9.500 años de antigüedad

Encuentran en Granada los cestos más antiguos del sur de Europa

Estos datos “abren un poco la ventana hacia una nueva visión” de las últimas sociedades de cazadores-recolectores, que eran “muchísimo más complejas a nivel tecnológico, social y de rituales funerarios de lo que se pensaba”

Los cestos más antiguos del sur de Europa.

Los cestos más antiguos del sur de Europa.

EFE

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Los objetos cotidianos cuentan la historia de quienes los usan. Unos cestos de esparto del yacimiento de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol (Granada), que se han revelado como los más antiguos del sur de Europa, desvelan una complejidad no esperada en las sociedades de los últimos cazadores-recolectores del Mesolítico en España.

Ese conjunto de cestería, en gran estado de conservación y que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional (MAN), ha sido sometido junto a otras piezas, a un nuevo proceso de datación con técnicas actuales, que lo sitúan en 9.500 años antes del presente, unos 2.000 años antes de lo que se creía y de que la agricultura llegara a la península ibérica.

Unos datos que “abren un poco la ventana hacia una nueva visión” de las últimas sociedades de cazadores-recolectores, que eran “muchísimo más complejas a nivel tecnológico, social y de rituales funerarios de lo que se pensaba”, dice a Efe, el autor principal del estudio, Francisco Martínez Sevilla, de la Universidad de Alcalá (Madrid).

La investigación que publica Science Advances ha vuelto a analizar parte de un conjunto de objetos hechos con materiales orgánicos, cestos y sandalias, así como dos utensilios de madera, depositados en el MAN y en el Museo Arqueológico y Etnográfico de Granada.

Hallados en la década del 1860, en el emplazamiento funerario prehistórico de la Cueva de los Murciélagos, todos ellos fueron catalogados, en los años noventa del siglo XX, como neolíticos.

Cestos decorados

El resultado del nuevo análisis sorprendió al equipo, reconoce Martínez Sevilla, pues tres de los cestillos de esparto son del Mesolítico (9.500 años) y el resto de piezas del Neolítico Antiguo y Medio (7.200 y 56.000 años antes del presente), entre ambas dataciones existe un vacío de objetos.

Los utensilios más antiguos fueron usados por cazadores-recolectores del Mesolítico y los más recientes por los agricultores del Neolítico, entre estos últimos hay -agrega Martínez- sandalias de niños que son “espectaculares”.

Tanto o más, lo son los tres cestos, de entre 10 y 15 centímetros, datados ahora en el Mesolítico, los más antiguos y curiosamente los mejor conservados, tanto que en algunas partes se aprecian, a simple vista, decoraciones geométricas de varios colores, indica la conservadora del MAN, Ruth Maicas.

Esos tres cestos están expuestos en el MAN junto a otros tres que, por la técnica y características, se piensa que son de la misma época, agrega.

El equipo, formado por expertos de las universidades Autónoma de Barcelona, de Cantabria, Córdoba, Granada, Las Palmas de Gran Canaria, Salamanca, así como del MAN, el CSIC y la Universidad de Durham (Reino Unido), estudió 76 utensilios de ambos museos y estableció 14 nuevas dataciones.

Ajuares de enterramientos

Todos los objetos forman parte de los ajuares que estas sociedades, tanto mesolíticas como neolíticas, habían dejado a los difuntos en la Cueva de los Murciélagos.

Dentro de alguno de los cestillos más antiguos se han hallado restos de cabello, “lo que nos hace pensar que formaban parte de un ritual funerario complejo que no podemos llegar a entender”, dice Martínez.

A un fallecido se le cortó el pelo para meterlo en el cestillo o los familiares cortaron el suyo para dejarlo como ofrenda. Es algo -agrega- que habla de la complejidad de los rituales funerarios de las sociedades de cazadores-recolectores de principios del Holoceno.

El equipo está haciendo análisis de ADN de esos cabellos y también de paleoproteómica para saber si en los cestos hay restos de algún elemento orgánico, como grasa de animal, para intentar establecer su uso.

La elaboración de las piezas apunta también a la complejidad de la tecnología. Las del Mesolítico están hechas con una sola técnica y usan el esparto en bruto, aunque sí procesaron las fibras para colorearlas, aunque aún no se sabe cómo.

Sandalias infantiles

Los objetos del neolítico, por su parte, se fabricaron con tres tipos de técnicas y aparece esparto procesado, dice Martínez, quien hace especial mención a las sandalias (6.000 años antes del presente), hechas con nudos y un núcleo central de esparto o mediante una espiral cosida.

Además de su buena conservación, llama la atención que todas pertenecen a individuos infantiles, “como de un 28 de pie”, y casi todas serían de enterramientos de niños, pero además las habrían usado en vida porque están desgastadas.

Martínez destaca que todo este conjunto de piezas es el mejor conservado hecho con materiales orgánicos en Eurasia y han realizado un estudio geológico de la Cueva para entender ese factor.

En la cueva, hay una sequedad extrema y no existe circulación de agua, lo que unido al tipo de proceso de circulación de aire, “muy probablemente ha favorecido que no aparezcan bacterias y se conserven los materiales”.

El Mesolítico es un periodo del que se tiene poca información y la materia orgánica se conserva “muy difícilmente”, de ahí -dice Maicas- la importancia de estos cestos, que "permiten ver una tecnología muy cuidada, con un cierto criterio estético” y que reconstruyen una parte muy importante de su conjunto de útiles diarios.

Estos utensilios, concluye Martínez Sevilla revelan que aquellas sociedades de cazadores-recolectores tenían cestos, bolsas y otros objetos que usaban en su vida cotidiana, para recolectar alimentos o para cargar con sus enseres.