Las 112 especies
más amenazadas deberán esperar a 2025 para tener
un plan de recuperación

Un reportaje de
Guillem Costa
Con ilustraciones de
Andrea Hermida-Carro

Basta con echar un vistazo a un simple gráfico para darse cuenta de la magnitud del problema. El Índice de Planeta Vivo ha ido cayendo año tras año durante las últimas décadas. Esto significa que las poblaciones de varias especies han disminuido de forma considerable.

"Es preocupante porque los animales más especialistas y con necesidades de hábitat muy concretas han sufrido", señala Gerard Bota, jefe del Grupo de Biología de Conservación en el CTFC (Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Catalunya).

¿Y por qué no podemos perder riqueza y abundancia en los ecosistemas? "Porque todas las especies juegan un papel ecológico esencial", constata Bota. "¿Verdad que restauramos obras de arte o patrimonio cultural sin apenas cuestionarlo?", reflexiona.

"Pues en el caso de la naturaleza, hay unas razones muy claras", afirma. Se refiere, entre otros factores, a la conclusión científica de de que el aparato biológico no se puede permitir perder más piezas: "Si simplificamos cada vez más los ecosistemas, el engranaje se irá haciendo más débil y puede acabar colapsando".

Ante este escenario, ¿qué se debe hacer para evitar que desaparezcan más tornillos y válvulas? Una de las tareas pendientes consiste en aprobar planes de recuperación para las especies más amenazadas. En el caso específico de Catalunya, el catálogo aprobado (con cierto retraso) por la Generalitat enumera 112 animales y 133 plantas en "peligro de extinción". La lista es mucho mayor si se incluyen las especies en estado "vulnerable".

Ahora, la obligación de los responsables en materia medioambiental es hacer realidad estos planes para empezar a aplicarlos y revertir el incesante declive poblacional. Sin embargo, el director general de Polítiques Ambientals, Marc Vilahur, admite en conversación con este diario que aún queda trabajo por hacer: "En estos momentos, estamos recopilando información técnica a través de centros de investigación, universidades y entidades especializadas. Cuando dispongamos de ella, transformaremos estos datos en planes de recuperación".

La Comisión Europea ha señalado la importancia de que estos planes vean la luz y, de hecho, algunas entidades ecologistas como Ecologistas en Acción ya han denunciado ante la justicia la falta de proyectos de recuperación en vigor.

¿Y cuándo estarán listos estos documentos? Vilahur calcula que parte de ellos ya tendrán luz verde a finales de 2025. El siguiente paso será elaborar planes de conservación (no de recuperación) destinados a animales y plantas "vulnerables" para las que aún no se ha encendido la luz roja del semáforo.

En el listado de los 112 animales destacan algunos ejemplos mediáticos: mamíferos como el oso pardo, aves como el quebrantahuesos o reptiles como la tortuga mediterránea. Pero la mayoría de las especies protagonistas son invertebrados "poco famosos", como saltamontes, libélulas, coleópteros, mariposas o náyades. También hay varias especies marinas, como las tintoreras. "Sobre los invertebrados y la fauna marina todavía falta mucho conocimiento", explica Vilahur.

"En lugar de redactar 112 planes, elaboraremos algunos planes multiespecie, agrupando necesidades y hábitats", detalla Ricard Casanovas, jefe del Servicio de Fauna y Flora de la Generalitat.

Esta búsqueda de la eficiencia se entiende mejor con un ejemplo: "Los murciélagos y algunos insectos de ambientes cavernícolas pueden ir en un mismo paquete, porque requieren las mismas acciones para recuperarse".

"Estos planes han de ir combinados con proyectos de recuperación de hábitats, y en este sentido puede tener un papel importante el reglamento de restauración europeo si se aprueba", apunta Víctor Sazatornil, biólogo especializado en conservación.

La idea la comparte Vilahur: "El plan de recuperación no será normativo, pero sí servirá para que se tenga en cuenta a la hora de diseñar políticas de sectores forestales, agrícolas o de otras actividades económicas. Y este hecho tiene que acoplarse con la restauración de ciertos entornos ambientales".

Sazatornil insiste en la importancia de encajar el plan con la realidad social: "Se debe compatibilizar lo que diga la ciencia de la ecología con las ciencias sociales y económicas. Es posible que para una especie lo mejor sea no cortar ningún árbol. Pero puede que esta acción sea difícil de aplicar. Y aquí es donde se debe encontrar el equilibrio".


Pese a esto, Casanovas subraya que los documentos aprobados, que no deberán pasar por el Parlament pero sí saldrán a exposición pública para posibles alegaciones, serán ambiciosos: "Se pondrá el foco en algunas actuaciones humanas que afectan negativamente a las especies. Cuando el problema para un animal es que ha aumentado demasiado la temperatura, poco se puede hacer desde Catalunya. En cambio, sí es posible evitar que las motos crucen ciertos caminos de montaña en los lugares habitados por una ave en estado crítico".

Queda esperar hasta 2025 para ver de qué manera, gobierne quien gobierne, se perfilan los planes de salvación de las 112 especies más amenazadas en Catalunya. Una vez validados, habrá que analizar si funciona el necesario ensamblaje entre planes escritos y políticas sectoriales.

Entretanto, se seguirá trabajando en un nuevo informe sobre el estado de la naturaleza en Catalunya que, probablemente, evidenciará la urgencia de poner en marcha los esperados planes.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Guillem Costa
Ilustraciones:
Andrea Hermida-Carro
Coordinación:
Rafa Julve