reunían en un número superior a las seis personas que debían disolverse. Se apostaba por la vía informativa mucho antes que por la sancionadora. De lo de beber en la calle, no se decía nada. “Priorizamos que se respeten las medidas sanitarias”, admitía un agente de la Urbana, consciente de que la ordenanza que prohíbe consumir alcohol en la vía pública ha quedado en suspenso debido a la pandemia, junto con el resto de normas que se harán respetar cuando se asente una nueva normalidad que no termina de imponerse, a pesar de que la noche de este viernes se parece mucho a las prevíricas.

Presencia de la Guardia Urbana junto al Arc de Triomf.

Presencia de la Guardia Urbana junto al Arc de Triomf. / Manu Mitru

A las 23.00 horas varias furgonetas del cuerpo municipal peinaron el paseo de Lluís Companys para deshacer los grupos que rellenaban vasos de plástico con el alcohol comprado en el supermercado. Ha sido la primera intervención decidida para controlar el fenómeno. En el Born no lo han hecho porque a esa hora las terrazas seguían abiertas. “Cerrarán a las doce, dejaremos media hora de margen y después ya lo limpiaremos también”, avanzaba uno de los policías. Y así ha sido: a las 00.30 horas, agentes a pie formando un cordón han ido empujando a la muchedumbre y devolviendo al paseo una tranquilidad cercana a la del toque de queda. 

Control en la playa de la Barceloneta.

Control en la playa de la Barceloneta. / Manu Mitru

La playa, para el final

La playa es lo último que se ha vaciado. En realidad, hasta este emplazamiento se dirigen habitualmente varios de los participantes en botellones que ha cortocircuitado la policía en el resto de la ciudad. Interesa que esto ocurra porque sobre la arena no molestan a los vecinos de la ciudad –solo el pasado sábado, las llamadas por quejas de fiestas o botellones se doblaron–. La intervención para sacarlos de la playa ha comenzado a las 01.30 horas. Según fuentes municipales, han llegado a acumulares un total de 1.200 personas. Los agentes han formado una red que, por un lado, ha barrido hacia la plaza del Mar a los jóvenes y, por el otro, ha cerrado el acceso a los callejones para impedir que buscaran refugio en el vecindario de la Barceloneta y trataran de reanimar una fiesta con la que la ciudad, tarde o temprano, ajustará las cuentas pendientes.

Con la incógnita de saber si la veda abierta a los turistas ingleses –que vendrán vacunados, con las mismas ganas de juerga que en veranos anteriores al Covid y se toparán con las discotecas cerradas– volverá a insuflar aire a los botellones a partir de la semana que viene, el dispositivo parece haber tomado bien las medidas al fenómeno. O, por lo menos, haber evitado que siguiera creciendo. Los datos facilitados por el Ayuntamiento detallan que se han sancionado a 46 personas por no respetar las medidas que siguen vigentes para cortar el paso al virus –como evitar reuniones de más de seis personas o usar mascarilla–, un número también inferior al del fin de semana anterior.

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