Sistema penitenciario

La nueva prisión de mujeres de la Zona Franca acelera para sustituir a Wad-Ras

Dentro de la cárcel de mujeres de Wad-Ras: "Sueño con ser entrenadora de gimnasia"

La Generalitat cerrará las prisiones de Wad Ras y Trinitat y abrirá dos en la Zona Franca

J. G. Albalat

J. G. Albalat

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La histórica prisión de mujeres de Wad-Rasen el Poblenou, que empezó a funcionar como tal en 1983, desaparecerá en los próximos años, uno de los objetivos fijados por los últimos Gobiernos catalanes. Tras años de demoras, la semana que viene se activa el plan de construcción del centro que la sustituirá, en la Zona Franca. El Ejecutivo de Pere Aragonès –con la titular de Justícia, Gemma Ubasart, como impulsora– aprobará el programa de encargo de actuaciones (PEA) y el departamento licitará el año próximo el proyecto de la nuevas instalaciones penitenciarias, que cuenta con una reserva económica para las obras de 90 millones de euros. Según ha anunciado este jueves Ubasart, la nueva cárcel será la primera construida "con perspectiva de género, será moderna, funcional y estará al servicio de las necesidades de las personas internas y de los profesionales". Es el próximo gran equipamiento del sistema penitenciario catalán.

El año próximo se licitarán las obras del nuevo centro que entraría en funcionamiento en 2029

La construcción de una cárcel es compleja. Años atrás se anunció la apertura del nuevo centro de mujeres para 2027, pero hasta ahora no había sido posible tirar adelante el proyecto por diversas vicisitudes. La semana próxima se da un paso adelante con la aprobación del PEA y en 2024 se realizará la licitación, por lo que las obras podrían empezar en 2026. Si todo va según los planes, la cárcel se inaugurará en 2029. De hecho, una exdirectora de Wad-Ras ha recordado en un acto celebrado por el 40º aniversario del centro que ya en 1990 se hablaba de cambiar de ubicación. Aun así, el edificio donde está instalada se ha ido remodelando y acondicionando. Fue construido en 1915 por los arquitectos Enric y Josep Maria Sagnier, y antes de convertirse en una prisión fue un centro tutelar de menores.

El nuevo equipamiento de la Zona Franca contará con 50.000 metros cuadrados, lo que cuadriplicará la superficie de Wad-Ras. Así, contará con espacios adecuados para las madres y sus hijos (en el centro penitenciario del Poble Nou viven ahora siete madres y ocho niños) y también con zonas de visita y espera. Además, bajo el concepto de centro ecológico, se incorporarán equipamientos verdes al aire libre y huertos terapéuticos, y habrá un sistema de reciclaje y entrada de luz natural. Los dispositivos de seguridad serán menos invasivos. En Catalunya, el 6,2% de la población reclusa (463 de 7.579) son mujeres. La 'consellera' ha subrayado que "las mujeres internas están doblemente olvidadas, por internas y por mujeres. Todas ellas están aquí (en la cárcel) porque han cometido un delito, claro, pero muchas son víctimas de un sistema económico y un sistema patriarcal que las ha empujado hasta aquí".

Doble función

Con la construcción de esta nueva prisión de mujeres de Barcelona, la de Wad-Ras dejará de existir. El centro ahora desarrolla una doble función: prisión de mujeres preventivas, a la espera de juicio, con 107 internas en régimen ordinario, y centro abierto, donde 384 personas cumplen condena y pueden salir a la calle a trabajar. En total, en la cárcel hay 491 internos e internas. Trabajan en esta cárcel 237 profesionales, entre los que hay psicólogos, educadores, trabajadores sociales, técnicos artísticos y deportivos, entre otros, y colaboran 150 voluntarios.

La cárcel del Poblenou ha sido testigo no solo de la transformación de la ciudad, sino también del lado más marginal de la sociedad

Motín

Las primera presas de Wad-Ras, que abrió el 18 de octubre de 1983, llegaron desde la también prisión de Barcelona de la Trinitat, gestionada por las monjas Cruzadas Evangélica de Cristo Rey, donde permanecieron recluidas conocidas activistas antifranquistas. En ese momento, Wad-Ras pasó a ser cárcel de mujeres de la capital catalana. Como ha recordado Amand Calderó, secretario general de Medidas Penales, en los años 90 el centro era una "fotografía en blanco y negro. Un centro negro, oscuro, conflictivo y difícil de gestionar" y poco a poco entró el "color".

En esos años se produjo el único motín que ha sufrido el centro. Como han asegurado los últimos cuatro directores, esta cárcel ha sido testimonio de las profundas transformaciones vividas en la capital catalana a lo largo de los años, así como de los cambios en el mundo de la marginación y la delincuencia. Por sus instalaciones han pasado víctimas de la heroína, enfermas de sida o las transportadoras de droga de países pobres que hoy día continúan llegando.