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Cuánto CO2 necesita emitir un volcán para que supere a las emisiones de la actividad humana

Islandia encadena cientos de terremotos

La ceniza volcánica se eleva hacia el cielo durante una erupción.

La ceniza volcánica se eleva hacia el cielo durante una erupción. / Crédito: Archivos Nacionales de Estados Unidos.

Andrea Arnal (Verificat)

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Todos los focos en Islandia están puestos en la actividad volcánica de la península de Reykjanes, debido a la inusual actividad volcánica que está presentando desde el pasado 25 de octubre. Pero no es el único volcán islandés: en la isla hay actualmente una treintena de volcanes activos. De hecho, es en esta región donde actualmente se halla el sistema Fagradalsfjall, donde se han producido erupciones volcánicas en los últimos tres años. 

Los volcanes son una potente fuente de CO2 o dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que tiene la capacidad de calentar la atmósfera y producir el llamado calentamiento global. Y, sí, es cierto que en alguna ocasión las actividades volcánicas han alterado en el pasado el curso climático de la historia. Recordemos, por ejemplo, el episodio de la erupción de los traps siberianos —montañas volcánicas de cima plana en Rusia— hace 252 millones de años, que favoreció una de las mayores extinciones masivas que han tenido lugar en la Tierra, debido en parte a las emisiones de gases como el dióxido de carbono y el metano. 

Pero eventos de tal calibre ocurren cada cientos de miles de años. Los más frecuentes, como los que tienen lugar en Islandia, tienen un impacto infinitamente menor. De hecho, hace apenas un año volvió a surgir la pregunta respecto a cuánto puede influir un volcán en el actual escenario de calentamiento global, a colación de la erupción del volcán submarino Hunga Tonga, ubicado en el océano Pacífico. 

En aquella ocasión, el volcán emitió principalmente vapor de agua a la atmósfera, que, al igual que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, absorbe calor en forma de radiación infrarroja de la superficie de la Tierra y lo vuelve a emitir. Unos científicos publicaron un análisis señalando el potencial impacto que la erupción ha podido tener en el aumento de temperatura global, pero señalaron que tales efectos serían mínimos y a corto plazo: según las estimaciones, el vapor de agua producido podría aumentar en torno a 0,05 °C a escala global durante los próximos 3 a 5 años, mientras que el efecto de los GEI en conjunto está causando un aumento de entre 0,1 y 0,2 °C por década.

Es algo que pasa en la mayoría de las ocasiones, tal y como han afirmado en reiteradas ocasiones entidades científicas como la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) y la Oficina Nacional de Administración Oceánica (NOAA, por sus siglas en inglés), así como agencias miembro de la International Fact-Checking Network, como Reuters, Snopes, AFP, AP o Newtral. Todas ellas han determinado que el impacto de las actividades humanas en el ciclo del carbono pueden superar hasta en más de 100 veces el de todos los volcanes del mundo juntos. 

“Hay al menos 4 o 5 erupciones volcánicas cada día en la Tierra durante todo el año. Las estimaciones sobre la cantidad de gas liberado a través de estos procesos varían, pero normalmente son del orden de 280 a 400 millones de toneladas por año, lo que se compara con una producción anual relacionada con la actividad humana de 37 mil millones de toneladas”, indica a Verificat Marc K. Reichow, geocientífico de la facultad de Geografía, Geología y Medio Ambiente en la Universidad de Leicester (Reino Unido). Es “muy poco”, concluye. 

Incluso si equiparamos las emisiones que generan los supervolcanes como el de Yellowstone (Estados Unidos), que se producen cada 100.000 o 200.000 años, los números siguen sin salir. “Las emisiones totales anuales de CO₂ antropogénicas equivalen a una o más supererupciones del tamaño de Yellowstone al año”, explica la NASA en un post sobre el tema. 

Mientras tanto, las emisiones generadas a partir de la quema de combustibles fósiles no han parado de aumentar globalmente desde la revolución industrial. En 2022 se emitieron un total de 40.500 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera, de las cuales aproximadamente en un 90% procedieron de la quema de combustibles fósiles, según datos del Global Carbon Project

Pero se da la circunstancia de que precisamente este año hay elementos naturales que han añadido unas centésimas de grados más a la temperatura media global, haciendo que nos encaminemos al año más cálido jamás registrado hasta la fecha, una circunstancia que se explica principalmente por las emisiones antropogénicas de CO2, pero a la que hay que añadir la influencia de El Niño o la del volcán Hunga-Tonga. 

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