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Andrea Arnal

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“Las élites mundiales tienen un plan oculto para implantar a través de la Agenda 2030 una dictadura global, un solo gobierno en todo el mundo que sirva a sus intereses”. Esta es una de las teorías de la conspiración sobre los compromisos adoptados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que circulan no solamente a través de las redes sociales, sino también desde la esfera política española, donde partidos como Vox alertan de que la Agenda 2030 se trata, en realidad, de un plan “globalista” que “está amenazando nuestro campo, nuestra industria y el progreso de todos los españoles”. 

Lejos de ser una narrativa residual, los canales y los perfiles de redes sociales que difunden bulos sobre la Agenda 2030 cada vez cuentan con más seguidores. Una búsqueda de Google Trends da cuenta de un interés que se ha disparado en los últimos años, en parte precisamente por los mensajes conspiracionistas que la rodean. 

Según sus defensores, detrás de objetivos tan loables como “poner fin a la pobreza” o “acabar con el hambre” se escondería una estrategia oculta para imponer un Nuevo Orden Mundial dominado por “los de arriba”. Dentro de esta lógica, la pandemia y las posteriores campañas de vacunación habrían sido una operación para reducir la población del planeta y la lucha contra el cambio climático sería una excusa inventada para reducir la libertad de las personas. 

Pero esto ni es cierto ni es nuevo. Los fundamentos de la teoría de la conspiración del Nuevo Orden Mundial se remontan a mediados del siglo XX. Ahora se ha reinventado para centrar sus esfuerzos en desinformar y generar confusión en torno a la Agenda 2030 y vender la idea de que es un plan para restringir las libertades de la ciudadanía. 

Un ejemplo de ello es la tergiversación del concepto de la ciudad de los 15 minutos, una iniciativa que propone un modelo urbanístico en el que las necesidades básicas de cada persona se sitúen a un cuarto de hora a pie para reducir el transporte y la contaminación. 

En las redes no tardó en salir el mensaje de que “nos quieren encerrar en nuestros barrios”. Pero, ¿qué es exactamente la Agenda 2030? ¿Cómo se aprobó? ¿Quién supervisa su cumplimiento? ¿Hay algún tipo de interés oculto detrás de esta serie de compromisos?

Agenda 2030: la historia viene de lejos

Hay que remontarse a la década de 1990, una época en la que tuvieron lugar numerosas Cumbres y Conferencias internacionales sobre desarrollo humano organizadas por las Naciones Unidas, y que dieron lugar a los famosos ocho Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM). 

Los ODM tenían que ver con cuestiones como erradicar la pobreza y, aunque algunos objetivos como la vacunación contra el sarampión sí se alcanzaron, otros relacionados con la precariedad laboral se mantuvieron en general en la misma situación. Paralelamente, la cuestión climática adquirió relevancia internacional y las Naciones Unidas consideraron que era importante que la hoja de ruta a partir de 2015 incluyera también el desarrollo sostenible

Así es como nació la Agenda 2030, con objetivos que tenían en cuenta el desarrollo humano y la sostenibilidad ambiental. Dichos objetivos se decidieron tras numerosos debates que se hicieron tanto a representantes de los Estados Miembros como a la sociedad civil, miembros de la academia y a las empresas, tal y como indica a Verificat Sergio Tezanos, doctor en Economía Internacional y Desarrollo, y actualmente profesor titular del departamento de Economía de la Universidad de Cantabria. Él fue precisamente uno de los expertos consultados. Al final, se ratificaron 169 metas enmarcadas en 17 objetivos distintos

Los países, no obstante, no están obligados a cumplir estos objetivos, pues los ODS no son jurídicamente obligatorios. Eso también significa que el nivel de compromiso no es el mismo en todos los países. Eso sí, puede pasar que los países aprueben leyes orientadas a la consecución de estas metas, lo cual de alguna manera puede hacer que, indirectamente, una meta sea obligatoria en según qué país. 

La conspiración del Nuevo Orden Mundial

El interés sobre la Agenda 2030 también ha crecido en los últimos años y, con él, la cantidad de desinformación sobre ella. Una de las narrativas predominantes es la conspiración del Nuevo Orden Mundial, un término que acuñó precisamente Woodrow Wilson en el Tratado de Versalles en 1919 para describir la posterior creación de la Sociedad de las Naciones, antecesora de la actual Organización de las Naciones Unidas. Hoy día, el uso del término se ha tergiversado y para muchos ha acabado convirtiéndose en sinónimo de conspiración. 

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