Iglesia Católica

Las refriegas chinas se erigen en el (inesperado) foco de conflicto del sínodo de Francisco

Menos jerárquica y más diversa: el Vaticano inicia el sínodo que adaptará la Iglesia al siglo XXI

Cardenales conservadores desafían al Papa con el sínodo ya en marcha

El Cardenal Joseph Zen Ze-kiun en el Vaticano.

El Cardenal Joseph Zen Ze-kiun en el Vaticano. / Alberto Pizzoli/AFP

Irene Savio

Irene Savio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mucho se ha hablado de China en el sínodo que se está celebrando este mes de octubre y que debe adaptar la Iglesia católica a los tiempos actuales. El detalle no es menor. El gigante asiático y el Vaticano mantienen una relación tensa desde 1951, a pesar de que en los últimos años, con Francisco, se ha producido un tibio acercamiento entre la Santa Sede y Pekín. De ahí también la relevancia.

Una de las noticias es que el anciano cardenal chino y arzobispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen Ze-kiun, se ha convertido en una de las voces más críticas de la reunión. Otra información gira en torno al ‘misterio’ de dos obispos chinos que participaban en la reunión y que la han abandonado antes de que esta finalice el próximo 29 de octubre

Zen, muy respetado entre los católicos asiáticos por su defensa de la libertad religiosa en Asia, ha multiplicado en estas semanas sus entrevistas y declaraciones públicas para manifestar su opinión contraria a un sínodo que ha llegado a calificar de reunión “de partidarios de homosexuales expulsados por la Iglesia”. “No es un sínodo de discernimiento de la verdad, sino solo un ‘compartir’ de emociones. No se trata de la verdad de la fe, es solo psicología”, ha criticado el purpurado. 

Oído en Asia

El asunto es que la voz de Zen podría ser la punta de un iceberg mucho más grande, como sugiere Bernardo Cervellera, director durante dos décadas de 'Asia News' (hasta 2021) y misionero en este continente. “La perplejidad [de Zen] ante un sínodo que es visto como unilateral, sociológico y poco teológico ha llegado desde muchas partes aquí en Asia”, señala el sacerdote. 

“Las críticas de Zen son una evidente señal del malestar que se mantiene desde el Concilio del Vaticano II”, afirma. “Ese concilio había empujado a la Iglesia a abrirse al mundo”, razona Cervellera, quien ha añadido que esta parte del clero considera que la institución sí debe abrirse al mundo, pero también debe “criticar sus pretensiones absolutistas e inhumanas”. 

Iacopo Scaramuzzi, veterano vaticanista y autor de libros sobre asuntos religiosos, tiene una opinión diferente. Según él, Zen es parte de una corriente tradicionalista que “siempre es la misma”.“En 2018, por ejemplo, Zen intervino en una conferencia promovida por los cardenales Raymond Burke y Walter Brandmüller, que en ese momento criticaban la exhortación apostólica Amoris Laetitia y las aperturas a los divorciados vueltos a casar”, afirma. 

Esos, afirma, son los mismos “que hoy critican el sínodo”. “Mi opinión es que esta ala ultraconservadora, que se extiende desde EEUU hasta Hong Kong, considera que el Concilio del Vaticano II es el origen de todos los problemas y teme que el Papa esté desestabilizando a la Iglesia actual”, argumenta Scaramuzzi. 

Abandono misterioso

Asunto aparte es, en cambio, la cuestión de los dos obispos chinos con derecho a voto, Antonio Yao Shun y Joseph And Yongqiang, quienes abandonaron esta semana el sínodo 12 días después del inicio de la reunión. La circunstancia, comunicada por el actual prefecto del Dicasterio para las Comunicaciones, Paolo Ruffini, ha sorprendido, ya que no hubo un anuncio previo

Además, se justificó la decisión con el argumento de que los dos habrían tomado la decisión a raíz de “necesidades pastorales” de sus diócesis que requerirían su presencia en China. 

Problema: desde hace más de medio siglo, China y el Vaticano mantienen una pugna, pues la Santa Sede se niega a que Pekín le imponga sus obispos, lo que no sucede en ninguna otra parte en el mundo y lo que había dado vida a dos Iglesias (una oficial y otra clandestina que respondía al Papa). Esta 'anomalía' parecía haberse resuelto en 2018 con un histórico acuerdo entre los dos países que manifestó grietas en 2020, cuando Pekín nombró por sorpresa a un purpurado elegido por las autoridades del país asiático. 

De ahí que el hecho de que los dos se hayan marchado del sínodo es “sin duda síntoma de un problema, ya que el Vaticano había dicho que, a diferencia de 2018, los dos obispos habrían participado en todo el sínodo”, dice Scaramuzzi. “No me sorprende demasiado. Ha habido una mejora, pero, aun así [en estos años], la relación entre China y El Vaticano ha dado pasos hacia adelante y hacia atrás”, concluye.