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Desmintiendo mitos sobre la salud sexual

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La pereza sexual mata relaciones

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Silvia Gómez (Verificat)

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Hace no mucho existía la creencia comúnmente aceptada de que el aspecto físico de una mujer embarazada podía ofrecer pistas sobre cuál iba a ser el sexo del futuro bebé. También se pensaba que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se podía transmitir por vía respiratoria o dando un abrazo, y que era una infección que solo podían contraer las personas homosexuales.

Si bien el conocimiento sobre la salud sexual y reproductiva ha mejorado notablemente en los últimos años y sabemos que lo dicho anteriormente no es cierto, a día de hoy aún circulan creencias erróneas sobre este asunto que afectan a la calidad de vida de las personas.

Es por eso que estas navidades la salud sexual y reproductiva es el tema protagonista de La Marató. Algunos de los mitos que más han calado en la sociedad están vinculados a las infecciones de transmisión sexual (ITS), la infertilidad, el embarazo, la menopausia y la sexualidad.

Los síntomas invisibles de las ITS

Los casos de ITS están desbocados en Catalunya. ¿Cómo saber si tenemos una? Existe el mito de que siempre producen síntomas, pero lo cierto es que esto no ocurre en la mayoría de personas, especialmente en mujeres. Y cuando existen síntomas, estos suelen ser inespecíficos (como secreciones de la uretra o sangrado vaginal inusual). Todo ello complica su detección e incrementa el riesgo de desarrollar secuelas a largo plazo. Además, dado que la persona con la infección podría no ser consciente de que la padece, es más probable que transmita la enfermedad a más gente.

Por eso, los profesionales recomiendan "que las personas sexualmente activas se hagan pruebas de forma rutinaria", explica Mireia Alberny, experta en ITS en la Dirección General de Planificación e Investigación en Salud del Departamento de Salud. Estas permiten detectar, por ejemplo, el virus del papiloma humano (VPH), una infección con una prevalencia elevada en todo el mundo en ambos sexos, a pesar de la falsa creencia de que solo afecta a las mujeres. 

Los jóvenes y la disfunción eréctil

Una de las consecuencias más graves de las ITS son los problemas de infertilidad, que pueden afectar tanto a hombres como a mujeres. Tradicionalmente se las ha culpado a ellas de las dificultades de conseguir un embarazo, pero hoy sabemos que solo uno de cada tres casos tiene que ver exclusivamente con el aparato reproductor femenino.

En el caso de los hombres, una parte de la desinformación se centra en la disfunción eréctil, la incapacidad de tener una erección o bien de poderla mantener. A pesar de no estar demasiado investigada en la población joven, hay estudios que elevan su incidencia hasta el 30% entre los hombres menores de 40 años

La mujer, la gran desconocida

Pero quienes más sufren los efectos del desconocimiento sobre salud sexual y reproductiva son las mujeres. Uno de los mitos más extendidos es que existen dos tipos de orgasmos femeninos —clitorianos y vaginales—, pero es completamente falso. El origen de este mito se remonta al año 1905, cuando Sigmund Freud describió estas tipologías de orgasmo. Sin embargo, “no existe un tipo de orgasmo”, explica Cristina Martínez, responsable de los servicios de Salud Sexual y Reproductiva de Barcelona Ciudad. “Los orgasmos pueden sentirse en distintas partes del cuerpo y la respuesta varía en cada mujer”, aclara la experta. 

Otra de las temáticas sobre la cual todavía hoy en día circulan muchos mitos es el embarazo. Por ejemplo, aunque estemos acostumbrados a escuchar que las embarazadas “han de comer el doble”, es falso. Si bien durante el embarazo aumenta el metabolismo, las embarazadas han de comer “adaptándose a sus necesidades”, indica Toni Payà, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital del Mar, en Barcelona.

La menopausia también presenta incertidumbres: la comunidad científica todavía no ha averiguado los procesos fisiológicos que conducen a la pérdida irreversible de fertilidad. A los síntomas más comunes y conocidos, como los sofocos, la alteración del estado de ánimo o la disminución de la líbido, se le suman los invisibles como el aumento de la presión arterial o el incremento del riesgo de diabetes y de problemas cardiovasculares. No conocerlos implica que, entre otras cosas, el 85% las mujeres con menopausia no reciba un tratamiento adecuado, tal y como concluyó un estudio reciente en el que se revisaron más de 70 años de estudios sobre el tema.

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