Crisis humanitaria

¿Cómo llegan a Catalunya los menores rescatados en Canarias?: "Dijimos que éramos mayores de edad para venir a Barcelona"

Catalunya recibe cada mes 300 niños migrantes, la mitad de la ruta canaria: decenas duermen en comisarías

El Govern reclama al Gobierno repartir entre las autonomías a los menores migrantes que llegan a Catalunya desde Canarias

Supervivientes de las pateras de Canarias se amontonan en pisos del Besòs en riesgo de desahucio

Un grupo de adolescentes reposan en las comisarías de Barcelona, a esperas de las plazas de acogida de la Generalitat.

Un grupo de adolescentes reposan en las comisarías de Barcelona, a esperas de las plazas de acogida de la Generalitat. / Zowy Voeten

Elisenda Colell

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Son las nueve y media de la noche y un adolescente subsahariano lee un papel y logra situarse. Lleva un anorak, una mochila y una bolsa con ropa. Mira bien el edificio y abre la puerta de la Comisaría del Eixample de los Mossos d'Esquadra ubicada en la plaza Espanya de Barcelona. Dentro, conocerá a Samba y a Mamadou, dos niños subsaharianos que llevan 36 horas en la misma comisaría esperando plaza para un centro de menores. Todos salieron de Gambia en patera hacia las islas Canarias. Y espontáneamente, sin formar parte de los repartos pactados entre autonomías, han llegado a Catalunya.

Drets Socials estudia los relatos de los niños para saber si hay negligencia de otras autonomías o mafias detrás del aumento repentino de llegadas espontáneas

¿Cómo llegan hasta Catalunya? Fuentes policiales sospechan que puede haber una mafia que se esté aprovechando de estos menores. La Generalitat quiere conocer los relatos de los menores para aclarar sus viajes y determinar si en esas llegadas hay negligencia de otras autonomías.

Fuentes policiales apuntan que los menores procedentes de la ruta canaria están orientados y saben cómo proceder

Fuentes policiales explican a EL PERIÓDICO que a diferencia de la crisis migratoria protagonizada hace cinco años por menores magrebís, que llegaban a Catalunya perdidos, sin saber mucho dónde ir, los menores procedentes de la ruta canaria están orientados y saben qué hacer. Las conversaciones que este diario ha mantenido con algunos de estos jóvenes revelan un mismo proceder.

De hecho, fuentes policiales apuntan que algunos menores han llegado a comisaría acompañados siempre por la misma persona, que asegura no conocerles. 

Un grupo de adolescentes reposan en las comisarías de Barcelona, a esperas de las plazas de acogida de la Generalitat.

Un grupo de adolescentes reposan en las comisarías de Barcelona, a esperas de las plazas de acogida de la Generalitat. / Zowy Voeten

Samba no se llama Samba. Pero sí es cierto que llegó a las Canarias a mediados de noviembre de 2023. "No recuerdo bien el día porque llegué muy débil. Casi nos morimos todos en el barco", explica el chico de 17 años, nacido en Gambia a finales de 2006. La travesía le tuvo 10 días a la deriva. "Comíamos galletas hasta que se nos terminaron, estuvimos tres días sin comer nada. La gente se empezó a marear, a volverse loca, a decir cosas raras... yo pensé que moría", relata el chico. Explica que cuando finalmente llegó, y fue atendido por los servicios sanitarios, dijo que era mayor de edad. "Lo hice porque no me quería quedar encerrado en esa isla", sigue. Quienes revelan su minoría de edad, terminan en los centros de menores canarios, colapsados con más de 5.000 menores.

"Nos tememos que haya comunidades que no acepten su responsabilidad y recomienden a los niños viajar hasta Catalunya"

Oriol Amorós

— Secretario General de Drets Socials

Alojamientos de compatriotas

Según su relato, Samba estuvo poco tiempo en Canarias. "Dije que me quería ir a Barcelona porque pensé que me podían deportar a Gambia", justifica. En un vuelo fletado por el Ministerio de Inclusión desde Tenerife, siempre según su relato, el joven terminó en un hotel para adultos en la comarca de La Selva gestionado por la Cruz Roja.

"Dormía en el suelo con 10 personas más, pero me daban comida y no tenía que pagar nada"

Samba, 17 años

"Después del hotel un compatriota nos dio alojamiento: estuve un mes viviendo en su piso. Dormía en el suelo con 10 personas más, pero nos daba comida y no teníamos que pagarle nada", sigue el chico. Afirma que un mes más tarde este mismo hombre le propuso ir a un centro de menores. "Cogí el tren y vine hasta aquí. Quiero ir a un centro de menores, estudiar, aprender el idioma", explica en inglés desde la comisaría de plaza España.

Un grupo de adolescentes reposan en las comisarías de Barcelona, a esperas de las plazas de acogida de la Generalitat.

Un grupo de adolescentes reposan en las comisarías de Barcelona, a esperas de las plazas de acogida de la Generalitat. / Zowy Voeten

Mamadou, su compañero, sí recuerda el día que pisó Canarias después del largo viaje en patera: el 31 de noviembre. A él le trasladaron a la Comunidad de Madrid. "Estaba con otra gente de Gambia, pero soy menor y no puedo estar con ellos", sigue el chico. Explica que decidió coger un autobús desde la capital hasta Barcelona. "Prefiero estar aquí. Nadie me dijo que tomara ese bus. Fui yo solo", insiste.

"Prefiero estar en Barcelona que en Madrid. Nadie me dijo que tomara ese bus. Fui yo solo"

Mamadou

Otro compañero que aguarda en comisaría cuenta que su travesía ha pasado por Peñíscola, también en un vuelo pagado por el Gobierno central desde Canarias.

Es inevitable pensar en la vulnerabilidad de estos niños. Samba es huérfano de madre. "Mi padre es taxista pero tiene 80 años... no puede trabajar", explica el niño, hijo de un segundo matrimonio. El año pasado dejó sus estudios para trabajar en la construcción, pero al final decidió probar suerte en Europa. "Mis tres hermanas pequeñas, mi padre y su otra mujer me necesitan", argumenta el chico, que mintió en casa antes de coger la patera.

Mamadou también dejó de estudiar cuando perdió a su padre, el sostén económico de su familia. "Hacía de lampista pero ganaba solo dos euros al día (150 dalasis)". Terminó por robar 45.000 dalasis a su jefe (613 euros) para pagar una plaza en una patera rumbo a España. "Mis hermanos me necesitan", sigue el chico, en los huesos.

Recopilatorio de historias

Es habitual que haya mafias que se aprovechan de la miseria de estos jóvenes para intentar llegar a España desde las Canarias. "Lo que es evidente es que a Catalunya no llegan pateras y que para salir de Canarias hay que tomar un avión, con todos los controles que implica", subraya Oriol Amorós, secretario general de Drets Socials. "Nos tememos que haya comunidades que no acepten su responsabilidad, que haya trabajadores sociales de otras partes de España que recomienden a los niños que compren un billete de bus o de tren hasta Catalunya", lamenta Amorós.

Un adolescente gambiano desamparado reposa en la comisaría del Eixample de Barcelona, esperando una palza en un centro de menores.

Un adolescente gambiano desamparado reposa en la comisaría del Eixample de Barcelona, esperando una palza en un centro de menores. / Zowy Voeten

"Los relatos que nos llegan son variopintos. Sabemos que cuando los niños llegan a los centros hacen revelaciones a los educadores y los psicólogos. Siempre respetando la privacidad y el secreto profesional, estamos pidiendo a los profesionales que nos transmitan toda esta información para hacer un recopilatorio de casos y así poder ver si hay elementos comunes y podemos saber qué está pasando", explica Amorós.

La intención del Govern es abrir una especie de investigación para conocer quién está detrás de este aumento repentino de llegadas no planificadas. Especialmente para destapar las posible mafias de trata de seres humanos. Este diario se ha puesto en contacto con los Mossos d'Esquadra, sin éxito, para saber si han abierto alguna investigación al respecto.

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