50 años de la misión de Skylab-4

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Tripulación de Skylak 4

Tripulación de Skylak 4 / NASA

Carol Álvarez

Carol Álvarez

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El primer árbol de Navidad que orbitó en una estación espacial lo hizo en el Skylab, con bandera estadounidense y latas de comida: ahora se cumplen 50 años de aquel día en que el artefacto fue ensamblado con mucho humor y poca gracia por los astronautas que integraban la misión a la que le tocó estar justo ahí, en el espacio sideral, dando vueltas a la Tierra. 

La estación fue un hito en la época y permaneció activa desde 1973 hasta 1979, fecha en la que se convirtió en la primera basura espacial que impactó sobre nuestro planeta en zona habitada, para susto monumental de los habitantes de un pequeño pueblo del sur de Australia, Esperance, pero eso es otra historia. El árbol de Navidad ha llegado a nosotros a través de una captura de pantalla de la telecomunicación que establecieron William Pogue, Gerald Carr y Ed Gibson, los tres hombres que integraban la cuarta misión que ocupaba el Skylab, con la base de la NASA aquel 25 de diciembre. 

Primer árbol de Navidad en el espacio

Primer árbol de Navidad en el espacio / NASA

Cuando uno despegaba hace cincuenta años hacia los confines del universo solo podía batir récords y derribar muros de desconocimiento, y eso lo hicieron con nota en la misión, convertida a su pesar en una especie de camarote de los hermanos Marx mientras atesoraban conocimientos de gran valor para la ciencia.

El paseo de Navidad

La misión del Skylab 4 duró 84 días, 1 hora, 15 minutos y 30 segundos, y llegó a completar 1.214 órbitas a la Tierra. Entre las gestas que más atención despertaron destaca el paseo espacial que protagonizaron Carr y Pogue el día de Navidad: fue el más largo registrado hasta el momento, de siete horas.

Cuando los astronautas llegaron a la estación les habían precedido otras tres misiones, lo que había permitido que se pusieran a prueba muchas contingencias. La primera ducha espacial ya la probaron los hombres de la primera misión, era un sistema lentísimo, y por eso ellos prefirieron la limpieza con toallas húmedas. La comida también había mejorado considerablemente: tenía algo más de sabor y disfrutaron de los productos precongelados.

Trabajo extenuante

Para lo que nadie les había preparado era para la carga psicológica de asumir la ingente cantidad de trabajo que les tenían reservado. Cada día en órbita suponía un coste de 22 millones de dólares, y la NASA pretendía que los hombres enviados al Skylab resultaran productivos con listas extenuantes de ejercicios y pruebas de laboratorio para obtener el máximo de datos sobre la experiencia. Y cada misión espacial marcaba nuevos límites a la capacidad de trabajo del equipo humano enviado. 

Carr y Pogue, durante unos ejercicios

NASA

El 'motín'

Así fue como la tripulación que montó el arbolito de Navidad con cuatro latas de comida también sería la primera que levantó las alarmas de lo que podía ser un motín en el espacio, una huelga de brazos cruzados, un «se acabó» de la explotación laboral. Sobre ese episodio se escribieron ríos de tinta, y tanto la NASA como los implicados acabaron por quitar hierro al asunto y asumir que lo que sucedió entre el 28 y el 29 de diciembre de hace cincuenta años fue en realidad un despiste, pero lo cierto es que aquel día ni Carr, ni Pogue ni Gibson encendieron la radio que les conectaba con la Tierra. Se hizo el silencio. No es que la NASA perdiera el contacto con la Skylab, sabían que todo estaba bien, lo que ocurrió es que se saltaron todos los protocolos de comunicación habitual por los que, justamente, intercambiaban instrucciones sobre la evolución de sus ejercicios y trabajos. La situación venía precedida de quejas continuas por la carga de trabajo a la que eran sometidos los astronautas, que apenas podían descansar, y pedían a la Tierra que rebajara las exigencias sin éxito. 

El cometa Kohoutek

No ayudó que en fechas navideñas coincidiera el paso del cometa Kohoutek, descubierto en marzo de aquel año y que en su trayectoría se acercaría al Sol hacia fin de año, con una luminosidad que prometía ser mágica y que rememoraba la estrella de los Reyes Magos. Fueron horas infinitas las que pasaron fotografiando y dibujando el cometa, a medida que se acercaba en aquellas fechas. También fotografiaron la primera llamarada de sol.

Dibujo de la tripulación del Skylab 4 del cometa  Kohoutek

Dibujo de la tripulación del Skylab 4 del cometa Kohoutek / NASA

El área 51

El cometa quizá fue lo que colmó el vaso, y la desconexión de la radio, que luego la NASA justificó ante el escándalo como que aquel día les tocaba descanso, se sumó a otro incidente que podría pasar por travesura y que pasó inadvertido: entre sus agotadoras sesiones de filmación de la Tierra, la misión Skylab 4 tienen en su haber el mérito de haberse saltado las normas y haber captado las primeras imágenes prohibidas de la mítica Área 51, la misteriosa base militar americana que se oculta en el desierto de Nevada y que ya entonces inspiraba teorías y elucubraciones sobre las actividades secretas que desempeña como campo de prueba experimental.

Carr, Pogue y Gibson abrieron con su misión una reflexión inesperada para la NASA acerca del estrés y la importancia de la psicología de equipo. El episodio sirvió y las charlas que tuvieron luego hizo que el Año Nuevo arrancara con menos presión y más descanso, que adaptaran las tareas pendientes a sus energías, y como resultado regresaron a la Tierra con más trabajo realizado del que sumaron las misiones precedentes.

Como contó Gibson en su mensaje navideño, ver la Tierra desde el espacio, desde tan larga distancia, te hace darte cuenta de que la naturaleza fluye sin barreras humanas: no se ven las construcciones, las fronteras levantadas por las personas, solo los límites naturales de ríos y montañas. Toda la humanidad está en un mismo bote, y tenemos que aprender a vivir bien, en paz.

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