Contaminación acústica en grandes ciudades

La epidemia del ruido se erige en un problema de salud pública: mucho tráfico y hogares no preparados

Los expertos alertan de que, aunque no se le dé importancia, actúa de forma paulatina y provoca desde problemas cardiovasculares y digestivos hasta afectaciones psicológicas como estrés, irritabilidad e insomnio

Contaminación acústica, ¿cómo afecta a nuestra salud?

"El ruido mata", lema de la movilización contra la contaminación acústica

La calle de Aragó, a la altura de la calle de Casanova.

La calle de Aragó, a la altura de la calle de Casanova. / ALBERT BERTRAN

Valentina Raffio

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En las grandes ciudades hay al menos dos cosas de las que no se puede escapar: la polución y el ruido. Según advierten los expertos, la exposición continua a estas fuentes de contaminación supone un grave riesgo para la salud pública. En el caso de la polución, prácticamente todo el mundo es consciente del peligro que supone respirar 'aire sucio' y cada vez hay más presión social para acotar este problema. En el caso del ruido, en cambio, "todavía hay mucho desconocimiento sobre el impacto de la contaminación acústica y sus efectos en la salud", comenta Ginés Viscor, de la Universitat de Barcelona (UB).

Según explica este especialista, "el ruido y la gresca son algo inherente a las sociedades mediterráneas". "Solo hace falta entrar a un restaurante del norte de Europa para ver que allí lo normal es mantener un volumen bajo incluso en entornos de socialización", comenta. En el sur del continente, en cambio, subir los decibelios está tan normalizado que, de por sí, la gente está más acostumbrada a rodearse de ruidos y a socializar a alto volumen. A esto hay que sumarle el impacto de actividades características de las ciudades como, por ejemplo, el elevado tráfico de vehículos. "En las grandes ciudades estamos expuestos a niveles de presión acústica muy por encima de lo recomendable", comenta Viscor.

"En las grandes ciudades estamos expuestos a niveles de presión acústica muy por encima de lo recomendable"

Ginés Viscor

— Profesor de la UB

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que por lo general cualquier ruido por encima de los 65 decibelios se considera contaminación acústica y cualquiera por encima de los 75 es considerado peligroso para la salud. De ahí que, según recomienda esta institución, el ruido diurno debería limitarse a un máximo de 50 decibelios y el nocturno a tan solo 45. Para hacernos una idea: una biblioteca silenciosa registra entre 30 y 40 decibelios; una conversación normal, entre 40 y 60; una calle transitada, entre 70 y 85, y un concierto, entre 100 y 120. "En las grandes ciudades nos hemos acostumbrado a vivir con niveles de ruido muy altos, pero en muchos casos se trata de umbrales muy por encima de lo recomendable", comenta Carles Pons, ingeniero acústico de la consultora 'dBplus'. 

"El ruido actúa de forma paulatina y perniciosa, no le damos importancia, pero puede desencadenar ansiedad y ataques de cólera", afirma el investigador Ginés Viscor

Ciudades más ruidosas

Madrid y Barcelona aparecen prácticamente empatadas en los rankings de ciudades más ruidosas de Europa. Según un análisis de la consultora 'money.co.uk', Madrid es la cuarta metrópolis con más contaminación acústica del continente y Barcelona es la quinta. En el caso de la capital, las zonas donde se concentra más ruido son Chueca y Salesas, así como en calles como Génova, Gran Vía y Paseo de Recoletos. En Barcelona, el ruido se concentra en calles como Gran Via, Aragó y Diagonal y en zonas transitadas como las plazas de Gràcia, Tuset y Enric Granados

En la gran mayoría de casos, las calles más ruidosas de las grandes metrópolis coinciden con las más transitadas. Por eso no es de extrañar que, tal como apuntan varios informes, la principal fuente de contaminación acústica sigue siendo el tráfico automovilístico (y el aéreo en zonas cercanas a los grandes aeropuertos). El otro gran foco de ruido son las actividades humanas (desde los colegios hasta los espacios de restauración o de ocio nocturno). También destaca el impacto de actividades que, aunque ocurran de forma puntual, pueden disparar los sonómetros como es el caso de las obras.

Según explica Pons, en estas grandes ciudades españolas no solo hay altos niveles de contaminación acústica sino que, además, muchos de los hogares no están bien aislados para 'protegerse' del ruido. "Muchas construcciones, sobre todo las anteriores a 2007, no están bien insonorizadas. Por eso es muy habitual estar en un piso y oír el ruido del tráfico, de los ascensores o incluso de los vecinos hablando", comenta el especialista. "Lo normal sería que si estás en casa con las ventanas cerradas deberías estar prácticamente en silencio o como mucho con un poco de ruido de fondo. Que escuches a tus vecinos hablar muestra lo mal insonorizados que están algunos hogares", añade. 

"Muchas construcciones 'antiguas', sobre todo las anteriores al 2007, no están bien insonorizadas"

Carles Pons

— Ingeniero acústico

Impactos en la salud

La exposición continua al ruido puede desencadenar múltiples daños para la salud. "La contaminación acústica puede provocar desde problemas cardiovasculares y digestivos hasta afectaciones psicológicas", comenta Viscor. Uno de los efectos más preocupantes, según explica este especialista, es el aumento del estrés, la irritabilidad y los problemas de sueño. Sobre todo en el caso de la exposición al ruido en contextos donde se requiere silencio como, por ejemplo, a la hora de estudiar o trabajar o durante las horas de sueño. "El ruido actúa de forma paulatina y perniciosa. Muchas veces no le damos importancia, pero puede desencadenar crisis de ansiedad y ataques de cólera", añade el especialista.

¿Pero de qué dependen este tipo de daños? ¿A partir de cuándo la contaminación acústica empieza a ser peligrosa? Según explica Viscor, más allá de lo que establecen los umbrales de la OMS, también hay que tener en cuenta la "tolerancia al ruido" de cada persona. "Hay personas que pueden aguantar niveles muy altos de contaminación acústica sin demasiados problemas y quienes, en cambio, sufren más ante niveles más bajos", comenta. "Todo depende de la persona y del contexto. Incluso la persona más acostumbrada al ruido puede desarrollar problemas si no consigue descansar en silencio durante al menos unas horas al día", añade el especialista.

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