Opinión

Mireia Crispín Ortuzar: «El reto es dar visibilidad a los equipos de científicas»

En los últimos años, 52North se ha convertido en un referente de liderazgo femenino en el sector de la biomedicina

Mireia Crispín

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Era el verano de 2022, y acabábamos de contratar al cuarto empleado para nuestra joven start-up de tecnología biomédica, 52North. Habíamos conseguido doblar el tamaño del equipo inicial –de cuatro co-fundadores a ocho personas–, y estábamos emocionados. Sólo teníamos un pequeño dilema: nuestra plantilla tenía un problema de género, y no el que uno habría esperado en una empresa de ingeniería. De los cuatro co-fundadores, tres éramos mujeres: una abogada, una ingeniera, y yo, una física. Nuestros cuatro primeros empleados eran, para ser precisas, cuatro empleadas: una veterinaria experta en innovación biomédica, dos ingenieras más, y una enfermera. Nuestra empresa científico-tecnológica estaba formada en casi un 90% por mujeres. 

No fueron pocas las personas que nos hicieron comentarios al respecto. ¿Nos preocupaba? ¿Teníamos que reevaluar nuestros criterios de selección? Lo que no sabían era que estábamos experimentando simultáneamente dos fenómenos en nuestra contratación casi tan sorprendentes e inesperados: no solo eran todas nuestras empleadas mujeres, sino que todas ellas tenían nombres que empezaban por la letra “A”. Anna, Alex, Ama, Aislinn. Unos meses más tarde, el siguiente miembro de nuestro equipo, Michael, rompió con las dos tendencias, y pronto quedó claro que los nombres habían sido una divertida fluctuación estadística. Pero lo cierto es que, aunque a día de hoy 52North está más equilibrado en su composición de género, seguimos siendo una empresa con una presencia femenina excepcional. Nuestra CEO es una mujer; el 75% del equipo co-fundador somos mujeres; el 50% de la junta directiva son mujeres; 6 de nuestros 10 empleados son mujeres.

52North es, claramente, una excepción. Los grados relacionados con biomedicina son de las pocas carreras científicas en las que las mujeres son tan o más numerosas que los hombres; los empleados en empresas biotecnológicas del Reino Unido tienen una paridad de género casi perfecta, según la UK BioIndustry Association. Pero los puestos de liderazgo siguen eludiéndonos: solo un 32% de los puestos C-suite están en manos de mujeres.  

Reconozco que hace relativamente poco estas cuestiones me resultaban algo ajenas. Como física de formación, con un doctorado en física de partículas, trabajar rodeada de hombres era algo que daba por sentado, un dato casi sin importancia. Nunca sentí que esta desigualdad me causara ningún problema, quizás en gran parte –ahora pienso– gracias a la presencia casi magnética que tenían la mayoría de las físicas que me rodeaban: pocas pero inolvidables, inteligentes, inspiradoras, tremendamente trabajadoras, tanto profesoras como alumnas. Pero durante el invierno de 2015, durante mis últimos meses como estudiante de doctorado en Oxford, tuve la suerte de formar parte del equipo que organizó el primer congreso para estudiantes mujeres de física en el Reino Unido. El congreso fue un éxito rotundo, y se ha seguido celebrando cada año desde entonces (ahora lo organiza el Institute of Physics, la sociedad británica de física). Para mí fue un shock. Los comentarios de las asistentes eran todo entusiasmo e ilusión; muchas de ellas no se habían visto hasta ese momento con un futuro claro en la física. Estar rodeadas de semejante número de jóvenes y mujeres con las mismas dudas y ambiciones fue esencial. El congreso daba representación, visibilidad, y sentimiento de grupo. 

«Los grados relacionados con biomedicina son de las pocas carreras científicas en las que las mujeres son tan o más numerosas que los hombres.»

Hoy en día, afortunadamente, hay numerosas iniciativas con el objetivo de visibilizar a mujeres en ciencia a nivel individual. Lo que aún nos falta a menudo es la visibilidad del equipo científico: celebrar los grupos diversos, poniendo el énfasis en el entorno, en la comunidad, en el trabajo conjunto. Los individuos nos inspiran, pero son los equipos los que nos hacen sentir que nosotras también podemos.

En el caso de 52North, nuestras presentaciones siempre incluyen fotografías de nuestro equipo. Las solicitudes para trabajar con nosotros a menudo vienen de personas (con frecuencia, mujeres) que se han sentido atraídas por nuestra visión, nuestros valores y nuestro grupo, y de alguna manera quieren formar parte del proyecto. La idea, claramente, no es nueva: pero muchas veces en las ciencias nos olvidamos de lo importante que puede llegar a ser el factor humano. Y no solo es así en el mundo de las start-ups; mi propio grupo de investigación en la Universidad, en el que aplicamos exactamente los mismos principios, está también dominado por mujeres –seis de nueve investigadores– a pesar de ser un equipo de investigación computacional.

Es fácil de decir, pero más complicado de poner en práctica: en ciencia, aún más que en otras áreas, aún relacionamos el éxito con el individuo, en parte como herencia de los grandes premios como el Nobel. Las grandes colaboraciones científicas de las últimas décadas, como el LHC o LIGO, han roto moldes a la hora de recibir premios por sus descubrimientos. La realidad es que la inmensa mayoría del trabajo de investigación hoy en día se hace de manera colaborativa. Es más, la investigación en sí es solo parte de un complejo sistema que incluye política científica, administración científica, comunicación científica, diplomacia científica, financiación y mecenazgo científico, con toda la labor industrial en paralelo.

El equipo de inmunólogas que viaja con la OMS a un conflicto a asegurarse de que las enfermedades infecciosas están bajo control. El grupo que decide qué tipo de inteligencia artificial debería estar regulado por ley. Las expertas que evalúan cuánta financiación se necesita para descubrir la próxima generación de tecnologías sostenibles. Nuestro pequeño equipo que diseña un test para pacientes de cáncer. En el siglo XXI la ciencia se hace en sociedad, y cada vez más se escribe con nombre de mujer.