Desplome de la fecundidad

70.000 euros por bebé: empresas coreanas incentivan la natalidad de sus empleados ante el "Titanic demográfico"

Corea del Sur registra la tasa más baja de fecundidad del mundo: en cuatro décadas, la mayoría de la población tendrá más de 65 años y habrá perdido 15 millones de habitantes

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Corea del Sur tiene la tasa de fecundidad más baja del mundo.

Corea del Sur tiene la tasa de fecundidad más baja del mundo. / AFP

Adrián Foncillas

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Un niño ronda ya los 70.000 euros en Corea del Sur. Esa cifra, equivalente a cien millones de won, ha ofrecido una inmobiliaria para estimular la procreación en sus filas. Los esfuerzos del sector privado subrayan un problema apremiante. La declinante natalidad es un problema compartido por Europa y los países del vecindario asiático como China, Japón o Taiwán. Nadie, sin embargo, padece un registro más bajo que Corea del Sur.

La medida fue anunciada por el Grupo Booyoung, gigante del sector con 270.000 viviendas levantadas en cuatro décadas. A los pagos por los niños futuros suma los siete mil millones de won (casi cinco millones de euros) por los que tuvieron sus empleados desde 2021. “Es una crisis existencial”, ha razonado Lee Joong-keun, su octogenario presidente. “Espero que seamos reconocidos como una compañía que contribuye a promover los nacimientos y se preocupa por el futuro del país”, ha añadido. No es la pionera pero sí la más generosa. Hyundai, fabricante de automóviles, y Posco, la principal acerera nacional, rozan los 3.500 euros por vástago.

La discriminación laboral de las mujeres, así como los elevados gastos de vivienda y educación, lastran la fecundidad

Subsidios para congelar óvulos

Lo ha intentado casi todo el Gobierno. Este año ha subido la ayuda mensual por niño durante su primer año de los 500 a los 700 euros. Incluso ha ofrecido subsidios para congelar los óvulos y el espacio público para bodas. Pero pesan más los elefantiásicos gastos de la vivienda y la educación o la desigualdad de género. Corea del Sur ocupa el puesto 105 de 146 en paridad de sexos, según el Foro Económico Global. La mujer es tercamente discriminada en el puesto de trabajo. Su regreso es complicado tras una baja de maternidad y los puestos de responsabilidad son reservados para los hombres.

"Las grandes empresas coreanas quieren a los mejores trabajadores y con esos pagos los fidelizan, a la vez que suponen un acercamiento al Gobierno"

— Ramón Pacheco, profesor de Relaciones Internacionales del King College

Y mucha culpa es de la conservadora cultura de los 'chaebol', tan surcoreanos como el 'kimchi'. Son los grandes conglomerados que dominan la economía con estrechos vínculos con el poder e imponen un compromiso incondicional a sus trabajadores. ¿Responden sus cheques actuales a un complejo de culpa o a la inquietud por la deriva nacional? Ramón Pacheco, profesor de Relaciones Internacionales del King College y experto en Asia Oriental, entiende que “la principal razón es económica". "Los 'chaebol' quieren a los mejores trabajadores y con esos pagos los fidelizan. También se benefician de sus relaciones con el Gobierno, así que tienen incentivos para llevarse bien y complementar sus políticas”, revela.

Envejecimiento y pérdida de población

Es necesaria una tasa de fertilidad (número de niños que tendrá una mujer) del 2,1 para la estabilidad demográfica. La surcoreana fue el pasado año de 0,72 y los expertos auguran un 0,65 en el próximo. En Seúl y su zona de influencia, que concentra a la mitad de surcoreanos, ya está en 0,59. En cuatro décadas, si la inercia no se revierte, el país tendrá a la mayoría de la población por encima de los 65 años y habrá caído de los 51 millones actuales a los 36 millones.

"No está en juego la caída de la población, sino su “extinción”

— Choi Sang-mok. Ministro de Finanzas de Corea

Una cuarta parte de las ciudades, 59 de 228, habrá desaparecido en unas décadas. La declinante mano de obra o el inasumible sistema de pensiones se antojan ya problemas irresolubles. Incluso faltarán efectivos para nutrir el Ejército frente a la amenaza norcoreana. Choi Sang-mok, ministro de Finanzas, equiparó la demografía al iceberg que hundió el Titanic. No está en juego la caída de la población sino su “extinción”, avanzó Seúl.

Recelos ante la inmigración

La inmigración le ha rebajado el drama al primer mundo occidental pero en Extremo Oriente imperan las sociedades homogéneas con porcentajes ridículos de extranjeros. En Corea del Sur, y aún más en Japón, muchos los ven como una amenaza a la identidad y la cohesión social. El agravamiento del cuadro ha ido limando la resistencia. Corea del Sur ha ido abriendo el grifo en los últimos años: los visados otorgados han escalado desde los 52.000 en 2021 a los 165.000 previstos para el próximo. En un principio solo contemplaban las manufacturas y la construcción y ahora ya se han extendido al sector de servicios como la restauración. Son, en cualquier caso, los empleos áridos que los locales desdeñan.

“Corea quiere más inmigrantes laborales pero sin darles ninguna protección”, cuestionaba en diciembre el diario 'Hankyoreh'

El aluvión plantea retos como la discriminación o la protección de derechos laborales. Los trabajadores extranjeros acumularon el pasado año el 12% de los salarios adeudados. A los excesos contribuye la regulación: llegan con el visado vinculado al contratador y expira con su relación, así que, ante cualquier tropelía, han de elegir entre el silencio o la expulsión. “Corea quiere más inmigrantes laborales pero sin darles ninguna protección”, resumía en diciembre un editorial del medio de izquierdas Hankyoreh.

Entre los extranjeros se distinguen tres grupos, enumera Pacheco. Los coreanos regresados de la diáspora que comparten etnia y cultura con los locales, los del primer mundo con puestos cualificados y la mano de obra barata del sudeste asiático. “A estos, algunos surcoreanos les aceptan y otros no. Saben que son necesarios pero los rechazan porque hacen el país menos coreano”, añade. No pronostica una inmigración masiva y subraya los esfuerzos en la robotización y la automatización. Las máquinas, al fin y al cabo, generan menos cautelas sociales y no se quejan si son explotados. “Además, es una industria que puede ser exportada. Corea el Sur es líder en robots domésticos”, concluye.  

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