Iniciativa legislativa

Francia declara la guerra a Shein: la Asamblea Nacional pone coto a la moda ultrarrápida

El Parlamento francés debate este jueves una propuesta legislativa para prohibir la publicidad y regular la actividad de los gigantes chinos del textil, muy perjudicial para el medioambiente

Shein: el Amazon chino de la moda ultrarrápida que ha acortado los precios del 'low cost'

Macron, en la Asamblea Nacional Francesa

Macron, en la Asamblea Nacional Francesa / EFE

Enric Bonet

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La plataforma china Shein propone cada día hasta 7.100 nuevas piezas de ropa en Francia. La gran mayoría de ellas las vende a precios regalados. Camisetas por 1,50 euros, americanas por menos de 10, vestidos de mujer a 15 euros… Desde la pandemia del covid-19, las empresas de venta en línea de 'fast-fashion' como Shein o Temu han irrumpido con fuerza en Europa. Han acentuado el consumo excesivo de ropa, algo muy nocivo para el medioambiente. De la moda rápida impulsada por Zara o H&M a principios de siglo se ha pasado a la ultrarrápida de estas plataformas asiáticas.

La Asamblea Nacional francesa examinará este jueves una propuesta de ley para regular a estos nuevos gigantes del sector textil, cuyo modelo de negocio preocupa tanto a nivel ecológico como económico y social. Probablemente, una mayoría de diputados aprobará esta iniciativa legislativa, presentada por la diputada conservadora Anne-Cécile Violland. “Resulta dramática esta sobreproducción de ropa que llega desde Asia vulnerando cualquier normativa medioambiental”, ha declarado a 'Le Figaro' esta representante del partido Horizons (centroderecha), afín al presidente Emmanuel Macron. “No es una ley anti-Shein, Temu o Primark”, matizó.

“Han convertido el hecho de comprar ropa en una especie de adicción, como si fuera una ludopatía”

— Pascale Hébel. Economista y especialista en consumo

El texto propone, en concreto, prohibir la publicidad de las empresas de la moda ultrarrápida. También se quiere impedir la eficaz promoción que hacen en las redes sociales a través de 'influencers'. “Proponen tantos productos que incentivan un consumo excesivo” y a través de su publicidad y modelo de negocio “han convertido el hecho de comprar ropa en una especie de adicción, como si fuera una ludopatía”, explica a EL PERIÓDICO la economista Pascale Hébel, especialista en temas de consumo y directora asociada en la asesoría C-Ways.

“Penalización” económica

Además, la propuesta de ley introducirá una “penalización” económica para los grupos de 'fast-fast fashion'. Uno de los criterios para determinarla será si ofrecen cada día en sus tiendas digitales más de 1.000 artículos nuevos. Según Hébel, "el objetivo es que no propongan tantos productos y así disminuir el daño psicológico”. En el caso de que no modifiquen su funcionamiento, deberán pagar una tasa especial por cada producto. Resultará progresiva y podrá alcanzar en 2030 los 10 euros por cada pieza de ropa vendida. Esta contribución especial, sin embargo, no deberá superar el 50% del precio de venta.

La nueva iniciativa también penalizará los grupos de 'fast-fast fashion' que ofrezcan cada día en sus tiendas digitales más de 1.000 artículos nuevos 

“Apoyamos esta propuesta de ley, ya que servirá para sancionar a empresas con modelos de negocio muy perjudiciales para el medioambiente”, afirma Pierre Condamine, responsable de campaña sobre el exceso de producción para la asociación Amis de la Terre. Este militante ecologista recuerda que el textil es uno de los sectores más contaminantes: “No solo emite una gran cantidad de CO2 —actualmente representa el 10% de las emisiones mundiales, un porcentaje que podría subir al 26% en 2050—, sino que también favorece la producción de microplásticos y el uso de una gran cantidad de pesticidas para cultivar cotón, además de contaminar las aguas a través de los tintes”. A eso se le suma el transporte en avión por el que apuestan estas plataformas.

Colectivos ecologistas critican que la nueva ley deje de lado a gigantes como Zara o H&M, que venden más en Francia y tienen más impacto

Condamine recuerda que “cada año se venden en Francia hasta 3.300 millones de artículos de vestido, es decir, 10 veces más de lo que requerería una sociedad que respetara el acuerdo de la Conferencia del Clima de París de 2015”. Según este militante, “el 70% de la ropa vendida pertenece a empresas de moda rápida”. Aunque este integrante del colectivo Stop fast fashion valora positivamente la propuesta de ley, lamenta que “todas las marcas no se vean afectadas”. De hecho, se focaliza sobre todo en plataformas asiáticas, como Shein o Temu, "pero deja de lado a Zara o H&M, quienes tienen un mayor impacto medioambiental en Francia al vender más ropa”. 

Impacto también económico y social

“Si nos hemos concentrado en estas empresas de la moda ultrarrápida, esto se debe a que no solo representan un problema climático, sino también graves consecuencias a nivel social y económico”, sostuvo Violland. La economía gala quedó marcada en los últimos años por una sucesión de liquidaciones o graves problemas económicos en históricas empresas textiles, como Camaïeu, Burton o Pimkie. Mientras sus fábricas o tiendas cierran, han ganado peso plataformas digitales que cuentan con muy pocos trabajadores en Europa. 

Shein es la tercera tienda digital en que gastan más los franceses de entre 18 y 44 años

Según datos de la aplicación Joko, Shein es la tercera tienda digital en que gastan más los franceses (y sobre todo las francesas) de entre 18 y 44 años. Una tendencia parecida se observa en España, donde la plataforma aumentó en un 40% sus ventas en el primer semestre de 2023 en comparación con el mismo periodo de 2022. Creado en China, este nuevo gigante del textil cuenta con su sede en Singapur. La mayoría de sus fábricas se encuentran en territorio chino, pero también abrió plantas en Turquía y Brasil.

Aunque sus precios regalados alimentan la sospecha de la explotación laboral, desde Shein aseguran que se deben a un modelo “completamente distinto al de la moda rápida”, basado en la “baja demanda”. Es decir, según ellos, siguen las preferencias del cliente a la hora de producir. No obstante, estos argumentos no convencen ni a la clase política ni las asociaciones ecologistas francesas. Aprobada la semana pasada en comisión parlamentaria, la propuesta de ley recibirá probablemente este jueves el respaldo de la mayoría del hemiciclo. Un voto favorable convertiría a Francia en un país precursor. Pionero en activar el freno ante este consumo desbocado.