Tendencias sociales

La generación Z está (un poco) harta de glorificar sexo y drogas: el neopuritanismo que avanza entre los jóvenes

Analistas culturales relacionan la tendencia con dos fenómenos opuestos: la revisión feminista de prácticas y consumos problemáticos, y los discursos de la ultraderecha

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Un grupo de adolescentes pasea por la calle en Barcelona.

Un grupo de adolescentes pasea por la calle en Barcelona. / ELISENDA PONS

Abel Cobos

Abel Cobos

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Cualquier internauta más o menos asiduo se habrá topado con la dicotomía que ahora reina en los bulevares cibernéticos. En un mundo donde abundan los contenidos sobre el sexo y las drogas, triunfan con cada vez más fuerza las opiniones que lo repudian. Es la nueva corriente de la generación Z que señalan expertos y estudios: la vuelta al puritanismo.

'Neopuritanismo', 'puriteens' (contracción de las palabras puritanismo y ‘teenager’, adolescente en inglés), 'policía antisexo' y un largo etcétera de términos similares. Así es como se ha bautizado esta filosofía ‘centennial’. Pero, ¿es un fenómeno real? Los que se aventuran a decir que sí hacen referencia a diversos estudios estadísticos que demuestran que la generación Z tiene cada vez menos encuentros sexuales esporádicos, consumen menos alcohol, drogas y tabaco, y son alérgicos a pasarse el día haciendo ‘scrolling’ en Tinder buscando citas (a diferencia de sus antecesores ‘millennial’).

¿Censura o revisión?

Aja Romano, periodista del medio estadounidense 'Vox', afirma que la generación Z está ejerciendo una nueva censura en temas que, parecía, eran ya victorias de la izquierda. Pone como ejemplo que se estén acusando de problemáticos el sexo en las películas o las relaciones con diferencia de edad. “A menudo señalan prácticas que no les gustan como pedofilia encubierta y a aquellos que las disfrutan como depredadores sexuales. […] Están forzando a1 muchas comunidades ‘sex-positive’ a volver al anonimato de Internet”, denuncia.

Sin embargo, no todos coinciden. La periodista Eleanor Halls, de la edición británica de la revista 'Vogue', cree que esta visión de que la generación Z es la causante de una “recesión sexual” está sesgada. Apunta que quizá tiene más que ver con que los más jóvenes están poniendo en duda que algunas prácticas que habían sido establecidas como empoderantes por los ‘millennials’, en realidad, son algo problemáticas y tendrían que revisarse.

No es puritanismo, es espíritu crítico

Joana Girona, periodista en Radio Primavera Sound y 'La Turra', aporta un contexto muy útil para entender la visión de Halls: “La generación Z ha crecido con muchísima información a su alcance. Con un solo clic han podido construir un pensamiento crítico. Esto hace que sean mucho más autoconscientes desde jóvenes, lo que provoca que miren con más recelo el consumo de drogas, el alcohol y el sexo (y no sexo en general, sino un tipo de sexo más concreto, buscan algo más consentido). Son más políticamente correctos y tienen más claras las líneas rojas”. Por eso, cree que la etiqueta de puritanismo es mucho más compleja.

Estas visiones opuestas dejan claro que dentro del neopuritanismo hay varios movimientos. Por una parte, está el que explica Halls: más feminista y consciente de los perjuicios del alcohol y las drogas. Pero también es innegable que existe otra corriente de puritanismo, más en la línea que señala Romano, y que otros expertos de su misma opinión creen que está exportada de Corea y de su cultura ‘idol’, que no permite a los famosos ni fumar, ni beber, ni tener parejas, infantilizándolos y desexualizándolos.

El impacto de la ultraderecha

Por ejemplo, Jenna Ortega, protagonista de ‘Miércoles’, fue lapidada digitalmente porque se la pilló fumando. Y la cantante coreana Karina tuvo que pedir perdón por tener pareja. También en España ha sucedido, como cuenta Girona, entre los fans de ‘Operación Triunfo’, que sobreprotegen a sus ídolos, pidiendo a periodistas que no les hagan preguntas “picantes”, aunque no sean ni tan siquiera explícitas. “Hay un sentimiento de protección puritano”, comenta Girona, rememorando cuando los triunfitos Juanjo y Martin, que son pareja, fueron a su programa y recibió mensajes privados de fans advirtiendo de que no se les hicieran preguntas inapropiadas o se las verían con ellos. Impera una “conducta vigilante”, alerta la periodista Karelia Vázquez.

La última acepción de este neopuritanismo digital es la que viene promovida por la ultraderecha. Al igual que el resto de ‘centennials’ puritanos, estos abogan por ser críticos con el sexo y los excesos, pero lo hacen desde una perspectiva machista y conservadora. Janira Planes, periodista y estratega de marca en HAMLET Strategic Makers, los tacha de “reaccionarios”, y afirma que son tanto hombres como mujeres. Se identifican como antifeministas, y tienen proclamas como que “un hombre busca a la madre de sus hijos y no una que esté con mil hombres”, entre otras.

'Tradwife'

Este movimiento está muy vinculado al de ‘tradwife’ (contracción de mujer tradicional, en inglés), que reclama que el hombre sea quien trabaje y la mujer se quede en casa. Aunque esta corriente en auge es prácticamente exclusiva de Estados Unidos, en España hay discursos que replican sus pilares básicos, ya sea en pódcasts ‘centennial’ donde chicas dicen que darse besos antes de la tercera cita es “de guarras” o en TikToks filmados en escuelas donde chicos se ríen del feminismo en manada.

Aun así, Planes cree que en la mayoría de estos casos de puritanos reaccionarios “no hay una identidad formada, sino que se repiten patrones que ven en adultos”, ya sea en sus hogares o en ‘fachatubers’, creadores de contenido de derechas, que se aprovechan del actual cóctel social para escampar esta ideología.

Al final, todo concluye en que el puritanismo es un arma con un doble filo muy extenso. Tanto sirve para revisar desde el feminismo lo que es consentimiento, ‘sex-positive’ y abusos de sustancias, como para promover una agenda reaccionaria y antifeminista.

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